Laboratorio de microbiología de AINIA. EPDALa Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que cada año, las
enfermedades de transmisión alimentaria afectan a una de cada 10 personas
que, en el caso de menores de 5 años, pueden llegar a ser mortales. Sólo en España
se registran cerca de 400 brotes anuales de enfermedades relacionadas
con la alimentación, según la Asociación de Microbiología y Salud (AMYS).
Las elevadas temperaturas del verano favorecen el desarrollo de
microorganismos en los alimentos y por tanto, la posibilidad de sufrir toxoiinfecciones
alimentarias, más conocidas como enfermedades de transmisión alimentaria. Estos
procesos están causados por la ingestión de bacterias o virus presentes
en el alimento (infección), por toxinas producidas por estos microorganismos
(intoxicación) o por parásitos (infestación).
Según explica Roberto Ortuño, especialista en Seguridad Alimentaria
de AINIA: “los estudios sobre enfermedades transmitidas por alimentos
señalan como principales causas: una temperatura inadecuada en la conservación,
manipulación incorrecta, cocción insuficiente y falta de limpieza”.
Para que se produzca la intoxicación alimentaria deben de concurrir dos
fallos:
Que el germen llegue al alimento.
Que se multiplique en dicho alimento, por un almacenamiento a
temperatura incorrecta, durante un tiempo excesivo. La temperatura del cuerpo
humano (36º - 37ºC) es la temperatura ideal para su crecimiento, aunque las
posibilidades de desarrollo de los gérmenes se encuentran entre los 10 y 60º C.
Si no se mantienen las condiciones de frío, cuanto más tiempo pasa desde la
preparación de un alimento hasta su consumo, mayores son las posibilidades de
contaminación que existen. Por todo ello, la mejor recomendación para evitar
que proliferen los gérmenes es preparar y servir el alimento inmediatamente.
Consejos básicos
para mantener la seguridad alimentaria en verano
AINIA recomienda seguir una serie de pautas, basadas en las Reglas de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) para garantizar una preparación
higiénica que nos ayude a prevenir
intoxicaciones alimentarias producidas por gérmenes. Entre las principales:
Consuma exclusivamente agua potable. Utilice sólo agua potable para
hacer hielo.
Lave adecuadamente las frutas y hortalizas que vaya a consumir crudas.
No interrumpa la cadena de frío.
Respete las fechas de caducidad.
Rechace los envases abombados, oxidados o deteriorados
“La adopción de estas sencillas precauciones en cada una de las etapas,
evitará numerosas enfermedades de transmisión alimentaria provocadas por una
inadecuada manipulación o conservación de los alimentos”, ha señalado Roberto Ortuño.
Otras consideraciones importantes a tener en cuenta en los meses de calor
son:
Vigilar las condiciones de higiene de los alimentos en el momento de la
compra
Es importante observar las condiciones de presentación de los productos
si queremos estar seguros de su calidad, higiene y valor nutritivo. Para ellos
debemos:
Elegir los establecimientos donde se compran alimentos por: La higiene de sus instalaciones; la
correcta manipulación de los alimentos por parte de los profesionales que los
atienden; el respeto a las condiciones de exposición, venta y conservación de
cada producto. En este sentido, es esencial el mantenimiento de la cadena de
frío en aquellos alimentos que lo requieran (carnes, pescados y productos de
repostería deben estar refrigerados o congelados).
Comprobar que el envase del producto esté en perfectas condiciones y
desechar aquellos que estén abollados, abombados, oxidados o deteriorados.
Además, no deben adquirirse productos que presenten un olor extraño o estén
descoloridos, así como huevos rajados o sucios.
Es necesario que los alimentos perecederos estén almacenados adecuadamente
en frigoríficos, vitrinas de refrigeración o congeladores.
Comprar sólo en establecimientos autorizados. Rechazar la venta ambulante.
Hay que establecer una secuencia de compra en función del tipo de
alimento. Los no perecederos deben adquirirse en primer lugar, después los
alimentos frescos y finalmente los congelados. Si no se prevé la llegada a casa
en un tiempo corto, los alimentos congelados deben transportarse en una bolsa
isotérmica.
