Cubo de Rubik, uno de los juegos típicos de la década. EPDA Decía Gregorio Marañón que “hay generaciones que pasan por la vida sin dejar huella colectiva; acaso con nombres eminentes, pero de acción aislada e individual. Otras, en cambio, sin previo acuerdo, actúan como tal comunidad cronológica, independientemente de la acción personal de su prohombres”. Desde hace unos años, una generación de líderes nacidos durante el ‘baby boom’ de los años 70 ha copado el poder. En las altas esferas, la mayoría de los actuales dirigentes de los partidos nacionales nacieron en la década de The Bee Gees o Donna Summer: Pedro Sánchez en 1972, Santiago Abascal en 1976, Pablo Iglesias en 1978 y Albert Rivera en 1979. Su irrupción en la primera línea de la política española ha sido más tardía que la de otras generaciones. No es difícil encontrar en la actualidad algunos mandatarios que no han celebrado aún su treinta aniversario. A la generación que creció con La bola de cristal, que se rompió la cabeza tratando de resolver el cubo de Rubik o que lució con garbo la camiseta de Naranjito le ha costado más ocupar la ‘pole position’ de la política. Los motivos han sido diversos.
Siempre se ha dicho de ellos que eran la generación más preparada de la historia de España. Muchos, de famílias humildes, pudieron beneficiarse del recién estrenado sistema de becas para acceder a la Universidad. Algunos incluso tuvieron la posiblidad de vivir en el extranjero gracias a la entrada en la Unión Europea y a sus becas Erasmus. Una generación que habla inglés y que ha sabido transitar con dignidad de la Olivetti a los ordenadores de última generación. Y pese a estar a años luz de los nacidos en la era digital, son usuarios habituales de las redes sociales y suelen estar al día ante cualquier novedad en esta ámbito. Se resisten a quedar descolgados.
También se ha dicho de ellos que se lo dieron todo hecho. No participaron en la transición política española ni en las consolidaciones democráticas del último cuarto del siglo XX. Hay quien les ha acusado de no haberse implicado en cuestiones que afectaban a la colectividad como hicieron generaciones anteriores. Opiniones aparte, lo cierto es que la política española vive la mayor renovación generacional de la democracia reciente y esta renovación tiene unos protagonistas: los nacidos en los setenta.
El ámbito local
La estampa se repite en el ámbito local, donde esta generación ha tomado también el poder, aunque su llegada a la primera línea se ha producido de manera distinta en cada partido político.
El Partido Socialista acumuló mucho poder durante la década de los ochenta. Las mayorías absolutas se sucedían en los ayuntamientos. Los sillones de las alcaldías fueron ocupados durante décadas por una generación de políticos que llegó a profesionalizarse. Era habitual hablar de alcaldes que habían estado más de veinte años en el cargo. No se propició, ni tan solo se planteó en muchos casos, el relevo generacional. Pero las sedes del PSOE estaban llenas de jóvenes, algunos con una basta formación, que querían hacerse un hueco, y no solo a nivel interno -cargos orgánicos-. Los de los 70 habían crecido y tenían mucho que decir, aunque el tapón era resistente e hizo que algunos se quedasen en el camino cansados de esperar una oportunidad. El cambio de ciclo político de mediados de los noventa llevó a los socialistas a la oposición en la mayor parte de los pueblos. La ‘vieja guardia’ empezó a apartarse -o fue apartada- y comenzaron a escucharse otras voces. Los nacidos en los años 70 dieron el salto a la primera línea de fuego.
Así, con la recuperación del ‘cinturón rojo’ iniciada en 2015 y consolidada en mayo de este año, los de los setenta se han convertido en alcaldes copando buena parte del poder político en la comarca. Es el caso de Juan Antonio Sagredo (Paterna), de Paco Gómez (Massamagrell), de Enric Palanca (La Pobla de Farnals), de Rubén Rodríguez (Bonrepòs i Mirambell), de Rafa García (Burjassot) de o de Víctor Jiménez (Rocafort). ¿Cómo lo han vivido los protagonistas?
Rafa García (1971), licenciado en Historia del Arte, llegó a la Alcaldía de Burjassot en 2014. Su antecesor socialista, José Luis Andrés Chavarrías, ocupó el puesto durante cinco legislaturas. García había ostentado con anterioridad cargos orgánicos en su partido y, aunque asegura que a él no le llegó a afectar personalmente el tapón de quiénes lideraron la transición desde las filas socialistas, sí fue testigo de momentos complicados para los de su generación. Considera que el relevo generacional que empezó hace unos años “va poco a poco dando sus frutos”.
