Vegetales
de hojas verdes como el brócoli
fortalecen el cabello desde la raíz, principalmente por su contenido
en vitamina A, y su consumo se hace muy interesante durante el
verano, época en la que el pelo se ve dañado por la intensidad de
los rayos del sol y por la acción del salitre del mar y del cloro
del agua de las piscinas.
El
contenido en betacaroteno (vitamina A) se encuentra entre los 32,6
miligramos por cada kilo de brócoli fresco y los 47,5 en el caso del
congelado, según un estudio del departamento de Ciencia, Tecnología
y Analítica de los Alimentos de la Universidad de California. Este
nutriente es antioxidante y protege las células del daño causado
por los radicales libres que contribuyen al desarrollo de ciertas
enfermedades crónicas y que juegan un papel importante en los
procesos de envejecimiento.
La
acción de este compuesto, sumada a la de la vitamina C y a la del
calcio de la verdura, supone un importante aliado para el crecimiento
del pelo, ya que estimula la producción del sebo, aceite que exudan
los poros sobre el cuero cabelludo, que actúa como humectante
natural y acondicionador.
Asimismo,
el aceite que se extrae de la semilla del brócoli, actúa como actor
fortalecedor de los folículos pilosos por su contenido en nutrientes
como la vitamina
B6, que suaviza, a su vez, el cabello y elimina el encrespamiento tan
acuciado en verano por su sometimiento a las altas temperaturas y a
los efectos del agua del mar y de la piscina.
La
vitamina B6 de este aceite, junto con su contenido en
dihidrotestosterona, además, puede ayudar en la prevención de la
pérdida de pelo, ya que reduce el estrés, factor que mayor
protagonismo tiene en la caída.
Y
en estas fechas en las que el calor y la potencia del sol atentan tan
a menudo contra la salud del cabello, se hace necesario colaborar en
su protección con alimentos frescos y ligeros que apetezcan al
tiempo que sean saludables. En este sentido, los brotes de brócoli
pueden ser la elección más acertada para incluir en ensaladas
(solos o junto con otros germinados los de rábano rojo o de
zanahoria), revueltos y salteados, ya que “ofrecen una nota de
sabor interesante a los platos de la dieta mediterránea”, según
explica investigadores del Laboratorio
de Fitoquímica del Departamento de Ciencia y Tecnología de
Alimentos de CEBAS-CSIC, colaborador activo de la Asociación sin
ánimo de lucro +Brócoli.