Portada del libro de poemas de Antonia Navarrete
¡Dime,
madre!:
si
alguna vez tendré cura,
si
yo podré levantarme
sin
recordar la atadura
de
esta dolencia tan grande.
¡Dime,
madre!:
si
podré mover mis manos
y
acariciar tus mejillas
cuando
tú me estés besando
sin
recordar pesadillas ,
¡Dime,
madre!:
si
pisaré yo la tierra
con
la suela del zapato
dejando
limpia la huella
y
olvidarme de su rastro.
¡Dime,
madre!:
¿Quién
verá mis ilusiones
con
las que yo voy soñando
y
suplicándole al hombre
que
me quite ya los llantos?
¡Dime,
madre!:
si
yo correré algún día,
si
saltaré como un niño
sin
que nada me lo impida
siendo
libre como un rio.
¡Dime,
madre!:
¿Quién
quitará la atadura
que
tanto daño me hace?
Yo
espero la herradura
que
me ayude a levantarme.
No
me ocultes la verdad,
pues
tengo que conformarme
con
esta grave enfermedad
hasta
que puedan curarme.
Mis
pies nunca me obedecen,
no
hay ciencia que lo descubra,
quizás
ya pronto nos llegue
la
luna que nos alumbra.
ANTONIA NAVARRETE LEBRATO. NOVIEMBRE 2010
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