Juan Benito Manzanares El pasado viernes día 23 de abril, fue el Día Internacional del
Libro, y no podía dejar pasar la ocasión de hablar de uno de los
mayores genios que ha dado la literatura española, Miguel de
Cervantes Saavedra, pues la lengua española en la que escribió
nuestro insigne escritor, aúna en ella a más de 489 millones de
personas en todo el mundo que la hablan de forma nativa, más los
millones de personas que la tienen como segunda lengua, aunque el
actual gobierno social-comunista, a través de la llamada Ley Celaá
haya considerado oportuno que la lengua española en España, donde
nació y se desarrolló, ya no sea una lengua vehicular en la
enseñanza. ¡Craso error histórico!
Comenzaré por comentar que nuestro insigne escritor, poeta y
dramaturgo Miguel de Cervantes fue el cuarto hijo de Rodrigo
Cervantes y de Leonor Cortinas. Nació el 29 de septiembre de 1547 en
Alcalá de Henares, Madrid (España), y murió el 22 de abril de
1616, también en Madrid (España), aunque equivocada pero
popularmente, se ha tomado la fecha del 23 de abril como el día de
su defunción, seguramente para hacerlo coincidir con las defunciones
de otros grandes poetas, escritores y dramaturgos como William
Shakespeare (1564-1616), Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616),
William Wordsworth (1770-1850) y Josep Pla i Casadevall (1897-1981)
que sí fallecieron el 23 de abril.
Cervantes es
considerado mundialmente el máximo representante de la literatura
española y en lengua española, gracias a su obra cumbre, El
ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, traducida a más de 140
idiomas y considerada por multitud de críticos como la primera
novela moderna de la historia, además de ser una de las mejores
obras de la literatura mundial, por no decir la mejor, de obligada
lectura en los centros escolares de todo el mundo.
La infancia de Cervantes la marcó los graves problemas económicos
que tuvo su familia, la cual en 1551 se trasladó a Valladolid en
busca de fortuna, pero en lugar de ella, lo que consiguió su padre
fue que lo encarcelaran varias ocasiones por culpa de las deudas.
En 1569 Cervantes hiere a un hombre y tras ello se refugia en Roma
(Italia), entrando al servicio del cardenal Giulio Acquaviva
(1546-1574), mas, pasado un tiempo se alistó como soldado en la
milicia de Diego Urbina (1516-1594), con la que en 1571 participó en
la Batalla de Lepanto contra los turcos, siendo alcanzado por el
disparo de un arcabuz y herido en el pecho y en la mano izquierda, la
cual se le quedó anquilosada, circunstancia que le valió el apodo
de «El manco de Lepanto», aunque realmente no se quedó manco. Pero
a pesar de esta tragedia, Cervantes siempre se sintió orgulloso de
haber participado en dicha batalla.
Pasó algunos años en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia donde
adquirió un amplio conocimiento de la literatura italiana, y en 1575
decidió volver a España, pero el barco en el que viajaba fue
abordado por piratas turcos, apresándolo y posteriormente
vendiéndolo en Argel como esclavo, donde permaneció hasta que, en
1580 gracias al esfuerzo de su familia y al de los Padres
Trinitarios, lograron pagar el rescate exigido y fue liberado.
Cuando finalmente regresó a España tras doce años de ausencia,
intentó trabajar en cualquier trabajo, e incluso solicitó un empleo
en «Las Indias», pero no le fue concedido. Este fue un dramático
momento en la vida de Cervantes, pues se encontraba sin oficio ni
beneficio, pero, como es normal, tenía que comer todos los días y
su familia podía ayudarle poco, pues estaba en una situación
económica mucho más precaria que cuando se marchó de España.
Así pues, con estos mimbres y, seguramente recordando lo aprendido
en Sicilia sobre la literatura italiana, comenzó a escribir,
posiblemente como una válvula de escape a todo lo que le estaba
sucediendo. Pero realmente es una bendición que así lo hiciera,
pues de otro modo no hubiéramos podido disfrutar hoy en día de todo
el legado que nos ha dejado.
En 1584 se casa con Catalina Salazar de Palacios (1565-1626), y al
año siguiente publica su novela pastoril, La Galatea. Pero esta
publicación no le daba suficiente dinero para comer, así que desde
1587 hasta 1600 se trasladó a Sevilla y trabajó de Comisario de
Abastecimientos, obligándole esto a recorrer Andalucía requisando
alimentos para las expediciones del rey Felipe II de España
(1527-1598) llamado «el Prudente». Pero este trabajo, aunque no era
su trabajo soñado, le permitió conocer el campo a fondo,
conocimiento que posteriormente plasmó en su obra maestra El
Quijote.
En 1604 se trasladó a Valladolid buscando apoyo económico en la
Corte, pues su economía continuaba en horas bajas. Y la suerte
comenzó a sonreírle un año después, pues en 1605 publicó El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, obteniendo con esta
novela un espectacular éxito, el cual le salvó de la miseria, pero
no del todo, pues Cervantes siempre vivió con ella, lo que le
obligaba a buscar entre la nobleza algún mecenas que lo protegiera.
Pero mientras que los grandes poetas del Siglo de Oro de la
literatura española, como Francisco de Quevedo (1580-1645) o Luis de
Góngora (1561-1627), gozaban de una buena posición o contaban con
la protección de aristócratas, y el mejor dramaturgo de ese momento
Lope de Vega (1562-1635), incluso podía vivir de su obra, la fama
que le había dado El Quijote, sólo le sirvió a Cervantes para
publicar algunas otras obras como las novelas cortas incluidas en las
llamadas Novelas ejemplares o el Viaje del Parnaso, pues de algunas
obras como Los trabajos de Persiles y Segismunda, no pudo saborear
sus beneficios ya que fue publicada póstumamente.
En 1615, pocos meses antes de morir, imprimió el segundo tomo de El
Quijote, quedando de esta manera completa la obra. Esta novela en dos
partes, don Quijote, es una sátira de las novelas de caballería que
hasta entonces había, pues don Quijote, Alonso Quijano, lo imaginó
y plasmó Cervantes como un personaje tragicómico con respecto a los
héroes de las novelas de caballería que había hasta ese momento.
Además, en las páginas de este espléndido libro, Cervantes ofrece
a los lectores grandes enseñanzas a través de las correrías de los
dos personajes centrales, el citado don Quijote de la Mancha,
idealista y algo loco, y su escudero Sancho Panza, asentado y
enraizado en lo terreno y verdaderamente palpable.
Aunque la novela de Cervantes por antonomasia es El Quijote, publicó
otras muchas obras como las ya citadas La Galatea, Los trabajos de
Persiles y Sigismunda y las Novelas Ejemplares, que incluyen novelas
cortas tan dignas de mención como La ilustre fregona, donde
Cervantes escribió y describió los primeros ovillejos de la
historia o, El licenciado vidriera. Como dramaturgo escribió once
obras y como poeta escribió el citado Viaje al Parnaso, otra obra de
referencia de Cervantes que luego estuvo presente en obras de otros
autores como La derrota de los pedantes, de Moratín (1760-1828).
También como poeta hay que apuntar que, en obras como El Quijote,
incluyó bastantes poemas, sobre todo sonetos.
Bueno amigos, hasta aquí, una breve mirada a la azarosa vida de
Miguel de Cervantes Saavedra y parte de su obra, aunque hayamos
pasado por ella de puntillas.
España es sinónimo de cultura y de grandes y buenos autores.
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