Manuel J. González Ferriol. / EPDAMás de 500 millones de personas en el mundo hablan la lengua española (castellana para los puristas). Junto con el inglés y el francés el español es la tercera lengua más hablada del planeta y en diversos países es considerada la segunda. La lengua española se ha formado con las aportaciones dialectales que han aglutinado y creado nuestra lengua común, en la que nos expresamos, sentimos, aprendemos, rezamos y nos comunicamos desde hace siglos. Tiene su origen en las lenguas indo-europeas, las que se hablan en la península de Anatolia en la región de Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Eufrates, hoy conocida como Afganistán. Las lenguas que todavía hoy se hablan en éstas regiones del Medio Oriente (Irán, Iraq, Jordania, Qatar …) formaron parte de los imperios de los sasánidas, persas, nabateos, fenicios, egipcios, asirios, babilónicos que forman parte del origen cultural actual tanto en materia lingüística como legal, económica, política y social.
En estos días el Gobierno en funciones del Reino de España, ha tomado la decisión de establecer en el Congreso de los Diputados una especie de Torre de Babel, al permitir y hacer valer alguna de las variedades dialectales que se hablan en determinadas regiones españolas. Eso sí, como siempre no ha tenido en cuenta la Lengua Valenciana, la más antigua de todas junto al castellano, además de ignorar la legislación europea en materia de protección de las lenguas minoritarias, protegidas por la Carta Europea de Lenguas Minoritarias o Regionales, ratificada por todos los países miembros en Estrasburgo el 5 de octubre ade 1992. En la Península Ibérica, están consideradas las variedades dialectales: aranés, asturiano, leonés, aragonés, bable, catalán, euskera, gallego y valenciano. Además, incluye: mirandés, portugués y romaní, la lengua hablada por el pueblo gitano.
Por tanto, estamos ante un grupo lingüístico con raíces en la lengua de los Pueblos del Mar (latín, griego en sus variedades linear Alfa y Beta, fenicio, acadio, arameo, nabateo, egipcio, asdodeo, hebreo, samaritano y los dialectos de la ciudad de Ur, capital del imperio de Akad) los cuales fueron extendiendo sus formas de expresión por allá donde pasaban. Las rutas caravaneras que viajaban desde los imperios de chino, hindú, mogol, aportaron también sus formas de expresión al igual que las de la Ruta de la Seda, en las que Valencia forma parte, ya que es origen y destino ode los comerciantes sederos.
Si consultamos el libro del Génesis (11:1-9) dice: Un día se dijeron unos a otros: «Vamos a hacer ladrillos y a cocerlos al fuego». Fue así como usaron ladrillos en vez de piedras y asfalto en vez de mezcla. Luego, dijeron: «Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. De ese modo, nos haremos famosos y evitaremos ser dispersados por toda la tierra». Pero el Señor bajó para observar la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo. Entonces el Señor dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es solo el comienzo de sus obras y todo lo que se propongan lo podrán lograr. Será mejor que bajemos a confundir su idioma para que ya no se entiendan entre ellos mismos». De esta manera el Señor los dispersó desde allí por toda la tierra; por lo tanto, dejaron de construir la ciudad. Por eso a la ciudad se le llamó Babel porque fue allí donde el Señor confundió el lenguaje de todos los habitantes de la tierra y los dispersó por todo el mundo.
Queda demostrado la variedad dialectal que el propio Dios estableció. La soberbia humana, encolerizó a la Providencia, la cual dictó su propia sentencia. A veces las actitudes de los humanos, se convierten en contra de sus anhelos ilusionados, porque Dios escribe recto sobre renglones torcidos.
¿Está la señora Armengol creando la nueva Torre de Babel en el Congreso Español? Más les valdría gobernar a favor de las decisiones del pueblo, y no hacer experimentos lingüísticos que no conducen más que a la confusión y el enfrentamiento. Debemos defender la lengua española, la que hablan cada vez más millones, frente a las variedades dialectales como las que nos quieren imponer, defendiendo siempre las que junto al castellano (caso de la lengua valenciana) gozan de unas raíces y de un esplendor propio frente a las que han usurpado la verdad histórica.
Por cierto, que hecho de menos el bable, aranes, guanche, merindés, aragonés, turolense, tortosi, leridano, provenzal, gaditano, mahonés y algunos otros que no han sido bendecidos por la sabiduría que nos gobierna. VALE.
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