Eduardo del Pozo/EPDA En España y en la Comunidad Valenciana, salvo rara avis, asumir responsabilidades políticas no entra dentro de lo que debería ser políticamente correcto. Los hechos sobrevenidos, como consecuencia de irregularidades en la función del cargo público, generan responsabilidad, pero el escarnio público no hace mella en el político de turno, ni normalmente la solicita el propio partido, ni las urnas penalizan como debieran.
Una excepción se da cuando la exigencia de responsabilidad es por la irregularidad cometida por un político de cuarta fila, entonces la dimisión es fulminante y los líderes de su partido sacan pecho.
En la actualidad, Compromís está formado por una amalgama de partidos de izquierda nacionalista. Hablamos del Bloc Nacionalista Valencià (actualmente Més Compromís), Iniciativa del Poble Valencia (IdPV) y Verds Equo del País Valencià, que, en 2014, integró a Esquerra Ecologista-Verds. Junto a PSPV y, en algunos casos en los que se suma Podemos, Compromís está presente en el gobierno de diferentes instituciones valencianas. Su Botànic lo han extendido a toda la Comunidad Valenciana y de él dependen cientos y cientos de cargos públicos de toda índole, que tapan sus vergüenzas entre sí para evitar que se pueda quebrar una pata y se les caiga el sombrajo.
Pero, ahora, la responsabilidad política salpica a la primera fila de Compromís. Por un lado, a la consellera Mireia Mollà , que auspició un plan antiincendios para el Desert de Les Palmes de Castellón soltando en el monte 52 burros, algo que parecía un buen proyecto pero que acabó en tragedia. Desgraciadamente, a los dos meses de iniciar el proyecto ya habían muerto 10 burros, pero la consellera se dio cuenta a meses después, cuando ya habían muerto varios animales y el resto se encontraba famélico. La fiscalía está investigando los hechos.
La pasividad y negligencia de la consellera en su gestión ha quedado más que probada, pero ella trata de cubrir su responsabilidad con dimisiones de su equipo a modo de cortafuegoso, cuando la responsable última y primera es ella misma. Se amarra al sillón mientras, en sede parlamentaria, hace cuatro meses que pedí toda la documentación referente al caso, los informes internos y de los veterinarios. De momento nada de nada. ¿Oculta algo? ¿Dónde está la documentación?
Otra de las burradas de su Conselleria es la falta de depuración de aguas fecales que se vierten al mar y que todos los años dan lugar a cierre de playas valencianas en época estival, con el riesgo que supone para la salud de las personas, para el medio ambiente y el daño que causa a la imagen del sector turístico. Como solución, se cometió la barbaridad de tirar pastillas de cloro al mar o clorar aguas residuales. La justicia también investiga estos hechos.
Y, luego, tenemos el caso de la dirigente de Compromís Mónica Oltra, vicepresidenta del Consell. El Juzgado de Instrucción nº 15 de Valencia ha imputado a seis altos cargos, nombrados por ella, directores territoriales y Jefe de la Sección del Menor de la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, por encubrimiento de abusos sexuales a una menor tutelada por parte de su exmarido y educador. Pero, anteriormente, ya habíamos conocido en la sentencia firme de condena al exmarido de Mónica Oltra que la propia Conselleria que ella dirige y dirigía en ese momento no había protegido adecuadamente a la menor abusada sexualmente por su exmarido.
Hablamos de dos sentencias firmes y un suceso judicializado del que deberían emanar responsabilidades políticas en la persona de Oltra, que, al igual que en la gestión de la consellera Mollà, se cumplen dimitiendo a iniciativa propia o cesándolas el presidente de la Generalitat Valenciana. Pero nada de esto ocurrirá, el PSPV, Podemos y Compromís se necesitan, son todos cómplices, van de la mano y se complementan. Eso sí, luego que no se dirijan al pueblo valenciano dando lecciones de dignidad política.
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