Brexit. EPDAEl
23 de junio de 2016, mediante un referéndum consultivo, los
ciudadanos británicos decidieron, por una escasa mayorÃa de algo
menos de dos puntos, salir de la Unión Europea. Aceptando la
decisión de la mitad del pueblo británico, y en aplicación de las
previsiones del Art. 50 del Tratado de la Unión Europea, el Gobierno
del Reino Unido presentó en Bruselas, el 29 de marzo de 2017, la
carta en la que notificaba formalmente a las autoridades europeas su
decisión de abandonar la Unión Europea. Comenzaba asà el tortuoso
camino del Brexit. Un camino en el que el Reino Unido se ha
manifestado vacilante, mal preparado para la negociación y carente
de un proyecto predefinido sobre como abordar las consecuencias de la
separación y las relaciones futuras con la UE.
Quizá,
el origen de estas vacilaciones y la imposibilidad misma de que el
Parlamento británico haya logrado aprobar –hasta el presente– el
acuerdo de separación con la UE se encuentre precisamente en esa
división polÃtica en dos campos, pro-UE y anti-UE, que ha afectado
a la sociedad británica y a los partidos polÃticos. AsÃ, tanto los
partidos más importantes –el conservador y el laborista–, como
casi todos los demás, se han dividido también internamente a lo
largo de esa lÃnea divisoria, lo que ha dificultado mucho su
capacidad para adoptar decisiones concluyentes con respecto a esta
difÃcil cuestión. Ello ha bloqueado la capacidad de acción del
Parlamento británico, el cual, a lo largo de estos años
transcurridos desde el inicio del proceso, no ha logrado aprobar
ninguno de los dos acuerdos de separación concluidos por su Gobierno
con la UE –el firmado por Theresa May, en noviembre de 2018, y el
firmado por Boris Johnson hace escasos dÃas, en octubre de 2019– y
sólo ha logrado aprobar dos decisiones prohibiendo que el RU saliese
de la UE sin un acuerdo previo.
El
Brexit se ha convertido asà en un fenómeno muy difÃcil de entender
y de explicar. Y, efectivamente, es difÃcil de entender en un doble
sentido. Primero, porque resulta incomprensible que un Estado como el
Reino Unido, que se ha beneficiado tanto –polÃtica y
económicamente– de su pertenencia a la Unión Europea, quiera
salir de ella, corriendo el riesgo de encontrarse aislado y
empequeñecido en el contexto mundial de las relaciones polÃticas y
económicas internacionales. No puede olvidarse, además, que la
Unión Europea que hoy en dÃa tenemos es, en muy buena medida, el
resultado de la voluntad del Reino Unido. Y ello es asÃ, no porque
el Reino Unido hubiese diseñado un plan que la Unión hubiese tenido
que desarrollar, sino porque el plan, que sà ha tenido la Unión, ha
debido adaptarse constantemente a los recortes y vetos impuestos por
el Reino Unido. Y ahora, después de haber atendido siempre sus
exigencias, dicen que se van, como un niño caprichoso siempre
insatisfecho con las concesiones de sus padres.
Y,
en segundo lugar, es muy difÃcil de explicar la secuencia misma del
proceso del Brexit, tal y como se ha llevado a cabo –se está
llevando aún– por parte de las autoridades británicas. AsÃ,
efectivamente, el Reino Unido llegó tarde a la negociación con la
UE: la carta notificando el deseo de salir de la UE fue entregada
nueve meses después del referéndum, en marzo de 2017, y las
negociaciones se iniciaron justo un año después, en junio de 2017.
Y llegó mal preparado o, a decir verdad, sin preparación alguna.
Durante esta etapa el Reino Unido ha tenido tres negociadores jefes o
ministros para el Brexit –la UE sólo uno–; ha firmado dos
acuerdos de separación con la UE, y éstos han sido rechazados hasta
en cuatro ocasiones por el Parlamento británico; han pedido el
aplazamiento del perÃodo de dos años que está previsto en el
Tratado de la Unión Europea para concluir un acuerdo de separación,
hasta en tres ocasiones; el Gobierno decidió suspender las
actividades del Parlamento durante quince dÃas, para evitar el
control del mismo, y la decisión fue revocada por el Tribunal
Supremo del Reino Unido; y, finalmente, tras fracasar en dos intentos
anteriores, el Gobierno logró disolver el Parlamento y convocar
elecciones para el dÃa 12 de diciembre.
Y, mientras tanto, el plazo para salir de la UE de una manera
acordada, ha vuelto a ser prorrogado hasta el dÃa 31 de enero de
2020 ¿Qué va a ocurrir hasta entonces? No lo sé. No lo saben ellos
mismos. Todo dependerá del resultado de las elecciones del 12 de
diciembre. Pero, aún asÃ, todo lo ocurrido resulta inexplicable.
Antonio Bar Cendón es Catedrático de Derecho
Constitucional y Catedrático Jean
Monnet “ad personam. Universidad de Valencia
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