Cuando uno ya ha vivido 16 años de su vida bajo un gobierno popular, como
es mi caso como valenciano, poco o nada nos puede sorprender aquello que haga un hipotético gobierno del
Partido Popular.
Recordarán aquel famoso chiste de los dos marxistas-leninistas que se
repartían las cosas como buenos camaradas. Si tuvieran dos pisos, si tuvieran
dos ferraris, si tuvieran dos millones de euros, hasta que llegaron a las dos
gallinas y uno de ellos dijo que ahí se negaba a repartir “porque de eso si que
tenía”. Pues eso parece que está ocurriendo con el Partido Popular y el famoso cuento
del trasvase del Ebro, a la vista de las expectativas de una mayoría absoluta.
Mientras no hubieron expectativas de gobernar en España, la batalla
victimista contra el gobierno central casi llega a convencerme hasta mi de que
vivíamos en una zona semidesértica necesitada del agua. De que si no teníamos
“agua para todos” nos crecería la joroba y tendríamos que sacar el agua de los
cactus como si fuéramos beduinos. Y ahora, cuando más sed tenia, cuando mas
resecas estaban mis papilas gustativas, cuando apenas me salía la voz porque el
agua del Ebro no llegaba a mi deshidratada garganta, en el programa electoral
del partido con más posibilidades de gobernar (solo o con CiU) el Trasvase
desaparece y nos deja a toda la Comunidad Valenciana con una cicatriz
urbanística, de Norte a Sur. Una reserva de suelo inútil que, por ley, nos dejó
Camps para cuando el Partido Popular llegara al gobierno. Y ahora, cuando los
valencianos lo pedimos con más fuerza, nos dice Mariano, tal como si un
Marxista –leninista fuera: “eso no…que igual va y nos toca hacerlo”. ¿No se han
quedado con la boca reseca y la cara de gilipollas?
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