Conservación del patrimonio

Paco Novella.

Junto a su conocimiento profundo y su auténtica va­loración como un bien que representa la unicidad de un pueblo que se tiene como tal, la conservación del patrimo­nio constituye el primero de los valores para la existencia misma de monumentos, para­jes y lugares con una historia que es común por su impor­tancia en nuestro pasado y en nuestro futuro. Su preserva­ción es el elemento esencial en un eje alrededor del cual se van organizando todas las ta­reas necesarias para que ese bien siga constituyendo un hecho único, duradero en el tiempo y en el conocimiento mismo de su historia y origen.

Nuestra ciudad- Sagunto- y nuestra comarca tienen los valores suficientes arraigados en una realidad que es colec­tiva y que pertenece a todos por igual. Tiene esa riqueza que la hace tan inmensamen­te rica y diversa porque cuen­ta con edificios, tradiciones y parajes naturales de toda cla­se que existen por su misma conservación y por su misma valoración.

El adecentamiento, en to­dos los casos, es el cono­cimiento intrínseco de su misma importancia como re­ferente de un sociedad que se mueve a una velocidad imparable. La voluntad y el compromiso son los primeros valores necesarios para que esa idea generadora fructifi­que en el tiempo y permita su existencia a través de él. La decisión y la voluntad de ha­cerlo es el mismo valor que reconoce la protección de un bien como riqueza y ejemplo de una identidad colectiva que se sabe larga en el tiempo y en una decidida actuación para preservar y adecentar de todas las maneras posibles un bien común que exige un cui­dado permanente y un conoci­miento consiguiente.

La voluntad de hacerlo y la decidida apuesta por hacerlo es el modo en que una sociedad y sus mismos com­ponentes valoran las cosas como propias y no como circuns­tanciales; sus propios valores radican en esa acción necesa­ria que considera lo que tiene no por arte de prestidigitación sino por su propio pasado que es su vida misma.

Nada es más accidental que no sentirlo como propio y como parte de la propia vida; cada hecho, cada bien nece­sitan de su mantenimiento adecuado que describa a una sociedad conocedora de su mismo pasado. Cada bien es su valor mismo desde la vo­luntad para continuar siéndo­lo.