José Salvador Murgui, entregando el Libro del Santísimo Cristo de la Paz y Casinos a Josefa. Hace unos meses me sonó el teléfono, al otro lado de la línea, oigo una voz acogedora, cariñosa y explícita. “-Sabemos que usted escribe la historia de Casinos, y mi madre es de Casinos y tiene más de cien años...” Ahí empezó un dialogo afectivo cargado de historia y de leyendas vividas.
Sóc Maribel Marqués Muñoz… nació el tuteo y se gestaron las vivencias y recuerdos, de nuestra protagonista y con el paso de los días surgió el encuentro. Qué emoción hablar con una mujer centenaria que con una vista tan cansada memoriza muchos momentos de su vida.
Manuela Murgui Rocher, hija de Juan y Andrea, se casa con Luis Murgui, de ese matrimonio nacieron: Julián, Justa, Inés, Manuela, Concepción y Luis. Concepción Murgui Rocher, se casó con Rufino Muñoz Usach, cuyos hijos fueron Elena, Avelina, Honorato y Concepción.
Honorato Muñoz Murgui, se casa en primeras nupcias, con Josefa Bernardina Muñoz Esteban, y de ese matrimonio nacen dos hijas: el 27 de agostos de 1916 nace Josefa B. y Berta, dos años después. Su madre Josefa con 22 años de edad, muere, dejando a sus hijas lactantes, que necesitaba alimento materno.
Las dos hijas, son enviadas a Alcublas, para que una “madre de leche”, como se solía decir entonces las amamantara y cuidara. Las dos hermanas, fueron a casa de Josefa y Clara, las Boticarias de Alcublas, que tenían hijos y se morían al nacer. El hecho de abandonar el hogar materno marco a estas pequeñas hermanas, que posiblemente hubieran podido ser adoptadas en Alcublas por su otra madre, hecho este que jamás se produjo.
Josefina recuerda con cariño: “-Vivíamos en la calle de san Vicente, a espaldas de la cisterna, ¿aún está allí la cisterna? <Me pregunta ilusionada>, en una casa grande con patio y pozo para el agua…”
Recuerda que ocurrió una fuerte nevada y su padre tuvo que ir a Alcublas a recoger a sus hijas. Sabe perfectamente que fue a escuela en Casinos, hasta los once años, con una maestra que se llamaba Doña Pepita Ausias Amorós, casada con don Vicente Martínez, que tenía veinte años menos que su esposa. Josefa con once años, tuvo que abandonar la escuela para hacer la comida para su padre y abuelo. ¡Cuánto sufrimiento en silencio!
Cuando llegó el momento del traslado de la maestra a Torrent y su esposo a Bétera, Doña Pepita, pide llevarse a una hija de otra hermana de la familia, pero la elegida fue Josefa, que marcho a Torrent como asistenta de la maestra, tanta era la confianza con esta asistenta, que había días que nuestra protagonista era la que impartía la clase a las alumnas… fue una lástima no seguir con aquella familia, quien sabe si con el paso de los años, Josefa hubiera obtenido el título de maestra.
Su padre reclamó a las hijas, pero Josefa y Berta, habían descubierto que existía otra vida fuera de Casinos, su pueblo natal, y a la hora de partir su padre las increpó: “-Las hijas de Honorato, no se van a servir a nadie…”, pero la respuesta fue contundente: “-Las hijas de Honorato, no saben si se van para servir o para ser servidas… pero se van.” Y marcharon a Alfara del Patriarca, Josefa con el Sacerdote, hijo de Casinos Don Francisco Muñoz, y Berta con el Secretario del Ayuntamiento D. Pascual Muñoz, igualmente hijo de Casinos. Con el trabajo que hacían, atendiendo ambos hogares, pudieron recoger lo suficiente para adquirir la dote para casarse.
Cuenta Josefina que en Alfara tenía que ir una Jerarquía a las fiestas mayores, y estaba ensayando el saludo ante la advertencia de Don Paco, de cómo tenía que saludar al invitado, posiblemente era el Obispo… y ella a la puerta de la casa ensayaba la reverencia con que recibiría al prelado, y a la voz de “usía” hacía una leve inclinación, y en uno de esos ensayos, se presenta la Autoridad, coincidiendo con el saludo, en ese momento oyó una voz que decía, “-molt bé, molt bé…” con lo que se ahorró el saludo.
Josefina fue una mujer valiente, también vivió la guerra civil, y recuerda dos hechos que ocurrieron: “iban las madres en un camión tapadas con mantas, camino de Alcublas, a ver los hijos que estaban en el frente, y los soldados iban en otro camión. Cuando los camiones se cruzaron por el camino, pararon y bajo un mando vestido de militar y con botas, que les increpó. Josefina se armó de valor y le dijo: <-Más le valdría que tuviera consideración con la gente mayor.> En ese momento, reparó que conocía al soldado, de nombre Mario… (Quizás algún amigo o pretendiente de aquella época) y ante esas palabras, el soldado no les hizo ningún daño.” Después supo que Mario, estaba en la cárcel, se había quedado ciego y Josefina intentó ir a visitarlo… con el paso de los años este joven murió. Aunque nunca más se supo de cómo fue su vida.
Otro día estaba Josefina en Valencia, subió a un tranvía, al subir el conductor, reparó en una cruz que llevaba colgada al cuello y le dijo: “-eso fuera, fuera”, señalando la cruz, a lo que respondió Josefa: ”- eso hago, llevarla fuera, ¡como dicen…!” lo que acabo como un chiste ingenioso de nuestra mujer.
