El próximo 8 de marzo se celebra el Día
Internacional de la Mujer. En este marco, la Fundación Adecco, en colaboración
con 7 empresas comprometidas
(Grupo Red Eléctrica, Gas Natural Fenosa, Endesa, Enagás, Makro, Yelmo Cines y
thyssenkrupp), ha realizado un análisis de la situación profesional de las
mujeres a las que ayuda a encontrar empleo. Todas ellas se enfrentan a un mayor riesgo de exclusión social, por diferentes
circunstancias: discapacidad, edad
avanzada, responsabilidades familiares no compartidas y/o una situación de
violencia de género.
Según Francisco Mesonero, director general de la
Fundación Adecco: “históricamente, las mujeres han tenido que enfrentar
mayores obstáculos para acceder al mercado laboral, debido a tics culturales relacionados con la
maternidad, el liderazgo y otros prejuicios y estereotipos. El hecho de tener
una discapacidad o más de 45 años se convierte en una dificultad añadida,
incrementando el riesgo de exclusión de las mujeres desempleadas. Precisamente,
el empleo se convierte en el factor fundamental de inclusión, en la única
herramienta capaz de dotar de la autonomía y realización suficientes como para
que estas mujeres normalicen su situación y tengan una vida plena”.
Casi un tercio de las valencianas en edad laboral se encuentra
en riesgo de exclusión
Según el informe
AROPE (at risk of poverty and inclusión), elaborado por EAPN, un 27,9% de las
mujeres en España se encuentra en situación de riesgo de exclusión o pobreza.
Este porcentaje se eleva cuando las mujeres tienen edad laboral, hasta un 30,9%.
Para extrapolar
estos datos a la Comunidad Valenciana, hemos partido de su tasa de exclusión o
pobreza general (30,5%). En el caso nacional, el porcentaje general coincide
con el femenino. Así pues, tomando como punto de partida que este 30,5% sería
la tasa de exclusión o pobreza de las mujeres valencianas, podemos concluir que
la cifra se eleva hasta el 33,8% en el
caso de las que tienen edad laboral, si elevamos este porcentaje en la misma
proporción que crece el nacional (del 27,9% al 30,9%, es decir, un 11%).
Pero, ¿qué
personas se consideran en riesgo de pobreza y exclusión, según AROPE? Aquéllas
que cumplen, al menos, uno de los siguientes criterios:
-
Vivir en un hogar con una renta inferior al
umbral de la pobreza (el 60% de la mediana de la renta nacional, fijada en
2016 en 684 euros mensuales).
-
Estar en privación material severa, no
pudiendo afrontar, al menos, 4 de los siguientes gastos: vivienda, calefacción,
vacaciones, alimentación básica, gastos imprevistos, teléfono, televisor en
color, lavadora o automóvil.
-
Vivir en un hogar con baja intensidad de trabajo
(inferior a 0,2), definida como la relación entre el número de meses
trabajados por todos los miembros de la unidad familiar y el número total de
meses que podrían trabajar, como máximo, todas las personas en edad laboral de
dicho hogar.
Según Francisco Mesonero, director
general de la Fundación Adecco: “aunque el desempleo sólo se menciona en el
último de los 3 indicadores, es el desencadenante de todas las situaciones de
pobreza y exclusión social. No parece
aventurado señalar que, en este 33,8% de mujeres en riesgo de pobreza o
exclusión social, en edad laboral, predominan las desempleadas, aquellas que
trabajan en situación irregular (sin contrato) o inactivas, con habilidades
para el empleo, pero que no trabajan por cuestiones culturales (discapacidad) o
responsabilidades familiares”.
La mujer mayor de 45 años: fuerza laboral clave, en máximos de
envejecimiento
La mujer mayor de 45 años ha ganado un importante
protagonismo en el mercado laboral durante la última década en la Comunidad
Valenciana. Así, si en 2007 se contabilizaban 21.900 desempleadas de este
grupo de edad, 2017 se cerró con 81.400, lo que supone un incremento del 272%.
Esta cifra es muy superior al incremento del desempleo de las mujeres de todas
las edades en la Comunidad Valenciana, que se ha incrementado un 97% en los
últimos 10 años.
Con todo ello,
observamos cómo el porcentaje de mujeres mayores de 45 años (35,7%) tiene un peso mucho mayor sobre
el total que hace una década, cuando representaban el 19,8% del total de desempleadas.
Pero, ¿a qué se debe este peso cada vez mayor
de la fuerza laboral femenina senior?
