Hasta mediados del siglo XX un filete se
consideraba como un símbolo de prosperidad. «La carne es fuerza vital», se
escuchaba decir. Hoy la carne es prácticamente un producto barato para masas
que cualquiera puede adquirir. Anualmente se asan, fríen, embuten y consumen
250 millones de toneladas de carne, lo que conlleva a consecuencias
dramáticas para el clima, medio ambiente, animales y también para el ser
humano.
Hay quienes opinan que la carne es un alimento
básico, aunque para consumirlo haya primero que matar un animal. Otros que ser
matarife es una profesión más, un trabajo sin sentimientos. Sin embargo, aunque
la carne sea de primera, siempre contiene sustancias nocivas para la salud, no
hay que olvidar que la carne es parte de un cadáver, un animal muerto en
proceso de descomposición desde el primer segundo de su muerte. De hecho, la
carne no puede ser consumida hasta pasado unos días por el rigor mortis, un
proceso de endurecimiento que precisa colgar la carne hasta que comienza a ablandarse.
En 1950 se consumían anualmente una media de 26
kilos de carne por persona, actualmente se consumen más de 60. ¿No es lógico
pensar que dicho aumento puede tener consecuencias? Los médicos se enfrentan
con más enfermedades cardiovasculares, tensión alta, exceso de peso, diabetes
melitus, enfermedades de las articulaciones y tumorales, y esto a pesar de los
adelantos de la medicina. Sin embargo, es interesante constatar que estas
enfermedades aumentan a la par que el consumo de carne.
La idea de que la carne es necesaria fue
rebatida por la ciencia hace ya tiempo. En las últimas décadas se han realizado
muchas investigaciones epidemiológicas y se ha demostrado que el consumo de
carne guarda relación con muchas enfermedades. En diciembre del año 2010 se
publicaron los resultados de una investigación sueca en la que se demostraba
que el riesgo de derrame cerebral en las mujeres estaba directamente
relacionado con el consumo de carne.
Hans Günter Kugler, director de un laboratorio
de micro-nutrientes en Alemania, es autor del libro titulado: «Come vegetariano
y olvida las enfermedades», en el que descubrimos que las enfermedades de la
prosperidad suponen el 30% del gasto total del sistema sanitario, con
tendencia a ir aumentando. También que el consumo de carne está directamente
relacionado con la obesidad, correspondientemente aumenta el número de
diabéticos.