Lo de Ciudadanos es de premio. Una tropa configurada alrededor del mesías Rivera, embelesados por su áurea marketiniana de cartón piedra, la cual cabe en la furgona del Equipo A y así actúa. Un movimiento que quiere jugar a política, que por crecer exponencialmente ha dado asilo a todo aquel abroncado con otras formaciones, el cual ha obtenido acogimiento a cambio de vivir bajo la bota teledirigida de los burofax remitidos desde la nave central ciudadana, sita a Barcelona. Así van reteniendo a la tropa, moldeando el ejército de Pancho Villa a golpe de expediente de expulsión teledirigido por un tal Fran Hervías, el magnánimo capo de organización del invento.
Y por las dichas de la aritmética parlamentaria y de las crisis estructurales del sistema representativo, se encontraron con una buena cosecha de diputados nacionales, en número irrelevante para configurar mayorías, pero que con la maestría innata del líder inmaculado se han hecho un hueco mediático principal en la desgarrada realidad política patria. El Albert ungido por el don de la equidistancia consigue pactar un papel mojado con el ansioso Sánchez, para al menos que el socialista acaricie la poltrona tan deseada. Ciudadanos les facilita un holograma de investidura al PSOE y éste lo compra como único salvavidas a mano, por huir de otros salvamentos peligrosos y con peaje...
Pero va Sánchez, que tiene vida propia y juega al órdago como única carta posible para llegar a La Moncloa, les pone un poco los cuernos a los naranjitos y arriesga lanzando diversas propuestas a la desesperada a las formaciones izquierdistas para suplicarles que se tapen la nariz y le aúpen a la presidencia. Entre ellas promete a Compromís el resolver la infrafinanciación padecida por la Comunitat Valenciana y compensar la deuda histórica padecida por esta tierra durante décadas. Y entonces, con la iglesia hemos topado... Ciudadanos se rasga las vestiduras y anuncia a bombo y platillo que no perdonará al PSOE si resuelve la injusticia financiera que arrastran los valencianos.
Fíjate tú, es el partido de Albert Rivera el que dinamita el compromiso conseguido de Sánchez de solventar de una vez la sangrante financiación valenciana y devolver la deuda que el Estado tiene con la Comunitat Valenciana computada desde el año 2002, unos 16.000 millones de nada... Un partido que hace pocas fechas, en la sede de las Corts Valencianes, se sumó al pacto unánime de todo el hemiciclo valenciano para unificar la voz y los esfuerzos en aras de reivindicar una financiación justa. Pero que pasadas pocas semanas, y por el juego de intereses en los madriles, rompe la posición de los naranjitos de aquí, dejándolos en evidencia y desarbolados en su liderazgo. Si el paso de Carolina Punset fue errático y paleto, los dirigentes valencianos actuales brillan por su ausencia. Ni están ni se les espera. Y mientras los que mandan en la furgona de Rivera boicoteando la máxima reivindicación valenciana. Habrase visto.
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