Título:Drácula. La leyenda jamás contada
La historia nos cuenta como Vlad Tepes (Vlad el Empalador), príncipe de Rumanía, pasó a convertirse de un hombre que protegía a su familia y a su pueblo a la terrible criatura conocida por todos. Criatura que inspiró a Bram Stocker para crear su famosa obra literaria.
CRÍTICA:
Hoy no voy a hacer mi típica introducción, no porque el personaje lo desmerezca, sino, más bien por todo lo contrario, la historia del personaje es tan atractiva que mi introducción se va a basar en contar una pequeña parte de su vida.
Vlad, fue un señor feudal de los Cárpatos, era príncipe de Valaquia, un territorio de la actual Rumanía. Vivió en el siglo XV aterrorizando a las masas y siendo objeto de adoración por otros tantos, debido a su firmeza a la hora de gobernar, se cree que mató entorno a unas 100.000 personas, una cifra nada desdeñable para la época. Famoso por su extrema crueldad, acostumbraba a empalar o desollar a sus víctimas (el desollamiento consiste en arrancar la piel) y parecía disfrutar con esas torturas, se dice que untaba pan con la sangre que caía de los empaladas, de ahí viene el mito de bebedor de sangre. Pero esta es otra historia, no es ni la historia de Vlad Tepes (Drácula) ni la de Bram Stoker, quien casualmente nació tal día como hoy, un 8 de Noviembre, pero de 1847.
La historia se centra en los orígenes del reinado de Vlad Tepes, que sembró el terror tanto en la población, como en sus enemigos por sus terribles métodos de tortura. Trata de mezclar el mito contado por Bram Stoker y la historia real del príncipe de Valaquia, una visión muy particular del director donde el amor tendrá un papel trascendente en el desenlace final del film, superando muchos dilemas que le surgirán a lo largo de su reinado.
Primero nos llega un planchazo en la mejilla con Yo, Frankenstein y ahora ponemos la otra mejilla para llevarnos de nuevo otro con Drácula, la leyenda jamás contada y es que como su propio nombre indica, jamás se tuvo que haber contado, dos de los mayores mitos de la historia del terror, pisoteados como muñecos de trapo.
Realmente, no sé si lo que he visto es una historia de terror, un relato épico, una historia de amor, un canto franciscano por el poder de Dios o un popurrí con el que trata de mezclar esos cuatro aspectos sin que sobresalga ninguno, porque el film no funciona ni obtiene resultado ni en el terror ni en la épica, más bien parece un personaje extraído de los X-MEN, capaz de derrotar él sólo a ejércitos enteros.
La ausencia de terror y de maldad se suple con la bondad de un gran corazón, capaz de entregar su vida por los suyos y de sufrir una serie de martirios sin importarle el suplicio que ello significa, vamos, parece más una víctima del empalador que sacrifica su vida aún sabiendo que va a pasar por el tormento del desollamiento que el nombre al que hace honor su apodo de "hijo del diablo" (Drácula).
El comienzo del film es prometedor y el personaje no puede ser más atractivo, tanto si el director hubiera escogido la vertiente histórica, como si se hubiera mantenido fiel a la leyenda del príncipe de las tinieblas, pero no, el director lo convierte es un superman y pese a que la idea podía haber funcionado, pierde todo el sentido porque se olvida de profundizar en el terreno argumental y narrativo, dando paso a los efectos que se comen la historia, después de un atractivo inicio el desarrollo se convierte en una caricatura marvelesca del villano más famoso del cine, el resultado de tal atrocidad no se muy bien si es consecuencia del bombardeo constante de películas de superhéroes, de la moda de la humanización de los vampiros tipo "Crepúsculo" o por la suma de advenimientos en forma de películas de acción de vampiros que luchan en favor de la armonía terrenal "Underworld, Blade, ..." en cualquier caso, toda una decepción, sobre todo para los amantes del cine vampírico.
Lo mejor:
El inicio y los efectos especiales son decentes.
Lo peor:
La destrucción de un mito.
CONCLUSIÓN:Bajo nuestro humilde punto de vista, es una decepción, ahora, puedes llevar tranquilamente a tu hijo de seis años al cine porque el terror brilla por su ausencia.
VALORACIÓN: 2/5