Cristina Mora. EPDA Como decía Eduardo Galeano: “Incapaz de reconocer sus orígenes, el tiempo presente proyecta el futuro como su propia repetición, mañana es otro nombre de hoy...” y por esta maldita inercia cíclica que nos hace tropezar mil veces en la misma piedra, nuestra sociedad necesita identificar, contabilizar y explicar el relato de las violencias machistas.
Una memoria feminista es el mejor dique de contención contra la creciente incredulidad institucional que vivimos con la llegada de la extrema derecha al panorama público.
Desde que se aprobara hace casi 20 años la ley orgánica contra la violencia de género impulsada por el gobierno de Rodríguez Zapatero, nuestra sociedad ha ido experimentado un cambio de sensibilización con muchos altibajos que nos ha traído hasta donde estamos hoy: declaraciones institucionales de apoyo a las víctimas saboteadas, reducción de los recursos destinados a la lucha contra esta violencia estructural a causa de los pactos de gobierno de las derechas, y vergonzosas declaraciones de algunos de nuestros dirigentes responsabilizando a las mujeres de los ataques sufridos; y por esto tenemos que seguir contando y contándolo.
Contando las víctimas, por mucho que nos duela, porque hacer seguimiento de los casos es fundamental para que los asesinatos machistas no queden en el mero suceso descontextualizado. Y contándolo, para no caiga en el olvido.
La polarización de la escena pública en torno al discurso de género y a la violencia machista pone en serio peligro la conciencia social de las nuevas generaciones, que lejos de percibir unidad en torno a la condena de estas violencias, encuentra en la derecha tradicional un discurso tibio y equidistante que les genera confusión.
Afirmaciones como “violencia intrafamiliar” (que el partido Popular ha asumido) y proclamas como que “la violencia no tiene género”, echan por tierra décadas de lucha feminista por la igualdad y por la integridad física de las mujeres, que seguimos viendo cómo nos violan, nos matan y nos insultan sin que ello genere una condena unánime de la sociedad.
La falacia antifeminista ha irrumpido en nuestras calles y en nuestras instituciones y hay que tomar partido. Cuantificar es la clave para conocer la dimensión de un problema: 1.237 mujeres han muerto víctimas de la violencia machista en los últimos 20 años. Que cada cual juzgue la gravedad del problema que la sociedad española tenemos entre manos.
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