Hoy que conozco la amargura
entonces aprecio la dulzura,
cada bocado deleita mas
cuando no se atraganta del exceso
y se permite el embeleso
de la brisa y de la calma.
Cuando hay gratificación constante
sin esfuerzo,sin trabajo
no se aprecia, se derrocha y difumina,
quizá el dolor tiene eso
la magia de atesorar la vendimia.
Entender al otro y no ser cruel
de mirarlo solidario y con respeto,
que todos en una caída somos iguales
príncipes, mendigos o alfareros,
relativismo de lugar y tiempo
posiciones no escogidas
cada uno vive y hace en su elemento.
A quién le sirve la nausea
más que para hundirse y oscurecerse,
quizá una sonrisa ahuyente su dolor,
la vida sigue igual de injusta
pero danzando se siente mejor.
Beethoven sordo con sinfonías del corazón,
Frida adolorida coloreaba su existencia,
Patch luciendo su sonrisa curaba la depresión
¿quién soy yo? quizá quien ayude a mi vecino.
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