Emma Sopeña¿Qué clase de
distracción es ver a animales fuera de su hábitat, en contra de su
naturaleza?
Todavía recuerdo
el impacto que me causó el “paseo polar” en un parque. Se había
reproducido un paisaje en el Polo, con poca luz, con frío, y los
espectadores nos deslizábamos por una cinta, como en los
aeropuertos, para ver a familias de focas que habían instalado en
ese attrezzo. ¿No habría sido mucho mejor un reportaje en 3D? Más
barato y menos cruel. Eso seguro. Porque a pesar de pretender imitar
las condiciones de vida “real” no se puede conseguir recrear el
verdadero hábitat. En los “sets” los animales se aburren,
privados de la vida auténtica de su especie.
¿Y qué decir de
los simios como hazmerreír de los visitantes, de los delfines
saltando por aros o de los pájaros enjaulados, entre otros casos?
Estos animales, debido a la inactividad o bien al exceso de esta, a
la pérdida de la auténtica vida en grupo, al hostigamiento y
bullicio de los espectadores desarrollan patrones de comportamiento
anómalo.
¿Con qué
finalidad? Divertimento + negocio + una supuesta conservación de las
especies + una aparente finalidad educativa. ¿El precio? Anular sus
instintos naturales de vivir en manada y recorrer las distancias que
su naturaleza necesita. La auténtica conservación de las especies
solo puede tener lugar en sus hábitats propios.
La mayoría de
los zoos tienen pérdidas y quienes más salen perdiendo son los
animales: muchos de los fondos que deberían destinarse a su cuidado
son utilizados para mejorar el aspecto del recinto y alegrar la vista
de los visitantes, jardinería … tiendas de recuerdos … No se
trata de aportar conocimientos sobre la vida de los animales, la
diversión prevalece sobre el aprendizaje.
Los zoos capturan
animales en hábitats salvajes para someterlos a una vida en
cautividad, provocándoles un miedo terrible. ¿Y qué decir de los
animales nacidos en cautiverio? Que son expuestos en detrimento de
los adultos menos atractivos y ¿qué ocurre con los que son menos
interesantes para el negocio?
Hemos
experimentado la extraña y desestabilizadora sensación de sentirnos
autosecuestrados en nuestras casas. Podemos imaginar, sin mucho
esfuerzo, la sensación que experimentan los animales confinados de
por vida. Es hora de reflexionar sobre el “entretenimiento” de
las visitas a los zoos. Esperamos con ansiedad la hora de retomar
nuestra vida “de antes”, la de la libertad de movimientos. Pero
la vida de los animales confinados no cambia. ¿Vale la pena?
Es necesario
modificar las leyes de protección animal para que incluyan la
prohibición de mantener cautivos a los animales con el único fin de
divertimento de visitantes. Solo para una finalidad de rescate y
cuidados es razonable. ¿Es racional recluir a seres sintientes para
un rato de un potencial disfrute de la vista? ¿No sería más lógico
apoyar proyectos donde el uso de las últimas tecnologías permita
contemplar a los animales en su entorno natural sin intervenir en su
vida en libertad, sin secuestrarlos?
Piénsenlo.
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