Nuria Férriz. EPDA Es hora de hacer balance. Se acaba de cumplir el primer año de gobierno de Castelló en su segunda legislatura como alcalde de Sagunto. Su gestión durante este tiempo ha sido considerada por todos los grupos políticos y la mayoría de asociaciones de la ciudad como un paso atrás de consecuencias imprevisibles.
Que Castelló utiliza el cargo para su promoción política no es ninguna novedad; lo lleva haciendo 5 años desde la alcaldía. Lo que resulta lamentable es cómo lo hace para conseguirlo: no le importa traicionar a su anterior ídolo político, el Sr. Camps, aceptando cualquier cargo que le ofrezca el Sr. Fabra, ni a su pueblo haciendo dejación de funciones con sus vecinos.
Recordemos al dúo Camps- Castelló defendiendo los grandes eventos, el trasvase de agua, más turismo, más financiación autonómica, más empresa pública o más diputados. Ahora sin despeinarse defiende lo contrario. Es decir, comulga con el cierre de empresas, con la reducción de diputados o con los recortes sin compasión.
Su seña de identidad durante su gestión es una política urbanística caótica, la instalación de selvas de farolas y aceras en zonas desérticas, así como la construcción de accesos a la playa que chocan contra la barrera de unas concesiones administrativas caducadas que la hacen invisible. Pero también sigue sin resolver las conexiones por el litoral norte y la desembocadura del río, infrautilizando el polígono industrial y descuidando el patrimonio histórico y cultural del pueblo como nadie lo había hecho.
En política social, sencillamente, inadmisible. En cuanto a que está consintiendo impagos en los centros de educación especial y ocupacional, despreciando el plan de empleo aprobado por el pleno del ayuntamiento, subiendo tasas en colectivos sin ánimo de lucro o recortando las subvenciones asignadas.
En política de empleo, un desastre. Porque gracias a su único cumplimiento electoral, "la austeridad", ha llevado al Camp de Morvedre a tener un dato alarmante: "dos cotizantes por cada parado"; cifras insostenibles para cualquier comarca que se precie.
Nuestro pueblo no se merece un acalde al que sólo le preocupa, en este momento, negociar un gobierno municipal del PP con el apoyo de SP, mientras hace las maletas para no volver. Debería haber hecho lo contrario, utilizar sus cargos, aprovechando el gobierno del PP en Madrid y en Valencia, para invertir y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
El balance de su gestión es muy sencillo: muchísimo más paro, más pobreza y más cargos para su promoción personal. Necesitamos un alcalde comprometido con las personas, no con el Partido Popular, ni con su ambición personal.
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