Juan Benito Rodríguez Manzanares
En la bella localidad de Villena, hay algunos monumentos que podemos
ver y disfrutar, pero si hay uno que luzca con luz propia como icono
de la ciudad, es sin lugar a dudas, el Castillo de la Atalaya,
también llamado Castillo de Villena.
Esta fortaleza se encuentra situada en Villena, al noroeste de la
provincia de Alicante, lindando con la provincia de Castilla-La Mancha y la Región de Murcia, en el
altozano llamado Monte de San Cristóbal o de la Villa. Está
catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), y además desde el 3
de junio de 1931, también está catalogado como Monumento Histórico
Artístico perteneciente al Tesoro Artístico Nacional.
Según algunos estudiosos, aunque no se han encontrado pruebas
fehacientes, se piensa que el castillo se construyó sobre un antiguo
asentamiento romano. Mas, lo cierto es que la primera referencia que
se tiene de este castillo es de 1172, en la entonces llamada Bilyana
(Villena), en un punto estratégico entre la meseta y la costa, y que
sus constructores fueron los almohades, («los que reconocen la
unidad de Dios»), que dominaron el norte de África y el sur y parte
del centro de la península ibérica entre 1147 a 1269.
La construcción original se realizó en tapial, una técnica de
encofrado, y su perímetro es casi rectangular. En cada esquina de la
muralla, hay unos generosos torreones circulares, más altos que la
muralla y de gran sección. Tanto los torreones como la muralla
tienen almenas cuadradas, teniendo esta última en su interior un
adarve que une todo el perímetro con la Torre del Homenaje, la cual
en origen sólo contaba con dos alturas, y unos 14 metros de lado, de
los cuales 3,5 metros son el grosor de las paredes que sustentan la
construcción, dejando un espacio útil interior de sólo 7x7 metros
cuadrados.
En el recinto amurallado había un aljibe con bóveda de medio cañón,
el cual aún se conserva. También hay vestigios de una noria y otros
elementos constitutivos de todos los castillos de la época. Además,
cuenta con un generoso patio de armas, caballerizas y otros elementos
necesarios en ese momento para cualquier castillo.
En 1240, el rey Jaime I de Aragón y Valencia (1208-1276) llamado «el
Conquistador», tras conquistar Valencia en 1238, con un ejército
que contaba con caballeros de la Orden de Calatrava y mercenarios
almogáraves, que encabezaba Ruy Pérez Ponce de León (¿?-1295),
comendador de Alcañiz, asedió tres veces el castillo de Villena,
arrebatándoselo definitivamente a los musulmanes en 1240.
Por su participación en esta contienda, el castillo le fue cedido a
los caballeros de la Orden de Calatrava, pero al nombrar señor de
Villena al infante Manuel de Castilla (1234-1283), el castillo pasó
a ser de su propiedad, y tras morir lo heredó su hijo Don Juan
Manuel (1282-1348), escritor del recordado «El conde Lucanor», el
cual también fue duque y príncipe de Villena.
Como apunte histórico comentar que Don Juan Manuel se casó con
Constanza de Aragón y Anjou (1300-1327), la hija del rey Jaime II de
Aragón (1267-1327) llamado «el Justo», que tenía tan sólo 6
años, la cual vivió en el castillo hasta que cumplió 12 años y el
citado escritor pudo consumar su matrimonio.
Después, el castillo pasó a manos del conde de Ribagorza Alfonso de
Aragón (1332-1412) llamado «el viejo», el cual fue nombrado primer
marqués de Villena, más sería el segundo marqués de Villena Juan
Fernández Pacheco y Téllez Girón (1419-1474) quien se encargó de
realizar en el castillo algunas reformas que han conformado la imagen
y estructura con la que ha llegado hasta nuestros días. Fue este
marqués quien revistió los muros de la valla musulmana, además
construyó una nueva muralla más amplia que la musulmana, en la cual
encerraba todo el recinto almohade, siendo la liza entre ambas
murallas en ocasiones muy amplia hasta conformar una barbacana al pie
de la Torre del Homenaje, pero en otras ocasiones la liza apenas
llega a medir un metro de distancia entre ambas murallas.
La nueva muralla exterior es mucho más baja que la muralla musulmana
y cuenta con doce torreones circulares dispuestos a lo largo de ella.
Esta muralla no está almenada, salvo los dos torreones que flanquean
la puerta de entrada, y está construida en mampostería, es decir
con piedra sujeta con algún tipo de argamasa. En el recinto de la
nueva muralla también se han encontrado los restos de lo que pudiera
ser una ermita, que se ha dado en llamar la de la Virgen de las
Nieves, dependencias para soldados y otras construcciones.
También en este momento, con la misma técnica utilizada para la
nueva muralla, se le construyeron dos plantas más a la Torre del
Homenaje alcanzando una altura total de 27,68 metros, la cual está
rematada por una terraza que está rodeada de ocho almenas redondas
voladas de gran diámetro y altura A estas plantas no se sube desde
las plantas musulmanas originales, sino que cada una de las nuevas
plantas tiene una escalera exterior que da acceso a cada una de las
plantas.
Al levantar estas dos nuevas plantas, a la construcción, que siempre
había sido militar y defensiva, se le confirió cierto grado de
castillo-palacio con todo lo que esto conlleva. Los estudiosos
estiman que estas dos nuevas plantas serían de uso privado de los
dueños del castillo.
En 1476, los Reyes Católicos hacen que el pueblo de Villena se
levante contra el marqués Diego López Pacheco y Portocarrero
(1447-1529), amo del castillo, haciendo que el mismo quedara bajo
jurisdicción real, dejando con esta acción el marquesado tan sólo
como un título honorífico.
El Castillo vivió las revueltas de Las Germanías (1519-1523); la
Guerra de Sucesión Española (1701-1715) en la que se instauró la
monarquía borbónica con el rey Felipe V de España (1683-1746)
llamado «el Animoso»; la Guerra de la Independencia Española
(1808-1814) contra los franceses, donde en mariscal Louis Gabriel
Suchet (1770-1826) en 1811 mandó volar las cubiertas de la Torre del
homenaje, incluyendo una buena parte de las bóvedas almohades,
teniendo 8 arcos la de la primera planta y la de la segunda planta 11
arcos, siendo esto una gran perdida, pues aunque posteriormente se
restauraron, estas bóvedas almohades junto con las del castillo de
Biar, eran las más antiguas de toda España y además, de todo el
Magreb. Tras la ocupación del castillo por las tropas francesas, en
1813 se acuartela en él el batallón Vélez-Málaga.
Tras este pasaje histórico, el castillo fue abandonado y comenzó a
entrar en un estado de ruina, que comenzaba a ser alarmante, hasta
que gracias al arqueólogo villenense José María Soler García
(1905-1996), se pudo realizar la primera restauración en 1958.
Posteriormente, en 1960 se restauraron las murallas musulmanas, y en
1971 se restauraron las torres almenadas que flanquean la puerta de
entrada.
En la actualidad el Castillo de la Atalaya, está muy vivo dentro del
ámbito local, pues desde 1961 se disparan desde él los fuegos
artificiales del inicio de la fiesta de Moros y Cristianos; y desde
1977 cada comparsa tiene su día y momento para recrear parte de la
historia vivida en el castillo. Y, como colofón a todas las pequeñas
obras de recuperación del castillo que se han ido realizando a lo
largo de los años, en 1990 se inauguró la iluminación nocturna del
castillo, la cual es enorme, muy luminosa y extremadamente
espectacular.
Villena y su castillo, el cual está en perfecto estado de
conservación y admite tanto visitas individuales como guiadas, es un
buen ejemplo de que, cuando se quiere conservar o recuperar una
construcción histórica, se puede hacer.
Villena es sinónimo de querer hacer las cosas bien.
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