Mar Traver /EPDAEn 2015 el Partido Popular, ese partido tan amante de vaciar la palabra libertad, promulgó la Ley 4/2015 sobre seguridad ciudadana conocida por todas como la ley mordaza. Una ley diseñada para desproteger a la ciudadanía y blindar al Estado y a sus agentes ante la protesta a través de la limitación del derecho fundamental de libertad de expresión y estableciendo desproporcionadas multas pensadas para que quienes creemos en la protesta como método legítimo de presión nos lo pensáramos dos veces. ¿Quién va a protestar contra un desahucio si te pueden sancionar con hasta treinta mil euros? ¿Quién va a protestar frente al Congreso si te pueden multar con hasta seiscientos mil euros? Y no se te ocurra grabar una actuación policial si no tienes otros seiscientos mil más en el banco...
Pues bien, Unidas Podemos y el PSOE llegamos a un acuerdo de gobierno para derogar esta sangrante norma pero parece que para el Ministerio de Interior nunca es el momento. Andarán liados limpiando las cloacas del Estado y buscando la cuadra de ese tal Pegasus (nótese la ironía).
La lista de compañeras y compañeros acosados por el aparato policial de Rajoy es larga y todavía sentimos sus consecuencias. Isa Serra, condenada injustamente por una protesta, el compañero Alberto Rodríguez condenado y privado de su escaño en el Congreso por una agresión que no han podido probar pero claro, contra la palabra de la policía con carta blanca es difícil defenderse... Aquí en nuestra tierra no ha sido un tema menor, sino un tema mayor, como diría Rajoy. Nuestro compañero recientemente fallecido Ramón Alcañiz, iaioflauta e incansable luchador al que quiero también agradecerle su lucha y su entrega, fue multado con seiscientos euros por manifestarse contra el autobús del odio de la fundación ultraderechista Hazte Oir. Unos difunden odio y se aprovechan de beneficios fiscales por las donaciones millonarias de los grupos ultras con vínculos incluso con los ultranacionalistas rusos de Putin y otros luchan por la libertades y les caen multas. Todo correcto, normalidad democrática en una democracia plena según dice Inda en Al Rojo Vivo y Marhuenda en La Sexta Noche.
Otro caso paradigmático es el de Amparo Molina, otra iaioflauta, sentenciada injustamente por unas supuestas agresiones con una pulsera y una bandera. El Tribunal Supremo le ha condenado a once mil euros con base en unas declaraciones policiales beatificadas (porque van a misa indiscutiblemente) por la ley mordaza. Esto es insostenible. Esto es totalmente insostenible.
La ley mordaza debía estar derogada para ayer, o mejor dicho, para el día siguiente en el que echamos al corrupto Partido Popular de la presidencia del Gobierno. La ley mordaza no solo estrangula los derechos y las libertades de todas las personas, no solo ahoga toda pretensión de huelga o manifestación, no, está castigando la vida de la gente humilde que como Amparo luchamos en las calles con una pulsera y una bandera mientras la ultraderecha vierte odio contra judíos, mujeres, homesexuales, rivales políticos e incluso contra el propio Gobierno impunemente. ¡Haga el favor, si le place, de baja el brazo, señorita! se veía recientemente en una foto a un policía advirtiendo a una joven fascista...
Es hora de derogar la ley mordaza y aprobar una ley adecuada a los tiempos y que devuelva la libertad a las personas. Es hora, y ya tarda, de conceder el indulto a Amparo Molina, no como un acto de gracia o de perdón pues no tiene nada de que disculparse de cara a la sociedad, sino como un acto de pura justicia. Nadie le va a reparar el daño que ya ha sufrido, pero lo que es de justicia es de justicia. ¡Indulto para Amparo Molina! ¡Indulto ya! Mientras tanto, y esperando a que se haga justicia, en el Teatre Micalet la plataforma en solidaridad con Amparo organiza un concierto solidario el 10 de junio para echarle un cable ante la injusta condena. ¡Allí, donde se defenderá la libertad, estaremos! ¡Sí se puede!
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