Jesús de Salvador. / EPDA Aún con la resaca de la no fiesta, terminó ya, hace unos días, una semana de múltiples celebraciones tanto de la Patria chica como de la Madre Patria (aquí ya se me han enfadado mis amigos más nacionalistas) tanto por el 9 de octubre como por el 12 de octubre, y es buen momento también, además y después del boato y de las conmemoraciones, para hacer recapitulación de alguna cuestión muy doméstica, incluso en la economía, porque Don sin din patatas en latín, si me permiten la vulgo expresión.
Porque hay que reconocer que en demasiadas ocasiones, y esta es la cuestión, los valencianos no nos ponemos de acuerdo ni nosotros mismos, por ejemplo, para empezar, las celebraciones de este 9 de octubre pasado, en las que la lluvia a salvado a Carlos Mazón de una bochornosa procesión pues algún dirigente de la oposición manifestó que “difícilmente puede ser cívica”. Unos lo ven como un recordatorio de la identidad nacionalista valenciana, a celebrar por la tarde con una manifestación que en demasiadas ocasiones acaba en gresca violenta; otros en cambio lo ven como un recuerdo costumbrista, de como Jaime I conquistó Valencia y lo celebran procesionando ordenados y muy formalitos por la mañana.
Aquel 9 de octubre lo que ocurrió (aunque el periodista y escritor Baltasar Bueno ha publicado otra versión con otro orden cronológico) es la reincorporación a la Cristiandad del reino de Valencia, mediante la celebración de una procesión, con misa, e incluso un Te Deum, en el rey Jaime I y la reina Doña Violante iban acompañados por los arzobispos de Tarragona y Narbona, entre otros, por lo que de procesión cívica, más bien no, fue una procesión religiosa coronada con una misa y un acción de gracias, toda una concatenación de actos religiosos con su completa liturgia, y que no se me disgusten los ofendiditos más laicos, la Historia es la Historia.
También otro de los desencuentros, y este es uno de los más importantes, es la defensa de la historia y lengua del Reino de Valencia.Unos las defienden como propia, el valenciano, eso si con poca fortuna fuera de nuestros límites autonómicos, primera lengua romance en la península en tener un siglo de oro, aunque curiosamente un gran número de ellos hablen sólo español, y miren por el rabillo del ojo a Madrid; y el otro bando defiende el sucursalismo histórico y lingüístico a la burguesía/capital catalán, mirando envelesadamente a Barcelona, porque Barcelona és bona si la bossa sona, y eso sí, alardean de que los auténticos y mayoritarios parlantes del valenciano son ellos, que como insistentemente repiten para ellos es lo mismo que el catalán, porque los blaveros, según ellos, hablan sólo castellano y son botiflers.
Por otra parte, y es otro caso, la diferente fortuna más bien poca, conque se celebra en Valencia el 12 de octubre, día de la Hispanidad, de España y por supuesto de la Guardia Civil, celebración muy sentida por una gran parte de la ciudadanía pero por otra muy ignorada e incluso rechazada, pues lo considera, entre otras cosas, el inicio del genocidio indio ergo leyenda negra. Aquel fecundo acontecimiento, hay que reconocer pues es un hecho, del descubrimiento de América cambió la historia y todas las relaciones globales y culturales. Además fue fundamental para Occidente, así como para la Cristiandad, dado que el mayor número de fieles, gracias a la labor misionera de la Monarquía Universal Hispana, están en aquellas tierras.
Y lo más lamentable de la no celebración, como debería de ser, es que en parte aquel acontecimiento se produce gracias a la visión de un valenciano, Luis de Santangel, servidor de la monarquía, primero en la Corona de Aragón y después en la Monarquía Hispana, que convence primero a Cristóbal Colón, para que no se marche a otro reino conla propuesta de su aventura transoceánica, para después convencer a SSMM los Reyes Católicos, a los efectos de que financiasen esa expedición. Una estatua representando ese encuentro de los Reyes Isabel y Fernando con Luis de Santangel y Cristóbal Colón sería una iniciativa, un proyecto perfecto para recordar en Valencia ese acontecimiento sin igual.
Como tampoco nos ponemos de acuerdo, en cuestiones más domésticas como antes citaba, en la economía. Unos defienden una economía capitalista industrial, dinámica, flexible, exportadora y abierta el mundo aunque en bastantes ocasiones no la sepan poner en marcha, por avaricias y especulaciones varias, e incluso provoque desigualdades socioeconómicas; mientras que otros defienden una economía más cerrada o circular, más inclusiva, más autosuficiente con mínimo impacto medioambiental y muy pocas nuevas infraestructuras (con ese símbolo de la no ampliación del puerto) volviendo a la España de la alpargata, y los mercadillos de ropa interior y otros productos en las plazas mayores de las principales capitales. Aunque ese sistema de la venta directa de los productos del campo en la ciudad, obliga al agricultor-productor,después de trabajar entre semana transformarse en comerciante-vendedor los fines de semana, dejándolo sin un auténtico descanso, como alguna vez me ha recordado mi amigo el Marqués de Foyos.
Y la anterior discrepancia es un gran problema para nuestro auténtico progreso, porque una de las cosas que necesita, si o si, la economía es la estabilidad, la seguridad jurídica, para que el inversor, el emprendedor, y como no el autónomo esté tranquilo con el retorno de los beneficios tras su esfuerzo; y los diferentes factores en la producción y distribución de la riqueza fluyan de la forma más soft y sencilla en nuestro tejido productivo, sin obstáculos administrativos.
Finalmente, otro ejemplo de disparidad de posiciones dentro de la economía, es el estar a favor o en contra de las cooperativas, el tercer sector, esa forma asociativa dentro de la economía, para que los pequeños puedan ganar tamaño. Muy necesario en ciertos sectores, y que en el minifundismo agrario valenciano adquiere, al menos para la comercialización, una innegable justificación. Porque para sus furibundos críticos, recordarles que también hay empresas que en ocasiones fracasan por mala gestión, o la existencia de un ecosistema económico inviable por normas foráneas (como las de la UE o las de la agenda 2030).
Y también, por ejemplo, para el día en que las tres administraciones se pongan de acuerdo con normas y actitudes que faciliten la construcción de casas, aquí todo es piar pero nadie da grano, recordemos como las cooperativas de viviendas han sido muchas veces un sistema más económico y directo para conseguir, por fin, un domicilio donde asentar el proyecto de toda una vida. Eso sí, si no se cae en la estafa de las viviendas de aquella PSV, avalada por la UGT, que fue condenada por la Audiencia Nacional pero absuelta por el Tribunal Supremo, y aquí no existió debate sobre lawfare.
Ya ven demasiadas ocasiones en las que no nos ponemos de acuerdo los valencianos, lo cual es uno de los aspectos más negativos y que más nos impiden en desarrollar y alcanzar todo nuestro potencial social, económico, y por supuesto político, la necesidad de un gran liderazgo, como ocurrió en aquel 9 de octubre, urge, ánimo.
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