David Torres, director general de Desarrollo Rural en la conselleria de Agricultura i Transición Ecológica. / LAURA FLORENTINO ¿Cómo fue el momento en el que entró en política?
Mi primera experiencia política real fue cuando fui diputado
en Les Corts Valencianes cuatro años. Siempre he sido una persona con gran
activismo político, mucho activismo social en las calles, tenía mucha vinculación
con ello, aunque realmente creía poco en la política y era uno de los
desencantados de los que sufrían desafección y también de los que pensaba que
en las calles estaba la política real. Tuve la segunda oportunidad con este
puesto de trabajo. Me ofrecieron trabajar en este puesto haciendo aquello de lo
que yo venía realizando y en lo que pensaba que podía aportar con mi
experiencia laboral. Está acabando la legislatura y creo que es más necesario
que nunca un tercer Botànic, porque la dinámica social, política, social y económica
de la Comunitat valenciana no puede frenarse. Era necesario el primer Botànic,
el segundo también, pero el tercero es todavía aún más necesario, somos un faro
para el resto de comunidades.
“Está acabando la
legislatura y creo que es más necesario que nunca un tercer Botànic, porque la
dinámica social, política y económica de la Comunitat Valenciana no puede
frenarse”
¿Ha cumplido sus expectativas esta forma de hacer política?
Al 100 %. Soy economista, todo el mundo me pregunta siempre
si soy agrónomo porque siempre he trabajado rodeado de agrónomos. Venía de
otras dinámicas y fui el primero de mi familia que consiguió sacar una carrera
universitaria. Cuando terminé opté más por dedicarme al ámbito social. Tenía claro
que quería trabajar y orientar mis capacidades como economista en cooperación. Entré
muy rápidamente en el sector y estuve trabajando cuatro años en Marruecos. Cuando
me llaman para ser director general podrían haberme dado cualquier otra de carácter
más político, pero me dieron esta precisamente por mis capacidades y mis conocimientos
en el sector. Hasta ahora solo he hecho que disfrutar de mi trabajo, he estado
con el sector lo conozco de fuera, me ha abierto muchas más puertas. Me habré
equivocado en muchas cosas como todo el mundo, pero he conseguido montar un
gran equipo y trabajar con recursos limitados, hemos conseguido muchos logros y
han sido por el gran grupo de trabajo muy implicados. Todos tienen una gran vocación
del servicio de cara al sector. He tenido la suerte de encontrar gente fantástica.
El sector tiene una estructura para trabajar muy buena. Todos los recortes que
hubo durante el gobierno del Partido Popular se hicieron en esta conselleria
con gran intensidad, la desmantelaron toda y recuperar eso en ocho años ha sido
muy complicado.
¿Cree que tras la pandemia y en estas dos legislaturas se ha
puesto mucho más en valor la labor de la agricultura?
Por supuesto. Cuando llegó la pandemia llevábamos menos de
un año de legislatura, gestionar todo y que haya ido bien me parece increíble. La
pandemia ha tenido cosas buenas y se han repetido mucho porque ha puesto en
valor el sector agroalimentario y su importancia. No es que no la tuviera, pero
la sociedad por fin se dio cuenta de que tener un sistema agroalimentario
potente en toda la cadena es fundamental. A pesar de que la gente arrasara en
los supermercados nunca faltó ningún producto. Este año hay una merma en la
fruta del hueso muy grande, el kaki está al 40 % por todas las heladas del año
pasado y a pesar de eso sigue sin haber desabastecimiento, nosotros somos la despensa
de Europa. Tenemos un mercado del sector muy grande y la gente se ha dado
cuenta o al menos lo hemos intentado transmitir. Se ha reconocido a los
productores que es una figura que nunca se le había dado la importancia que
tienen, nos ha ayudado a explicar cómo funciona la cadena agroalimentaria y
para que el consumidor tenga también todo el conocimiento para saber que es
importante consumir primero los productos locales porque todos ganamos. Los cítricos
han sido el producto más emblemático, tienen claro que quieren consumir
naranjas valencianas porque son mejores y ayudan a los productores de nuestro
territorio. Lo mejor que tiene la Comunitat Valenciana son sus productos.
“Consumir productos ecológicos no es una moda, es una realidad y pensamos que en la proximidad está el paso para avanzar en esta producción porque se trata de mejorar nuestro entorno”
¿El sector ecológico es una moda pasajera o está asentada en
la sociedad?
Cuando llegamos en 2015 no estábamos en los vagones de cola,
pero casi. No es porque el sector ecológico en la Comunitat Valenciana no
existiera, estaba muy cohesionado con mucha historia y las primeras
certificaciones de ecológico nacieron en parte de aquí cuando aún no existía el
sello europeo. En 2015 había solo 5 millones de euros para todo el sector ecológico,
para todo el periodo de la PAC y con eso evidentemente el sector no podía “explotar”.