-
En primer lugar, a una cuestión demográfica. El envejecimiento
poblacional se encuentra en máximos históricos y, cada año, más mujeres van a
parar a esta franja de edad. Concretamente y, según el INE, hace una década se
registraban 595.789 mujeres entre 45 y 64 años en la Comunidad Valenciana,
frente a las 697.434 de la actualidad. A la luz de estas cifras y, por pura
estadística, resulta lógico que tengan cada vez más peso sobre el total de
desempleadas.
-
En segundo lugar, a una
cronificación del desempleo. Gran parte de las mujeres mayores de 45 años
se ven abocadas al paro de larga duración, es decir, llevan más de un año sin
encontrar una ocupación. Concretamente, el 64% de las desempleadas mayores de
45 años en España es de larga duración, frente al 51% de las mujeres de todas
las edades.
¿Por qué esta
cronificación del desempleo entre las mujeres senior? A continuación,
analizamos las causas:
-
De la inactividad al desempleo. Con la
crisis económica, una gran masa de mujeres, senior,
hasta el momento inactivas, decidieron buscar empleo para apoyar a una economía
doméstica resentida. En concreto, 2017 cerró con 476.100 valencianas mayores de
45 años activas, un 58% más que en 2007, cuando se contabilizaron 302.000. Sin
embargo, muchas de las que se iniciaron en la búsqueda de empleo se toparon con
la crudeza de un mercado poco acogedor, de modo que al incorporarse al mercado
laboral, lo hicieron directamente al desempleo.
-
Prejuicios culturales, que conducen
directamente a la discriminación laboral. Se materializan en creencias
estereotipadas, como que su valía
profesional está obsoleta o que su
capacidad de aprendizaje será exigua. Estos prejuicios eclipsan algunos
valores que habitualmente están muy presentes en la fuerza laboral senior, y que se convierten en garantes
de productividad: madurez, templanza, fidelidad al proyecto, búsqueda de la
estabilidad, etc.
-
Desactualización competencias. Habitualmente,
la mujer mayor de 55 años se incorpora a la búsqueda de empleo tras largos
periodos de inactividad o tras muchos años en la misma empresa. Ello hace que
cuando se enfrentan a esta búsqueda, lo hagan con unos recursos y herramientas
que ya han quedado obsoletos, en un mercado laboral cuyas necesidades
evolucionan a pasos agigantados. Todo ello lleva a que su candidatura no
conecte con las empresas actuales. Además, en muchos casos, necesitan un
reciclaje profesional, actualizando conocimientos técnicos que conviertan su
experiencia en un valor añadido.
Según Francisco Mesonero: “En un país en
máximos históricos de envejecimiento, es vital desterrar prejuicios y
estereotipos que alejan a la mujer mayor del
mercado laboral, ofreciendo las herramientas y flexibilidad necesarias para un
mercado más competente e inclusivo. Además, resulta imprescindible reorientar
las políticas activas de empleo a la realidad actual, para que vayan alineadas
a un objetivo claro de mejora de la empleabilidad y se centren en la formación,
en aras de que no se pierda el talento de una masa tan significativa de
desempleadas”.
La mujer con discapacidad: la ficha más débil del tablero
La discapacidad se
convierte en una dificultad añadida para las mujeres que buscan empleo, ya que
a los prejuicios derivados del sexo (maternidad, posibles incapacidades
temporales a ésta asociadas o liderazgo), hay que añadir la discriminación que
a menudo experimentan las personas con discapacidad.
Además, tradicionalmente, las mujeres con discapacidad han
tenido un menor acceso a la educación, lo que incrementa su riesgo de pobreza y
las deja más expuestas a otras situaciones desfavorables como la violencia de
género. “Los prejuicios hacia la discapacidad, especialmente cuando es de tipo
intelectual, son responsables de la invisibilidad de las víctimas: se cuestiona
su credibilidad y numerosos casos de violencia se mantienen en la sombra”-
recalca Mesonero.
- Como se observa, la participación de las
mujeres con discapacidad en el empleo (36%) es 4 puntos porcentuales
inferior a la de los hombres (40%). En otras palabras, el 64% de las mujeres con discapacidad
en edad laboral no tiene empleo ni lo busca. La cifra se reduce al 60% en
el caso de los hombres.