Enric Palanca (1979), alcalde de La Pobla de Farnals y licenciado en Historia, sostiene que “los políticos nacidos en la década de los 70 tuvimos un tapón importante en nuestras aspiraciones. A fin de cuentas los protagonistas de la Transición eran relativamente jóvenes cuando llegaron al poder y por ello su presencia en las instituciones se alargó mucho. Sociologicamente, nosotros somos la generación X, una generación cuya adolescencia se sitúa en los años 90. Nos formamos al margen del poder establecido. Los políticos de la Transición corrieron delante de los grises y nosotros de los azules, no hay comparación posible. A falta de referentes o de la necesidad del sistema para integrarnos el eclecticismo fue la fórmula política más aceptable. Después vino el mazazo de la crisis. Una generación que había tardado mucho en formarse y emanciparse se vio totalmente frustrada en la madurez con la crisis económica. No fue sino en ese momento cuando tuvimos una oportunidad pero para ese momento una generación más joven entraba en el relevo generacional. Esto es comprobable con la poca presencia de políticos de los 70 en las primeras filas del PSOE”.
Enric Palanca proviene “de los movimientos sociales de finales de los 90, con una gran tendencia a unir distintas causas en un solo frente o viceversa. Aquello que se conoció como antiglobalización era un espacio donde confluía desde el anarquismo al independentismo pasando por todos los matices posibles del ecologismo, feminismo y movimentos LGTBI. El 15M fue su canto de cisne. Me afilié al PSOE en 2010, cuando todo apuntaba a que estaba perdido. Era el estado del bienestar lo que se debía salvaguardar por encima de todo, al menos así lo entendí. Las disputas del tardolermismo me sonaban a chino. A mi lo que me importaba era salvar todo lo que me quedaba”.
“Precisamente -añade Palanca- porque crecimos políticamente sin un referente propio y todo eran conceptos prestados aprendimos mucho a naturalizar distintas opciones y sus contradicciones. Es una pena que se perdiera nuestra generación para la polítia, pues tenemos todavía cierto punto de idealismo con la capacidad de encajar sus reveses con total pragmatismo. No olvidemos tampoco que el bipartidismo ha muerto sobre todo entre los votantes nacidos en los 70, por lo que estamos preparados para el presente mejor que otros. Sin embargo, el estigma de haber ido “a nuestra bola” sin demasiadas oportunidades nos ha perdido como generación casi sin remedio. En fin, hicimos historia por no haberla hecho: materia de estudio muy interesante para el futuro”.
Juan Antonio Sagredo (1977), ingeniero y alcalde de Paterna, tampoco notó el ‘tapón’ de la década de los 90 aunque no alberga duda sobre su existencia. Sagredo empezó en política en las Juventudes Socialistas, donde fue secretario genera de l’Horta Nord, “pero sin dejar mi profesión”. “De hecho -añade-, Jose Luis Chavarrías me propuso ir en las listas de Burjassot en 2007 y se lo agradecí pero decliné su oferta porque quería consolidarme profesionalmente antes de dedicarme de pleno a la política”. Fue más tarde cuando “me afilié y empecé a darle mucha más importancia a lo institucional hasta el día de hoy”.
Rubén Rodríguez (1977), alcalde de Bonrepòs i Mirabell, no tuvo “nunca las puertas cerradas” para acceder a un cargo público a nivel local. “Fui concejal cuando lo decidí y posteriormente fui alcalde en el momento que consideré que era el adecuado, con más experiencia, más preparado y con una base de trabajo desde la militancia”, dice. Rodríguez cree que su generación puede aportar una forma de trabajar seria, responsable y cercana “volviendo a dignificar la política y a quienes la representamos”.
En las filas de Compromís o del Bloc Nacionalista Valencià (BNV) la entrada en escena de los nacidos en los años 70 se produjo antes que en las filas socialistas, aunque han tardado tiempo en poder acceder a cargos de responsabilidad pública.
Eva Sanchis (1971), licenciada en Derecho y alcaldesa de Godella desde 2015, empezó a militar a los 24 años en la Unitat del Poble Valencià (UPV): “En mi casa no entendían que hubiera dado este paso a la política porque la gente que pasó la guerra todavía mantienen algunos miedos”. Cuando fue concejala por primera vez en 1999 “la ley de igualdad todavía no existía pero no me resultó difícil como mujer ir en un puesto de salida ni formar parte de la estructura del partido”. Recuerda que fueron años “duros porque encaramos muchas campañas donde los resultados no nos acompañaban, pasamos la travesía del desierto, pero en mi caso, en Godella, sí pude estar en el gobierno”. “Mi generación -añade- puede aportar la generosidad de quien se afiliaba a un partido político sin esperar nada a cambio porque creíamos en un proyecto y queríamos aportar lo mejor de nosotros. En mi caso puedo aportar la cultura del esfuerzo, de haber tenido que salir adelante estudiando y trabajando al mismo tiempo. Somos una generación de personas muy fuertes a quien nadie le ha regalado nada porque había poco que repartir. Los de esta generación que estamos en política y estamos en lo que entonces eran partidos minoritarios hemos demostrado que estamos aquí para intentar trabajar para cambiar el mundo”.
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