Susana Gisbert, Fiscal. -EPDA Llevó unos días sin conseguir que se me quite de la cabeza un sonsonete
que hacía mucho que no oía. Se trata de una cancioncilla infantil que usábamos
para amenizar algunos juegos y que decía “el botón de la botonera, tris, tras, fuera”
El botón de la botonera
ha vuelto a colarse en mi cerebro porque alguien ha dicho cosas que me lo han
recordado. Pero más que “tris, tras, fuera”, más bien parecía querer decir “tris,
tras, dentro”. Porque, después de muchos años, alguien -y una mujer, para más
inri- quería que las mujeres volviéramos a las clases de costura en lugar de a
las de feminismo para empoderarnos. Ahí es nada.
Querida señora, las
clases de costura y, en especial, coser botones, como usted propone, daban como
resultado buenas costureras. En algunos casos, proporcionaron herramientas a
algunas mujeres para sobrevivir y sacar adelante a sus familias porque no
podían hacer otra cosa. Repito, porque no podían hacer otra cosa, ya que la
sociedad y la ley les prohibía estudiar, acceder a determinados trabajos y
hasta, en el caso de que los tuvieran, cobrar su sueldo sin el consentimiento de
sus maridos o sus padres. Y por más que cosieran filas enteras de botones, eso
no servía para cambiar la situación.
Soy hija de modista. El de
mi madre es un cerebro brillante del que no ha podido disfrutar la humanidad
más allá de sus vestidos y sus patrones. Siempre he pensado que habría llegado
muy lejos en otras circunstancias, por lo menos hubiera sido médica como
siempre soñó. Quizás por eso nunca me enseñó a coser botones, sino muchas otras
cosas.
Así y todo, sé coser y
bordar. Hago bodoques, filtiré, vainica, punto de cruz o punto de sombra,
porque me gusta y me relaja. Tanto es así que mientras estudiaba la oposición bordé
una mantilla de encaje enterita. Aún conservo la mantilla y el título de fiscal.
De hecho, la llevaba a modo de echarpe en la cena de gala que se celebraba tras
la entrega de despachos como miembros de pleno derecho de la carrera fiscal. Ni
que decir tiene cuál de las dos cosas era la que me empoderaba entonces y lo sigue
haciendo.
Así que a pesar de lo que
diga esa señora, hagamos caso a la cancioncilla, que la sabiduría popular es
muy útil. Y mandemos al botón de la botonera a su lugar. Tris, tras, fuera
Comparte la noticia