Intento ponerme en el pensamiento y la piel de aquellas personas que se disponen a leer esta colaboración y lo que primero que pienso es en qué estado de ánimo se encontrará usted lector.
A estas alturas del año, pasada ya la cuesta de enero y el mes más corto del año, este con un día extra de regalo, ya encarando nuestras fiestas primaverales por excelencia, las Fallas, hago un rápido balance de lo que hemos vivido en estos últimos tiempos y realmente me es difícil ponerle un calificativo.
Mejor será omitir mi deseo y dejar libremente que cada cual ponga su adjetivo definitorio de nuestros tiempos más recientes por aquello de que cada uno cuenta la feria según le va.
A fuerza de ser sincero, no hay que ser muy atrevido para llegar a la conclusión de que buenas cosas podrían contar pocas los que ahora mismo leen esta líneas, ante la situación general de la que nos informan en el medio de comunicación que nos dispongamos a intentar cerciorarnos de la realidad diaria que nos envuelve.
Lo que sí es claro es que nos encontramos inmersos en una "batalla" de información, en donde cada uno de los informantes, y ya me circunscribo directamente a los diferentes partidos políticos de nuestro espectro, nos cuentan cosas que para nada coinciden con el que resulta ser su adversario, vulgarmente llamado "el de enfrente".
Anteponer lo que nos une
Y digo esto en unos momentos donde las circunstancias superexcepcionales que estamos atravesando en el mercado laboral, financiero, económico y los consiguientes dramas personales que ello acarrea, hace que antes de primar lo que nos hace diferentes, deberíamos anteponer los que nos une, para lograr la convergencia tan necesaria para detener esta sangría de bienes a la deriva que estamos atravesando.¿Cómo? olvidando nuestro intereses personales y centrándonos como siempre se debe hacer, exclusivamente en los generales.
La gestión correcta del conocimiento, la priorización de los objetivos a alcanzar, ante la escasez de recursos, la utilización hasta el extremo del sentido común, a veces el menos común de los sentidos, y la voluntad férrea de ponerse en el lugar del "otro" para intentar acercar posturas y encontrar soluciones a las gentes que nos rodea, municipalmente hablando, nuestros vecinos.
Sabemos que contamos con la mejor juventud universitaria jamás formada y es obligado entre todos aplicar aquellas políticas que hagan que, ellos y las generaciones futuras vuelvan pronto a ver rayos de esperanza, bregando con lo mejor que cada uno podamos en nuestros lugares de responsabilidad tanto a nivel social, familiar y laboral.
Sólo hace cuatro años un político acuño la frase histórica, de que si queremos, podemos y yo para finalizar, modestamente añado, seguro lo lograremos.
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