“La escasa participación de las personas con discapacidad en el
mercado laboral tiene mucho que ver con el arraigo cultural, que pesa
especialmente en el caso de las mujeres. Factores como la sobreprotección
familiar, una educación segregada o la falta de alternativas formativas reales,
alejan a la mujer con discapacidad del mundo del empleo, de modo que en muchos
casos optan por cobrar una prestación, aun teniendo habilidades y potencial
para trabajar”- destaca Mesonero.
- Por otra parte, la tasa de paro femenina en las personas con discapacidad se sitúa
en un 33%, 8 puntos porcentuales por encima de la del resto de las
mujeres en el momento de realizar el análisis y superando ligeramente a la
de los hombres con discapacidad (33%). Además: “esta cifra de desempleo no es representativa de la totalidad de
mujeres. Aquéllas que tienen discapacidad intelectual tienen una presencia
exigua en el empleo y particularmente en la empresa ordinaria. Se estima
que su tasa de paro puede llegar al 90%”- comenta Mesonero.
Sin
embargo, donde las desigualdades se vuelven más patentes es en el ámbito de la contratación. Según los últimos datos
del SEPE, sólo el 39% de los contratos firmados por personas con discapacidad
en la Comunidad Valenciana, fueron para mujeres, mientras que los hombres rubricaron un mayoritario
61%.
Sin embargo, las
mujeres con discapacidad representan el 54%
del total de desempleados con discapacidad en la Comunidad Valenciana (9.302,
de un total de 17.250). Dicho de otro modo, son la mayoría de las
desempleadas pero sólo constituyen algo más de un tercio de las contratadas.
Mujeres “monomarentales”: víctimas de la economía irregular
El desempleo
también tiende a cronificarse en el caso de las mujeres al frente de una
familia monoparental. Las cifras hablan solas: un 53% supera los 2 años de
búsqueda de empleo mientras que un 16% lleva entre 1 y 2 años desempleada. En
total, casi 7 de cada 10 (69%) es desempleada
de larga duración, cifra 15 puntos porcentuales superior a la del resto de
las mujeres (55%).
Además, un 18% de las
mujeres encuestadas afirma tener algún tipo de ocupación, pero sin contrato
laboral, o, lo que es lo mismo, trabajar en la economía irregular.
Según Francisco Mesonero:
“el desempleo de larga duración puede conducir a muchas personas a priorizar la
urgencia en la consecución de ingresos por encima de la legalidad en sus formas
de obtención. Este tipo de empleos concentran a muchas mujeres que trabajan
principalmente en la hostelería, la atención a personas dependientes y/o
servicio doméstico, uno de los menos regulados. Sin entrar a valorar las
nefastas consecuencias que la economía sumergida tiene en la economía global,
genera una preocupante desprotección al
trabajador en todos los ámbitos (médico, económico, laboral), conduciendo
directamente a la precariedad y a la exclusión social”.
Mujeres víctimas: el desempleo perpetúa la violencia de género
Si a menudo, las
mujeres víctimas de la violencia de género encuentran obstáculos para reconocer
su situación, pedir ayuda y, en última instancia, denunciar, cuando además se encuentran desempleadas,
las dificultades se tornan mayúsculas: la dependencia económica del
agresor, unida a una merma de autoestima, les conduce directamente al temor de
verse solas y sin recursos. En consecuencia, no reconocen su situación y la
violencia de género se perpetúa en el tiempo.
El informe Un Empleo Contra la Violencia, elaborado
por la Fundación Adecco, ha profundizado en los motivos que frenan a una mujer
víctima a denunciar, obteniéndose los siguientes resultados: 7 de cada 10 destaca el desempleo o la
situación de precariedad como razones de peso.
-
El empleo posibilita desconectar
del ámbito familiar y descubrir nuevas motivaciones.
-
El empleo se convierte en el mejor
mecanismo preventivo para evitar que la situación de violencia se vuelva a
producir en el futuro.
Sobre Fundación Adecco
Constituida en julio de 1999, la Fundación Adecco es fruto de la
responsabilidad social que asume la firma Adecco como líder mundial en la
gestión de recursos humanos. Su principal objetivo es la inserción en el
mercado laboral de aquellas personas que, por sus características personales,
encuentran más dificultades a la hora de encontrar un puesto de trabajo.
La Fundación Adecco lleva a cabo programas de integración laboral
para:
- Personas con discapacidad
- Hombres y mujeres de +45 años parados de larga duración
- Mujeres con responsabilidades familiares no compartidas o
víctimas de violencia de género
- Otros grupos en riesgo de exclusión
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