80 atletas del Club de Atletismo en su día de celebración. Foto: EPDA Fieles a la tradición, más de 80 atletas de
todas las edades se citaron a las 8 de la mañana del domingo 27 frente al Palau
d’esports, para realizar la foto oficial de la temporada, con el grupo al
completo dispuesto a compartir una jornada deportiva, gastronómica y, sobre
todo, armónica.
Tras el pequeño acto protocolario, la marea naranja
se puso en marcha.
El grupo más atrevido se planteó la subida a la cruz
del Picayo por un itinerario que no es precisamente la línea recta: 18
kilómetros recorrieron los más atrevidos del club.
El segundo grupo eligió una ruta de montaña de
“sólo” 14 kilómetros, los precisos para llegar a tiempo a la hora del
tentempié.
El tercer grupo estaba formado por los senderistas
que, tranquilamente, a pie, como ellos suelen hacer en sus salidas quincenales,
visitaron hermosos paisajes cercanos a la población en un recorrido de 12
kilómetros que tuvo una parada técnica para almorzar, concretamente en el
Pla de Lluna.
Finalmente, los que aseguran no estar para
demasiados trotes “apenas” hicieron una pequeña ruta de 8 kilómetros…
¡ocho mil metros para los que apenas se atreven a realizar un ligero
calentamiento!
Tras el ejercicio, la marea naranja se concentró
para el almuerzo en la nave de la antigua estación de Renfe, donde la
mañana se prolongó con juegos de cartas para los mayores y un parque infantil
para los más pequeños...
La fiesta se prolongó hasta la hora de reponer
fuerzas a mediodía, tarea que corrió a cargo de Pirri, un experto
cocinero que sabe cómo preparar la ternera para que guste a todos, algo que ya
ha demostrado en muchas ocasiones cocinando también para la Agrupación de
peñas.
Y así, entre “suaves” ejercicios para abrir el
apetito y degustaciones gastronómicas transcurrió una jornada destinada sobre
todo a cubrir un objetivo: que la armonía sea el principal aliado de la marea
naranja a lo largo de toda la temporada.
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