Se criticó mucho diciendo que este sector solo representaba menos de un 10 %,
el resto era convencional y que, por tanto, todas las ayudas tenían que ir
allí. Es un sector que da respuesta a algunos de los problemas que tenemos a
nivel global como es la emergencia climática, es rentable y tenemos unas
condiciones muy propicias para producirlo, ¿por qué no tenemos que impulsarlo? Para
2030 el indicador que ha puesto Europa para su tasa de superficie ecológica es
del 25 %. Hay que llegar ahí y nosotros estábamos muy atrás. Se elaboró el primer
Plan Valenciano de Producción Ecológica, participaron más de 1500 personas, se
hicieron muchos talleres de manera participativa y escuchando las necesidades
del sector. Todas las actividades y proyectos que se realizaron tuvieron un ‘boom’
y ahora somos el referente a nivel estatal y uno de ellos a nivel europeo en producción
ecológica, hemos pasado a las posiciones delanteras. Somos una de las
comunidades que mayor está creciendo en cuanto a superficie, producción,
volumen de ventas y representamos ya el 25 % de producción en valor de mercado
de toda España. Estamos creciendo al triple de lo que crece la Unión Europea y
al doble de la media estatal. No solo cumplimos con lo que nos pide Europa,
sino que al ritmo que vamos llegaremos por encima de ese 25 % y vamos a ser
contribuidores netos a que otras regiones que no puedan llegar podamos
ayudarle. No es una moda, es una realidad. Podemos estar a favor o en contra de
lo que diga Europa, pero la cuestión es que lo dice y tenemos que cumplirlo. Debemos
intentar que nuestros productores tengan las mejores herramientas para que
cuando vayan eliminando esos productos, nosotros tengamos esas alternativas. Queremos
cumplir con esa reducción de hasta el 50 % de productos de síntesis, lo estamos
haciendo bien, y estamos adelantándonos. Pensamos que en la proximidad está también
el paso para avanzar en la producción ecológica. Es una visión de mejorar
nuestro entorno.
¿A qué retos se enfrenta el sector agroalimentario en la
Comunitat Valenciana?
El sector siempre está luchando contra la competencia,
especialmente la externa. Los retos no han cambiado. Muchas veces Europa o
incluso el propio estado no suele entender algunas dinámicas y por desgracia no
siempre se legisla aterrizando en el ámbito local cuando son estructuras un
poco superiores. En gran parte del sector lo que más daño nos hace es el intrusismo.
En la citricultura no entendemos que los consumidores consuman producto de
fuera cuando tienen el producto valenciano, eso Europa tendría que defenderlo. Cuando
exportamos fuera de la Unión Europea nos piden unos requisitos que muchas veces
son draconianos. Y en el caso de lo que entra de fuera es más flexible Europa. Uno
de los grandes logros que conseguimos fue el tratamiento en frío de los
productos cítricos que entran de Sudáfrica, lo que viene siendo lo mismo que
nos piden a nosotros cuando exportamos. La Unión Europea debe activar normas de
reciprocidad, lo que a nosotros nos piden para afuera que a ellos se lo pidan
cuando quieren importar. Los tratados de libre comercio no están mal, pero están
mal diseñados, deberían separarse en mi opinión. Al final la agricultura
termina siendo la moneda de cambio siempre. El sector valenciano ha perdido
siempre en estas cuestiones. El gran reto es que el agricultor reciba un precio
justo. Está siempre sobre la mesa y siempre lo están pidiendo. Nosotros no
tenemos una agricultura excesivamente subvencionada. Mucha gente cree que el
agricultor se mantiene gracias a las subvenciones, la agricultura mediterránea por
desgracia es la menos subvencionada que hay, incluso tenemos sectores que no
reciben ni un euro de ayudas. En cambio, hay otro modelo, como los cultivos
continentales que se llevan gran parte de estas ayudas de la PAC porque nació
así. No tenemos agricultores que vivan de rentas, viven del trabajo diario en
el campo. Hay que hacer entender la importancia que tiene que reciban un precio
justo. El consumidor debe ser consciente de lo que paga y luego actuar en toda
la cadena. Hay que velar para que cuando llegue el producto al consumidor el
precio pagado por ello haga que ganen todos. Supone hacer un esfuerzo.
¿Es una dinámica común en todo el país o la Comunitat Valenciana
es de las más perjudicadas?