No llevar en la misma bolsa alimentos y productos de droguería (limpieza
y desinfección) ya que pueden ser tóxicos.
Mantener un adecuado almacenamiento de los alimentos
Un correcto almacenamiento de los alimentos es esencial para reducir el
riesgo de intoxicaciones alimentarias.
El orden a la hora de guardar de alimentos al llegar a casa debe ser en
primer lugar, los congelados; a continuación, los frescos perecederos y
finalmente, los no perecederos. Los
alimentos deben guardarse conforme a su categoría en el lugar que asegure la
temperatura más adecuada para cada tipo de producto siguiendo, si las hay, las
instrucciones que figuren en su envase. Como norma general, se deben colocar siempre
de manera que el aire circule a su alrededor.
Hay que leer siempre las etiquetas donde se indican las condiciones
especiales, si las hubiere, en las que hay que conservar los alimentos. Muchos
productos que no necesitan ser conservados en frigorífico pueden necesitarlo
una vez abiertos los envases que los protegen.
Los alimentos no perecederos se conservan en la despensa, que deberá
estar limpia, aireada y ordenada. Los productos se colocarán en estantes
separados del suelo y se evitarán riesgos como caídas, golpes, humedad o calor.
Es aconsejable no almacenar en espacios próximos comida humana y animal, ni
artículos de limpieza.
Conviene establecer una rotación de productos que permita consumir los que
tienen más tiempo, antes de usar los recién comprados.
Respecto a los alimentos refrigerados, antes de introducirlos en el
frigorífico debemos tener en cuenta que:
Deben consumirse aquellos productos congelados que al llegar a casa se
han descongelado (nunca volver a congelarlos).
Si se prepara alimento para varios días, hay que separarlo en porciones
pequeñas y congelarlos rápidamente.
No introducir alimentos calientes en el frigorífico.
Cuidar la limpieza y orden en la colocación de los alimentos:
Protegerlos con papel de aluminio o plástico de uso alimentario o usar
recipientes adecuados para evitar que se oxiden, resequen o reciban o transmitan
olores.
Separar en el frigorífico los alimentos crudos de los cocidos, para lo
cual es más conveniente ubicar los cocidos en las baldas superiores y los
crudos en las inferiores.
Aprovechar los espacios sin amontonar los alimentos, favoreciendo la
circulación del aire entre ellos.
No introducir en el frigorífico las latas de conservas con restos del
producto sobrante. Se deben guardar en recipientes de plástico o vidrio de
tamaño adecuado al volumen del alimento, manteniéndolo cubierto.
Buenas prácticas
en la cocina
La persona que manipule alimentos debe observar unas estrictas prácticas
higiénicas. Es imprescindible que tenga las manos siempre limpias. Es muy
importante también hacer la limpieza de la cocina diariamente, poniendo
especial cuidado en almacenar la basura en recipientes lisos, lavables y
cerrados, que estén alejados de los alimentos.
Los alimentos pueden estar contaminados por microorganismos, por lo que
si se cocinan bien, estos microorganismos pueden ser destruidos por el calor.
La temperatura a la que debe someterse el alimento debe ser lo suficientemente
alta para que alcance un mínimo de 70º C en el centro del producto.
Un alimento cocinado puede volver a contaminarse por contacto con los
alimentos crudos o con objetos que hayan estado en contacto anteriormente con
un alimento crudo (cuchillos, tablas, superficies, trapos, etc.). El trapo de
cocina o la bayeta puede ser un excelente vehículo de contaminación, por lo que
es preferible usar papel de cocina.
Asimismo, debe tenerse en cuenta que es aconsejable que el proceso de
descongelado se haga en el frigorífico durante la noche anterior a la
preparación y que después de haber sido refrigerado o congelado un producto, debe
se cocinado o consumido lo antes posible ya que las demoras importantes originan
que las bacterias puedan reproducirse.
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