Poner del poderoso al descubierto
el cinismo y también la hipocresía,
es llevarte a sufrir la intolerancia
y a ser amenazado muchos días.
El poder oligarca no perdona
a quien le planta cara con verdades,
le gusta que le halaguen sus lacayos,
plegados siempre a sus santas voluntades.
Y no comprendo cosas que no entiendo,
que al mentiroso se halaga y se le adula,
y al que habla con verdad se le maltrata,
y si pueden su voluntad anulan.
El “pelota”, sin pudor indignamente,
se arrojará a sus pies como una alfombra,
y como una babosa estará siempre
genuflexo lamiéndole las botas.
En cambio el hombre digno que no dobla
sufrirá en sus carnes la venganza,
que intentarán de una o cien maneras
hacer quebrar su honor y su templanza.
Pero a mi me enseñaron que podría
perderlo todo por mor de la ruindad,
pero que no perdiese, ni siquiera un día,
lo más sagrado, y es: ¡la dignidad!
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