Ayer
se cumplieron 30 años desde aquel fatídico 23-F de 1981, del golpe
de Estado más chusco de la Historia. Un tiempo más que suficiente
para olvidar. Sin embargo, y como informa un estudio de Metroscopia,
el recuerdo de aquel día sigue más que patente en la memoria
de aquellos que lo vivieron. La razón, explica este trabajo, se
debe a que la mayoría cree que recordándolo, no volverá a
suceder.
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Y
esto es lo que han hecho los alcaldes del Camp de Morvedre,
quienes han relatado a EPDA qué estaban haciendo, cómo se enteraron
y qué sintieron al conocer la noticia del Golpe de Estado del
23-F.
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Alfredo
Castelló, alcalde de Sagunto, ha relatado a EPDA que “estaba en
clase, cursando COU en Valencia, cuando de repente, y sin más
explicaciones nos dijeron que se terminaban las clases del día.
Esto produjo una gran alegría, al desconocer el por qué de la
situación”. El alcalde de la capital de la comarca ha reconocido
entre risas que no se enteró de la noticia hasta que un hombre paró
a recogerlo, ya que hacía auto-stop para llegar hasta Puerto de
Sagunto. “Un hombre paró, me subí y me dijo: Ha entrado ETA en el
Congreso”. Corriendo, al llegar a casa Alfredo encontró un
ambiente de preocupación en la familia, pero él, llamó a su
amigo, Emilio Adán y se fueron a tomar una cerveza. “A las 9 de la
noche también nos echaron del bar, y desconociendo el toque de
queda, llegué a casa, donde mis padres casi me matan”.
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Por
su parte, el alcalde de Estivella, Robert Renau, recuerda a la
perfección ese día, tanto por el golpe como por la situación que
tuvo que vivir. “Yo trabajaba de comercial en una joyería de
Valencia y al volver de Ontinyent de visitar a un cliente me
enteré por la radio. Fui a recoger a mi mujer, mi hijo y mi suegra
que estaban en el médico y volví a casa”. Hasta aquí todo
normal, sin embargo, y de forma paralela, varias personas
aprovecharon el golpe y entraron a la joyería, encadenando a la
jefa de Renau y robando en las instalaciones. Robert tuvo que ir a
liberarla mientras los tanques se paseaban por la ciudad.
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El
máximo representante de Quart de les Valls, José Sevilla, ha
manifestado que “al enterarme por la radio de los sucedido sentí
mucha rabia y frustración. Había costado mucho llegar hasta allí y
no quería que todo se fuera por el aire. Pasé la noche en vela, en
familia, indignado, pero sin miedo”.
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A ver los tanques
Quien
tampoco tuvo miedo fue Filibert Prats, quien al enterarse de lo
sucedido cuando con tan sólo 18 años trabajaba en las
instalaciones del campo de Fútbol del Levante, salió de su trabajo
y se fue a ver los tanques, como si de un espectáculo de teatro se
tratara.
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Juan
Arnal, alcalde de Algar, que en aquel año vivía en Alaquàs,
se enteró de la noticia por la radio, al volver a casa de hacer
unos recados. “Me encerré en casa con mi familia y se me ocurrió
grabar todo lo que se estaba contando por la radio. A día de
hoy aún conservo estos históricos documentos”.
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El
alcalde de Canet, Octavio Herranz tenía 12 años. “Yo vi que
en mi casa mis padres, sobretodo mi padre, estaban muy asustados.
Además, mi hermano de 18 años y sus amigos estaban estudiando
en casa y sus caras, no preveían nada bueno. Mi recuerdo de ese día
es la preocupación y la angustia de mi familia”.
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Aunque
era muy pequeño, con tan sólo 7 años, Toni Gaspar, alcalde de
Faura, recuerda a la perfección este día. “Estaba en casa de
mi abuelo jugando con una pistola que me habían traído los Reyes.
De repente vi a un señor en la tele apuntando con una pistola al
cielo, y yo le imité e hice lo mismo. Mi abuelo, que me vio me
arrancó el juguete de las manos. Nunca más volvía a verlo”.
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El
representante de Torres Torres, Agustí Melchor, ha explicado a
EPDA que “yo estaba de profesor en un colegio de Valencia,
dando clases de repaso. De repente, comenzaron a entrar madres
en el aula, coger a sus niños e irse corriendo, sin más. Melchor
salió de clase y al coger el coche para ir a casa, donde se
celebraba el cumpleaños de su hijo pequeño, se enteró de todo por
la radio.
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Pepe
Terrádez, alcalde de Alfara de la Baronía reconoce que “para mí
fue un día normal. Estaba trabajando en la farmacia de la
localidad y alguien entró y me avisó, pero no le di mucha
importancia. Al llegar a casa me lo contaron y pensé: ¡Vaya
barbaridad. Estos animales qué están haciendo?.
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Toni
Hernández, munícipe de Petrés, se encontraba en la barbería en
Sagunto. Se enteró por la radio y fue a recoger a su prometida,
que se estaba probando el vestido de novia, ya que a la semana
siguiente se casaban. “Quitando el enfado por la situación,
explica, fue un día bastante normal”.
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Paco
Salt, alcalde de Algimia de Alfara que en aquel entonces vivía
en Valencia fue testigo en primera persona del ir y venir de los
tanques. “Pasé la noche en vela, intentando informarme y con
una pena profunda por todo el esfuerzo que había realizado mi
generación para conseguir libertad”.
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En Makro, comprando
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Por
su parte, Paco Huguet, alcalde de Quartell se encontraba en
Makro con su mujer, realizando la compra, y se enteró del golpe
al subir a casa y poner al radio. “En aquel entonces era gerente de
una empresa de gas de servicio público, por lo que al llegar a casa
tuve que organizar a todos los trabajadores para que al día
siguiente estuvieran en su puesto de trabajo. Pasé la noche
preocupado, inquieto, sin saber qué iba a pasar y… trabajando”,
recuerda.
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El
que no recuerda nada es el alcalde más joven de la comarca, Boro
Costa de Gilet, quien tan sólo tenía dos años en 1981. “Eso sí,
cuando hablo con mis padres de ese día, siempre me cuentan que
mi abuela llegó a casa, en Oliva, corriendo y gritando: ¡Vámonos
a comprar que vuelve la guerraaaaaaaa! Sin duda, un día para no
olvidar.
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