Juan Planes Estamos inmersos en una revolución silenciosa que está transformando nuestra sociedad para bien, una metamorfosis que convertirá nuestra ciudad en la ciudad del bienestar: miles de personas salen a correr por el río cada día, llenan las piscinas municipales o cogen la bicicleta para ir a trabajar.
Tú ya sabías que correr (o nadar o montar en bicicleta) era bueno para tu salud y te hacía envejecer mejor, sabías que hacer ejercicio nos ayuda a protegernos mejor de ciertas enfermedades como la diabetes o la hipertensión y que reduce significativamente el riesgo de morir de enfermedad coronaria o cáncer, pero lo que quizás no sabías es que correr te hace más feliz, más inteligente y más exitoso.
Ya en 1999, un estudio demostró que realizar 3 sesiones semanales de 45 minutos de ejercicio aeróbico, durante 4 meses, resultaba igual de efectivo para liberarse de la depresión que tomar antidepresivos. Y es que el ejercicio tiene la capacidad de transformar nuestra bioquímica y elevar nuestros niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, y de dopamina, la de la motivación.
Además, aumentar los niveles de forma física de niños y jóvenes influye directamente tanto en su rendimiento académico como en su adaptación al colegio. Existe una correlación positiva entre el nivel de forma de los alumnos y sus notas en test de matemáticas y también se ha demostrado que hacer más ejercicio reduce la conflictividad en las aulas.
Pero los beneficios de estar en forma se prolongan más allá del corto plazo. Un estudio realizado con 1.300 gemelos suecos, a los que se midió su capacidad cardiovascular y su potencia muscular a los 15 años, y, posteriormente, a los 18 años, concluyó que aquellos que mejoraron a nivel cardiovascular, llegaron más lejos en los estudios, manifestaron mayor satisfacción con la vida y alcanzaron mejor estatus socio-económico.
Las bendiciones que reporta el ejercicio llegan hasta los más mayores, y no sólo porque les haga más sanos y fuertes, sino también por sus numerosos beneficios neuro-protectores y cognitivos, y el ralentizamiento de los procesos de envejecimiento cerebral. El ejercicio incrementa el riego sanguíneo y lleva oxígeno y nutrientes al cerebro, lo que altera el microambiente del mismo y parece favorecer la neuro-génesis en el hipocampo.
El ejercicio físico no sólo es uno de los caminos más sólidos a una vida más larga y sana, una inteligencia mejor aprovechada y una existencia más feliz, sino que también te reporta otras ventajas psicológicas tangibles: primera, mejora el concepto que tienes de ti mismo, ya no te sentirás un perezoso y sí te sentirás en control de tu cuerpo; segunda, te hace plantearte metas de mejora, lo que eleva tus niveles de dopamina; tercera, haciendo deporte reduces la rumiación de tus pensamientos (“deja de pensar y tus problemas terminarán”), y, cuarta, aumenta la posibilidad de tener contacto social y reforzar tus amistades (otro de los grandes pilares de la felicidad).
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