Eduardo del Pozo Querol /EPDAUna familia tiene que recurrir a la justicia para que su hijo
en España reciba el 25% de las clases en español.
En Cataluña, la imposición idiomática es una realidad, allí,
el idioma, la lengua se impone y te diferencia.
La Constitución, las leyes, la sociedad española siente el
catalán como propio, es nuestro, nos enriquece, su regulación y uso nunca han
sido puestos en tela de juicio. El raciocinio nos dice que las lenguas son para
entenderse y utilizarlas como arma arrojadiza es crear supremacías vernáculas
que rompen la convivencia, dividen y diferencian a los iguales.
La sinrazón supremacista viene alimentada por 40 años de
paños calientes con los nacionalistas, que, amparados en un viento de cola,
bien aprovechado, han pasado de ser meras comparsas del bipartidismo a cesión
tras cesión, crecer, desprenderse de máscaras, declararse independentistas,
condicionar el Gobierno de España, crear agravios comparativos entre comunidades
autónomas y gritar a los cuatro vientos que no son españoles y activar su
república catalana.
La visceralidad contra el castellano es supremacista y rompe
el nexo de unión con el resto de España. No quieren ni comprensión ni diálogo,
eso sería volver a la ley y la convivencia, su camino es frentista y rupturista
para llegar a su anhelada independencia. Por eso sustentan la confrontación, la
diferenciación y el adoctrinamiento, concienciando a la sociedad en
sentimientos de opresión y desarraigo de lo español. Simultáneamente, reactivan
y potencian los múltiples nexos con la Comunidad Valenciana y Baleares, donde
entra en juego la lengua y retumba la ensoñación o entelequia de los "Països
Catalans".
Los independentistas sustentan un gobierno débil y muestran a
sus votantes sus logros diferenciales, para mayor escarnio del resto de
españoles. Es bochornoso, en ninguna democracia la mayoría está a expensas de
la minoría. La política de bloques monolíticos en España ha fracasado, porque
nunca se impondrá el uno sobre el otro, ni harán acuerdos por el bien del
Estado.
Los liberales siempre estaremos por tender puentes de
entendimiento entre constitucionalistas. La división es debilidad y conduce al
frentismo. Una minoría independentista no puede seguir condicionando a la
mayoría.
Es hora de unidad de acción, de políticas útiles, de diálogo
y consenso, esa es la razón de ser de Ciudadanos, en eso estamos y estaremos
siempre.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia