La
parálisis cerebral es una lesión del sistema nervioso
central que altera la musculatura y afecta al movimiento, llegando a
provocar problemas en las personas a nivel social, comunicativo y
cognitivo. Existen diferentes tipos, como la parálisis cerebral
atetoide, que puede generar movimientos involuntarios; o la atáxica,
que dificulta la realización de movimientos finos y dificulta el
lenguaje. Es un problema que afecta a unos 3 por cada 1.000 niños,
y para el que conviene estar preparados.
Dados sus
efectos, puede parecer difícil estimular el lenguaje en casos
de Parálisis
cerebral en niños, sin embargo, existen métodos muy
útiles y eficaces que consiguen llevar a estas personitas afectadas
a un buen desarrollo. Hay que aplicar metodologías y soluciones
específicas y diferentes a las habituales, dado que hay que tener en
cuenta sus limitaciones y dificultades, pero es posible. Y aquí
vamos a ver cómo hacerlo.
Las claves de la estimulación lingüística en niños con parálisis
cerebral
Uno de los mejores recursos para estimular
el lenguaje en estos casos es el uso de pictogramas. Su
versatilidad, que los hace útiles tanto para personas con niveles
cognitivos bajos o comunicativos avanzados, permite transmitir
cualquier mensaje fácilmente y, sobre todo, facilitar su
comprensión. Asimismo, hay muchos ejercicios que son muy buenos para
trabajar el lenguaje. Sin ir más lejos, la práctica de
onomatopeyas ya es un buen paso.
Una muy buena rutina,
también, es trabajar con objetos. Se puede intentar un
sistema con el que aprender a reconocer objetos, pidiendo que te
los den y que intenten contarte qué son y para qué sirven. Algo
que se puede trasladar al cuerpo en sí. El reconocimiento de las
distintas partes del cuerpo, señalándolas y explicándolas, es otro
buen hilo del que tirar en este sentido.
Lo cierto es que
hay muchas actividades
para hacer con un niño con parálisis cerebral, aunque al
final escoger entre unas u otras depende también de cada caso, del
tiempo y de los recursos disponibles. Es muy recomendable alternar,
probar con viajes, hacer excursiones a entornos naturales en
los que identificar diferentes cosas, acciones e intentar mantener
una comunicación lo más constante posible.
Todo esto
ayuda al niño a desarrollar su lenguaje y a estimularlo, como
también a verse en situaciones en las que necesite comunicarse.
Al final, la necesidad es también un buen impulso porque, si el niño
no tiene nada qué decir, no tiene por qué aprender el lenguaje ni
intentar desarrollarlo.
Cada caso requiere paciencia y
mucha perseverancia, pero se pueden conseguir grandes progresos con
mucho esfuerzo. Los cuentacuentos, pintar con los pies o con
las manos, probar con la musicoterapia... Todo esto suma para
ayudar a que los niños afectados por PC puedan tener más
facilidades en su vida cotidiana, para que puedan establecer una
comunicación más que necesaria con cualquier persona.
Pero
hay que ser pacientes. Los resultados no llegan de un día para otro
y a veces puede parecer que se vuelve hacia atrás en lugar de
avanzar. Como decíamos antes, la perseverancia es fundamental.
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