Nació el amor en Casinos, conoció a Joaquín Marqués. Joaquín era amigo de Juan Antonio Murgui, que regentaba las Bodegas Murgui en Valencia, una de las amistades que tenían en la capital, era la carnicería “Gran estil” que en aquellos tiempos estaba por detrás de las oficinas de Correos. El propietario de esta carnicería era de procedencia catalana, y le comentó a Juan Antonio: “-Señor Murgui, ¿Vd. no conocerá a alguna persona de su pueblo para que vaya a cuidar un finca que tengo, (pensando que la gente del pueblo es muy honrada)?” Juan Antonio Murgui se lo comento a Joaquín, al que le unía una gran amistad ya que salían juntos al teatro, y Joaquín se interesó.
Una vez tomó la decisión Joaquín lo comentó con su novia Josefa, que no puso objeción alguna, y pensaron en casarse rápidamente, en plena juventud, para emprender la nueva vida.
Se casó con Joaquín Marqués Vidal un cinco de enero de 1944, en la Iglesia de Casinos. Pascual era hijo de Pascual Marqués y Juliana Vidal, conocida la familia como “Pajaritos”, dado que tenían un perro con ese nombre, y desde aquellos tiempos ha perdurado este cariñoso nombre de la familia. Pascual aprendió el oficio de panadero en el horno de la plaza, horno que en su día fue obra de Juan Rocher y de su esposa Andrea Murgui.
Después de la boda, marcharon como caseros a la finca de Alzira, y el matrimonio ya se instaló en la Ribera. Los hijos nacidos fueron: María Josefa del Pilar, María Julia Vicenta, José Joaquín, Juana Berta, y María Isabel Marqués Muñoz, todos nacidos en Alcira desde 1944 hasta 1957. Josefa y sus hijas comentan orgullosas lo felices que han sido y vivido toda la familia.
Años más tarde el destino los condujo hasta Benifaió donde el padre volvió a ejercer el oficio de hornero que aprendió de joven en Casinos instalando en esa ciudad el negocio familiar. Benifaió, es el actual pueblo de nuestra ilustre centenaria, que su Ayuntamiento hace cinco años le rindió un cálido homenaje con motivo del centenario de su nacimiento.
Josefa me despide con una poesía, muy antigua: “Casinos ya no es Casinos, que es una gran ciudad, que por las rochas de Alcublas, baja la electricidad.” ¡Cuanta memoria retienen sus palabras, y cuando amor se desprende de sus ocultos ojos!
Josefina, cuando en Benifaió, pasa la procesión de la Divina Aurora, ha improvisado un gesto único, ella pensó: “-Unas personas, le dicen piropos, otros arrojan flores a su paso, otros dicen vivas… ¿yo que puedo hacer?: Tirar cohetes de colores iluminado el paso de la procesión.”
Y Josefina con sus hijos y nietos, no dudan en prender fuego a los cohetes que ponen la nota luminosa en el acto. Son tres generaciones las que hacen esta ofrenda, porque a Josefina siempre le ha gustado el movimiento y la emoción.
Casualidades de la vida, el otro día conocí en Sevilla a una persona que me comentó que su abuela había sido maestra en Casinos, esta noche he conectado con ella, y efectivamente, la maestra fue Josefa Amparo Ausias Amorós… cual ha sido nuestra sorpresa al conocer que vive una alumna de 105 años. Estas son las grandes recompensas que te ofrece conocer a buenas personas junto a amar y estudiar la historia de Casinos, y llevar el nombre de nuestro pueblo en los labios y en el corazón.
Josefa Bernardina Muñoz Muñoz, destellas en todo tu ser el nombre glorioso de Casinos, llevas el sello de los nombres y apellidos de aquellas familias que nos dieron pueblo, religión, independencia e historia, en este momento cumbre de tu vida recuerdas a ese Casinos, que conociste de niña, que amaste como vecina, que lloraste como huérfana, y que dejaste buscando un mundo mejor… pero siempre has tenido muy cerca a alguien que desde el cielo jamás te abandonó, seguro estoy que tu buena madre que tan joven os murió, siempre en el cielo ha rogado por vosotras, ya que en Alfara al lado de Moncada, en Benifaió y en Casinos tenemos por patrona a Santa Bárbara, la que siempre os ha acompañado en vuestro peregrinar por esta tierra.
Desde el más profundo agradecimiento, felicito a Josefina en su 105 aniversario, ella recuerda a su familia de Casinos, pregunta ¿-quién queda?... Queda ella, ella, sus hijos, sus nietos sus sobrinos, los de su hermana Berta… que aunque no hayan vivido en Casinos, el recuerdo vivo sigue permanente, la distancia no ha sepultado la historia, y cuando nombras Casinos, el alma se enorgullece por el amor derramado a lo largo de una vida.
De Juan Rocher y Andrea Murgui Muñoz a Josefina Muñoz Muñoz, que recordaba cantando aquello de “vuelve a Casinos, en busca de aquel amor, y la encontré tiernamente y con pasión, esa mujer que un día lloró por mí, son los primeros amores que en casinos, yo conocí.” Josefina es tu día, tu año: ¡Casinos dulce aldea pueblo de mi corazón, dime que no me olvidas, que muy pronto volveré yo!
Gracias a esta querida familia por abrirme las puertas de su casa y poder abrazar a una mujer tan grande que ha sido un eslabón de nuestra historia.
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