Frame de la película, El Contable 2. / EPDAMerece una consideración similar a la de su predecesora, estrenada en 2016 y ofrece lo que el público espera; si bien debe reconocerse el esfuerzo por ofrecer nuevos alicientes. Además del equipo artístico, repiten el guionista, Bill Dubuque y el director, Gavin O’Connor (Warrior, The Way Back), que han acertado con los cambios introducidos. Equilibra la acción y el suspense, matiza la tensión con unos agradecidos toques cómicos e incluso presta atención a los conflictos personales de los protagonistas. Esta vez hay que hablar en plural porque el hermano del contable se convierte en un robaescenas de peso. Los dos se complementan perfectamente.
El que fuera responsable del Tesoro, Raymond King, ya jubilado, se cita con una sicaria infalible. Sin embargo, solo quiere encargarle que localice a un chico de origen salvadoreño. Antes de cerrar el acuerdo, ambos son atacados y el veterano exfuncionario muere. Su antigua discípula y sucesora en la Administración estatal, Marybeth Medina, pretende encontrar a los culpables de inmediato. Contactará entonces con Christian Wolff. No tardarán en descubrir la peligrosa organización que se esconde detrás del asesinato, relacionada con la prostitución y la trata de blancas.
El relato controla convenientemente los tiempos. No aturrulla con una sucesión incesante de secuencias vibrantes, ni se atasca cuando atiende otros aspectos colaterales. No obstante, al analizar la intriga con detalle, se advierten algunos cabos sueltos y cuestiones sin resolver. Se antojan meros pretextos para justificar el resto de las cosas que suceden. Así, que si el espectador se deja llevar sin darle muchas vueltas la disfrutará.
Cabe destacar el papel fundamental que le atribuye a las herramientas digitales, cuyo manejo resulta asombroso. Curiosamente, a poco que se piense, de todo lo que vemos en la pantalla, este apartado es el más asumible.
Como marca el manual del thriller hollywoodense, los 20 minutos finales concentran el agitado clímax, que resuelve la historia sin grandes sorpresas.
Saca provecho a su corto elenco principal, pero en el que los teóricos secundarios presentan una notable entidad. Ben Affleck, también productor, vuelve a trabajar con un realizador que lo ha hecho brillar ante las cámaras. Le come terreno Jon Bernthal (The Walking Dead, Amateur), que sigue en línea ascendente. Cynthia Addai-Robinson responde sobradamente al relevante rol que asume en esta ocasión.
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