Antonino Muñoz. / EPDALas mociones representan una de las herramientas fundamentales dentro de la actividad política municipal. Son propuestas presentadas por los partidos en el pleno del Ayuntamiento con el objetivo de mejorar, reformar o innovar distintos aspectos de la ciudad. Cómo puede ser adaptar la ciudad a la comunicación visual para la discapacidad. Una vez debatidas, estas mociones pueden ser aprobadas o rechazadas en función del juego de mayorías. Sin embargo, la aprobación de una moción debería significar algo más que una simple declaración de intenciones: debería traducirse en acción.
Lamentablemente, en nuestra ciudad nos encontramos con una preocupante realidad: 40 mociones aprobadas en pleno no han sido ejecutadas. Además, hay 58 mociones que sí han sido implementadas, pero de manera parcial. Desde el grupo municipal pedimos 13 de estas, por lo que conocemos de primera mano esta dejadez. No estamos hablando de proyectos recientes, sino de iniciativas que llevan acumulando polvo en los cajones desde el año 2016. Este incumplimiento no solo refleja una falta de compromiso con los ciudadanos, sino también un desprecio por la institución y el consenso alcanzado en los plenos.
Aún más grave resulta el hecho de que muchas de estas mociones fueron aprobadas por unanimidad, lo que significa que contaban con el respaldo de todas las fuerzas políticas. Sí hubo acuerdo en su necesidad y viabilidad, ¿cómo se justifica su olvido? La falta de voluntad política y de seguimiento convierte estas iniciativas en meros gestos vacíos, traicionando la confianza depositada por la ciudadanía en sus representantes.
Es imprescindible que el ayuntamiento establezca mecanismos eficaces de seguimiento y rendición de cuentas, y mejoras en transparencia pero de eso ya hablaremos otro día, como podría ser una comisión o un protocolo de recuerdo en los plenos. No puede ser que las mociones aprobadas queden en el limbo por años. Se requiere un sistema que garantice que cada propuesta avalada por el pleno sea ejecutada en tiempos razonables y con la transparencia debida.
Los políticos deben dejar de utilizar las mociones como una simple estrategia para la foto y dedicarle tiempo a que sean una realidad. La política no es sólo un escaparate de buenas intenciones; es, ante todo, dedicación y acción. Si las mociones aprobadas son beneficiosas para la ciudad y cuentan con el respaldo necesario, deben salir del cajón y convertirse en realidades palpables. La ciudadanía merece más.
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