Estrenamos 2021 y con el año nuevo llegan los buenos propósitos. Uno de ellos, sin duda, será tener más paciencia, una virtud que durante este 2020 ha sido tantas veces reclamada para poder sobrellevar las consecuencias de la pandemia. Para este 2021, la paciencia volverá ser suplicada y más lo será para los muchos conductores que sufren cada día la cadena de despropósitos del concejal de movilidad del Ayuntamiento de Valencia, Giuseppe Grezzi.
El concejal de Compromís, protegido por el Sr.Ribó y con el beneplácito del Partido Socialista del País Valencià, ha cerrado un año redondo – y entiéndame el lector la ironía- con su política “amable” con el tráfico.
Empezó convirtiendo la C/Colón en una auténtica ratonera para los centenares de conductores que pasan diariamente por la principal arteria comercial de la ciudad que vieron como se limitaba de un plumazo los dos carriles por los que podían circular a tan sólo uno. A día de hoy, estamos todavía esperando el comunicado de los ecologistas de Compromís y del PSPV denunciando la contaminación atmosférica que provocan los atascos que vemos (sufrimos) todos los días.
Como el despropósito le supo a poco, decidió consumar sin el consenso ni de vecinos ni de comerciantes una peatonalización provisional del Ayuntamiento con maceteros verdes tan horribles como caros (recordemos que la pieza se ha pagado a 1.000 euros) y que fue noticia nacional por pagar a precio de oro este mobiliario tan impropio del entorno patrimonial de la plaza.
En plena pandemia y en lugar de comprar mascarillas y ayudar a los comerciantes, el progresismo de la izquierda decidió desembolsar 1,2 millones de euros en esta peatonalización hecha a retales y que está siendo investigada por la Agencia Antifraude porque los adalides de la transparencia y del buen gobierno decidieron hacer una contratación exprés a una empresa de un alto cargo de la Generalitat Valenciana.
La reprimenda les ha llegado hasta del Consell Valencià de Cultura que cuestiona el “urbanismo táctico” empleado en este proyecto e implora una “reconsideración radical” de las actuaciones llevadas a cabo. Ahí es nada.
El problema de Compromís y del Sr.Grezzi en particular es que ni escucha ni atiende a razones. Funciona a golpe de caprichos y el asunto quedaría en una anécdota o en un rifirrafe político más, si no fuera porque estamos hablando también de la seguridad vial. De la seguridad de los peatones, de los conductores y también de los ciclistas porque el carril bici que la Concejalía de Movilidad ha construido en la Gran Vía Fernando el Católico no ha dejado indiferente a nadie.
Taxistas, conductores de la EMT y hasta reconocidos activistas pro carril bici han denunciado la peligrosidad del carril bici de Fernando el Católico que incumple la normativa estatal. La DGT recomienda un mínimo de 1,50 metros en este tipo de vías, pero el trazado puesto en marcha es de 1,20 metros, llegando incluso a un metro en la parte que pasa entre las calles Azcárraga y San Ignacio de Loyola.
Sus denuncias han caído, una vez más, en saco roto. Y prueba de ello es que la Concejalía de Movilidad ha seguido con sus planes y ha querido dar las campanadas este año colocando los llamados “cojines berlineses” en el puente de Ademuz, en Nuevo Centro. Estos badenes ya tuvieron que ser retirados en la CV-500 por el peligro que representaban, pero al gobierno de Ribó parece que le da mismo.
El error no está en peatonalizar ni en construir carriles bici. El problema está en hacerlo mal, sin consenso, sin un proyecto integral respetuoso con el entorno patrimonial como ha pasado con la Plaza del Ayuntamiento, y sin informes de Policía Local y Bomberos, en el caso de los carriles bici.
Lo dicho, para este 2021 vamos a necesitar mucha paciencia. Mucha, porque Compromís, con el Partido Socialista de comparsa, han conseguido que esta ciudad viva en un atasco permanente.
PD: Estimado lector, les he ahorrado los episodios del incendio de 17 autobuses en las cocheras de la EMT y del cierre en falso de la comisión de investigación de la estafa de 4 millones a la EMT con un gerente (ya ex) íntimo de Grezzi al que se le pagó 15.000 euros de más por su cese y que sólo devolvió cuando el PP lo denunció. Esos capítulos merecen otro artículo.