Josep Esteve Rico, Académico Correspondiente del Institut d" Estudis ValenciansReconozco la
importancia de la publicidad en la vida, tanto a nivel individual
como colectivo, tanto en el ámbito privado como en el público y
defiendo su utilización, pero a la vez abogo por un adecuado y
equilibrado uso de la misma sin llegar al extremo del abuso y del
cansino hartazgo del consumidor final. Cruzar la línea roja o límite
en publicidad tiene negativas consecuencias.
Entiendo,
comprendo y acepto que las cadenas televisivas “vivan” (se
nutran, se abastezcan o se mantengan económicamente y se
autofinancien) de la publicidad. Asimilo y hasta veo bien que las
empresas privadas se anuncien y promocionen sus productos o servicios
en las cadenas televisivas. Pero lo que no es de recibo es que el
total de espacio publicitario diario en la inmensa mayoría de ellas
sea sumamente abusivo hasta la saturación, hasta la exageración;
sobrepasando, triplicando cuanto menos al total de tiempo de
programación.
Es
desproporcionado que cada quince minutos de película o de programa,
las cadenas televisivas apliquen muchos tramos publicitarios de
quince minutos, con lo que cualquier programa se alarga el doble o
más con cuatro, seis u ocho tramos publicitarios de quince minutos.
Y no digamos cuando justo después de quince minutos de publicidad,
al minuto, cortan de repente el programa y te arrean un “volvemos
en 1 anuncio” o un cortito “volvemos en 1 minuto” que nunca son
exactos sino que se exceden en poco. Y nos decimos “¿Otra vez
publicidad? ¡Pero si hace cinco minutos hemos tenido quince de
publicidad! ¡Qué pesadez!”
Cansa,
agota, desespera, inquieta, agobia y produce ansiedad en muchos
espectadores. Contra tal abuso, hacemos zapping, cambiamos de canal
y, sorpresa: el nuevo canal elegido también está en pausa
publicitaria de similar duración. Como si se pusieran de acuerdo
todas las cadenas televisivas, pertenezcan o no a los mismos grupos
empresariales. Si son del mismo grupo, es lógico que coincidan en
las pausas publicitarias pero si son competencia, también coinciden.
Como si se espiaran mutuamente. Criterios de competitividad.
Es necesario
que alguien o algo (las empresas audiovisuales, el Gobierno, la Ley…)
regulen la publicidad en las cadenas televisivas privadas, centrando,
ajustando y equilibrando la aparición y la duración de los anuncios
evitando el abuso, el derroche, la exageración, la saturación, el
cansino y pesado hartazgo y la desesperación del consumidor.
Ya
sé que hoy la situación no es la de hace 40 años cuando no habrían
cadenas privadas, cuando las dos cadenas públicas eran las únicas.
Entonces la publicidad aparecía durante cinco, diez o quince minutos
cada hora de programa, fuese una película, una serie o un concurso.
Se decía que lo justo para ir al aseo. Y lo normal para las vejigas
siempre ha sido orinar cada tres o cuatro horas. Quizá aquello era
poco tiempo publicitario pero no nos quejábamos. Ahora, nos hemos
ido de un extremo a otro. Por favor, un término medio, pero ya, que
esto no hay quien lo aguante.
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