Vicente Montoro /epdaPodría pasarme párrafos criticando la gestión del actual alcalde de la ciudad de Valencia. Podría desperdiciar palabras, párrafos y páginas describiéndole a alguien que no ha contado contigo para su gestión. A quién le has dado igual. Para quien has sido un cero a la izquierda. Así que hablaré de lo que viene, del cambio que ya está aquí.
El camino no ha sido el más fácil. Con todo en contra, por fin María José Catalá está aunando la mayoría social que no sólo ella se merece. Es Valencia la que no soporta más está especie de pesadilla que empezó vislumbrándose como una iluminada alternativa. Es Valencia la que merece esa mayoría encabezada por ella.
María José Catalá ya ha sido concejal, consellera, diputada y alcaldesa. María José sabe de sobra de qué va esto de gestionar y, no sólo su bagaje, sino su forma de ser, actuar y tratar demuestra que su voluntad es la de todos: llevar a Valencia a lo más alto. Catalá se equivoca, como toda persona humana. Pero sus errores no son mayores por ser la mayor representante del Partido Popular de la ciudad de Valencia y por eso está harta de la superioridad moral de la izquierda. Y trata de contrarrestarlo ante el poder mediático que esta utiliza. Así, ha optado por hablar con todas las asociaciones vecinales, de comerciantes y por patearse cada esquina de la ciudad de que será alcaldesa.
Dentro de poco pensaremos y hablaremos de que sólo quedarán seis meses para la cita de cada municipio con las urnas y nos sentiremos emocionados. Hablaremos de los posibles cambios que llegarán tras las votaciones, pero realmente no asumimos que el cambio ya está aquí. Y la sociedad ya lo sabe.
Además de competencia, integridad moral, amor a la verdad, respeto a la ley y humildad, el gobernante debe aceptar este cargo, sabiendo que necesita un gran espíritu de servicio y amor a su gente, buscando siempre lo mejor para el bien común, por encima de sus intereses personales.
El gobernante debe estar fuera del poder porque no debe buscar mantener el poder a toda costa, sino servir. Si no sirve, valga la redundancia, no sirve como gobernante. Aristóteles decía que el «hombre de Estado» tiene que reunir tres cualidades: amor a las leyes, competencia en lo que atañe a su cargo y virtud y justicia adecuadas al régimen y María José las tiene todas.
Gobernar es la tarea más compleja y excelente de todas las personas que se dedican a la política. El arte de servir es el más difícil de todos y, para ello, María José deberá rodearse de los mejores y así lo hará.
Ahora es el turno de que quienes gobiernan asuman que su tiempo se ha agotado. Porque María José Catalá será alcaldesa de Valencia en poco más de seis meses.
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