Manolo González
Nuestro sistema ha entrado
en una fase de desmoronamiento que nadie parece capaz de frenar. Sigue aumentando
el número de desempleados, el consumo cae en picado, la inseguridad sobre la
actual situación económica de aquellos que pueden invertir en futuro que
provoca falta de inversión, la subida de impuestos, los recortes en sanidad y
educación, las reformas laborales, los cierres de empresas, los desahucios,
etc.
Sin embargo, lo que más se
destaca en las conversaciones a pie calle, es la corrupción que afecta a
diferentes formaciones políticas con varias tramas con nombres sugerentes que
llenan portadas en los medios de comunicación. En Andalucía el caso de los
ERE’S irregulares que afectó a cargos del PSOE, en Galicia la trama “Campeón”
que implicó al mismísimo Pepiño Blanco, el caso Pokemón en Galicia o Malaya en
Marbella que afecta a políticos de distintas formaciones o los casos “ITV” y
“Palau” en Catalunya, que apuntan directamente a CIU.
Pero quien se lleva la
palma es el Partido Popular, en el que muchos de sus dirigentes, aparecen
implicados o imputados en multitud de casos de corrupción; las tramas Gürtel o
brugal , los sobres y la contabilidad de Bárcenas, la adjudicación del Palma
Arena, la trama de la Cooperación del todavía Diputado Rafael Blasco, etc.
Esta situación ha llevado a
los ciudadanos a perder la confianza en los políticos. Hoy en día estar en este
mundo aunque sea a nivel local, supone directamente ser señalado y
cuestionado. Dentro de esta ocupación, aguantar insinuaciones, insultos y todo
tipo de descalificaciones, se ha convertido en una asignatura obligatoria para
los que estamos en primera línea de la política local. Este nivel es en el que
mayor contacto se tiene con la ciudadanía, que en muchos casos son personas que
te conocen, pero que sin embargo, no tienen ningún reparo a la hora de
recordarte porque estás en política según ellos, naturalmente para “llenarte
los bolsillos” y si no, “algo saldrás ganando”.
Estamos perdiendo el norte.
La política local es la primera línea de frente ante la crisis, pero se está
convirtiendo en otro escenario de enfrentamiento, provocando que quienes
estamos ahí, nos desgastemos en debates estériles que no conducen a solucionar
los problemas básicos. Quizá existe falta de ideas y estos temas se utilizan
como auténticas cortinas de humo para tapar las carencias que demuestran los
representantes de algunas formaciones.
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