La batalla por unos precios justos en común en todo el
sector y todas las comunidades, pero tenemos diferencias. Si le hemos hecho
entender a toda Europa la importancia que tuvo el sector agroalimentario
valenciano para que no hubiera desabastecimiento fue precisamente porque el sur
de la Comunitat Valenciana es parte de la despensa de todo el continente. Entendemos
que tiene que valorarse las necesidades de agua en base también a que se aporta
al consumidor y eso es lo que hemos criticado. Para nosotros el tema del agua es
algo innegociable. No es algo que reclamemos solo para los valencianos, esto es
política general porque todos consumimos esos productos. En un futuro podríamos
tener problemas a la hora de suministrar ciertos productos con la calidad y
precio adecuado.
¿Cómo trabajáis en localidades de interior que sufren despoblación?
Desde la dirección general llevamos el programa ‘Leader’ es
el más antiguo de la UE con casi 30 años de desarrollo rural y de lucha contra
la despoblación. Ha durado tanto precisamente por su característica de enfoque
participativo, no son ayudas que estructuramos desde aquí. Este programa se
estructura en grupos de acción local, tenemos 11. Ellos elaboran su estrategia
de desarrollo local y está pensada en los proyectos que ellos van a necesitar
en este entorno. Son micro proyectos, pero tienen una fuerza brutal, de hechos
existen más de 1000 proyectos por todo el territorio y han sido caso 32
millones de euros invertidos. Están muy centrados en lo que se hace en cada
territorio. En el ámbito rural muchas veces solo hay una oportunidad, no puedes
equivocarte. Estas ayudas te permiten esa segunda oportunidad y están muy
pensadas en ello. Ahora estas ayudas están muy orientadas a la iniciativa
privada. En las zonas de interior como la Plana de Utiel-Requena solicitan
empresas para micro bodegas, equipamiento… Tenemos un volumen de petición de
proyectos elevadísimo, más de 300 proyectos en toda la Comunitat Valenciana.
"El sector
del cava de Requena es el de mayor calidad en estos momentos en toda la DO cava y no se merece no tener nombre"
¿Qué papel juega esta conselleria en el proceso judicial
para la denominación oficial de ‘Cava de Requena?
En esta dirección general llevamos todas las figuras de
calidad. Esas tienen un Consejo Regulador que gestiona la figura de calidad, inspección,
certificación y promoción. Nosotros tenemos una ayuda específica a la promoción,
las tutelamos porque son de carácter público-privado y en el cava en concreto
como administración pública formamos parte del Consejo Regulador con voz, pero
sin voto. Cuando se inicia el proceso necesario para buscar la calidad de segmentación
y zonificación para que los cava sea significativos en cada territorio. Cuando se
zonifica al sector le parece bien porque son producciones muy limitadas y de
calidad. Cuando se inicia el proceso político me involucro personalmente en él.
Antes de cada pleno me reunía con ellos para transmitirles los intereses del
sector con una visión más política y menos técnica y de hecho muy bien,
orientamos muy bien la segmentación. De hecho, ahora todos los cavas de calidad
tienen que ser ecológicos y en la zona de Utiel-Requena tienen condiciones casi
naturales de producirlos así. Todo fue bien hasta que llegó el nombre, les
hemos explicado que nosotros llevamos 40 años llamándolo cava de Requena, la asociación
también tiene ese nombre y que no había ningún problema con la DO Utiel-Requena
y que todos estaban de acuerdo. Pusimos sobre la mesa unas cuestiones de porqué
se tenía que llamar así, pero ellos nos planteaban otros problemas. En Requena
la única forma autorizada para que haya cava es el municipio en sí, uno de los
objetivos de la DO es indicar el territorio al consumidor. Tenemos la mayor
densidad de viticultores de toda la DO cava en un municipio, alrededor de 700
registrados. Siempre lo defendimos, intentamos agotar todas las vías políticas,
pero al final jamás se ha votado en la DO cava que se pueda llamar o no
Requena, simplemente no nos han dejado llevar ese nombre, cualquiera otro sí,
pero este no. Tras esto solo vimos la vía de la justicia, se presentaron tres
demandas y se aglutinó en una y ganamos, se nos dio la razón en todo. La sentencia
rebatía todos los argumentos de los que estaban en contra y era muy contundente
y mantuvimos que debían hacer un gesto hacia esta zona y reconocer el nombre de
Requena. Siguen sin compartir nuestra visión y votaron a favor de recurrir,
pero con diferencias, por primera vez hemos roto la unanimidad. Caben dos
opciones que el Tribunal Supremo desestime el recurso o que entienda que hay
que seguir adelante. Esperemos que lo desestime porque si continúa es una
cuestión que durará años. El sector del cava de Requena, el de mayor calidad en
estos momentos en toda la DO cava no se merece no tener nombre. Ya empieza a
ser reconocido, tiene un potencial de crecimiento muy grande y que ya se
consume todo el año.
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