Alfredo Rodrigo Haro, en una imagen de estudio. FOTO EPDA
Vivimos con
intensidad mediática la fiesta del botellón político, del “vale todo”, del “y
tú más”, del “mirarse el ombligo”, de responsabilizar “al otro de todos los
males”, de ser muy cortos de miras, de tener un gran déficit de racionalidad
política y de no tener capacidad de entendimiento, estamos caminando hacia la
incivilidad, hacia un “no comportamiento humano”. La resaca será gorda.
Estamos inmersos
en una cultura política que camina hacia “la muerte del ser humano como ser
social” una cultura incívica capaz de construir dos elementos que se convierten
en antagónicos al mismo tiempo, por un lado, edificar una democracia
representativa y cada vez más participativa y por otro, sus élites políticas
que representan al resto de los mortales en este país, no son capaces de
entenderse, dialogar, de ser lo que somos “seres sociales y por lo tanto seres
políticos” capaces de comunicarnos, de razonar, de hablar. Qué difícil es esto de dialogar y entenderse.
Este contexto
negativo viene auspiciado por los medios de información y comunicación (tv, prensa, radio y redes sociales), que buscan la confrontación, las
posiciones extremas y la necesidad incansable de discrepar sin importar con
quién o por qué, sin razonar, produciendo un proceso centrífugo en las
posiciones políticas, haciéndolas más antagonistas si cabe. Lo triste, es que, sucede dentro de cada
bloque (izquierda- centro izquierda/
centro derecha - derecha) y entre bloques (izquierda - derecha).
No obstante, esta
situación ya se produjo en otro momento de la historia de este país, con otros
actores, con otros medios, con otra forma de pensara y actuar, teniendo el
mismo efecto o resultado, no entenderse.
El tema electoral
un espejismo. Nos encontramos en agosto
de 2016 y en 7 meses (20 diciembre/2015 y
26 Junio /2016) llevamos dos Elecciones Generales, con una representación
multipartidista en el Congreso de los Diputados, con dos bloques bien definidos
(izquierda- derecha; Partidos de ámbito
nacional, de ámbito periférico o autonómico), con ausencia de partido hegemónico y con un reparto
entre bloques al 50% ±, además con tremendas dificultades de entendimiento
entre los propios bloques y más dificultada añadida entre diferentes bloques.
Salvando las distancias, en la II República
española (1931 a 1939) con mayores dificultades sociales,
políticas y económicas, se produjeron tres elecciones, el 28 de junio de 1931 “Bienio reformista” (Presidido por Manuel Azaña, gobierno
integrado por republicanos socialistas), el 19 de noviembre de 1934 “Bienio Conservador también llamado Bienio negro” (Partido radical y CEDA) y 23 de febrero de 1936 se producen otras
elecciones generales, surgen dos bloques antagónicos: el Frente Popular “partidos
de izquierda” y el Bloque Nacional “partidos de derecha” con el triunfo del frente popular. La cosa terminó en golpe de Estado y Guerra
Civil.
Otro espejismo, el
mal llamado problema catalán remite en España a una larga historia de
desencuentros entre diferentes expresiones políticas de los nacionalismos. El asunto del encuadramiento periférico en el
contexto español todavía pendiente de resolver desde hace al menos más de 100
años.
Agosto de 2016. La independencia de Cataluña.
El pleno del Parlamento catalán ha aprobado las conclusiones de la
comisión de estudio que apuestan por impulsar un “proceso
constituyente” en Cataluña pese
a que el Tribunal Constitucional (TC)
advirtió de que esta iniciativa vulnera la Constitución y pidió a los diputados
y miembros de la Mesa que impidieran la votación.
Abril de 1931. La
República Catalana. Fue un episodio histórico breve pero muy intenso en el
momento de la proclamación de la Segunda República en España. La República Catalana fue proclamada
por Francesc Macià el 14 de abril de 1931 en Barcelona, como un
Estado integrado en una Confederación de pueblos ibéricos. Pero el Gobierno provisional, recién formado
en Madrid, se opuso en ese mismo día a esta proclamación.
No es un
espejismo, es una realidad, los miembros de esta comunidad llamada España no
hemos aprendido nada de los errores cometidos en el pasado y volvemos a
repetirlos, seguimos siendo esa España que dibujó Machado, “La España de charanga y pandereta, cerrado y
sacristía, devota…”.
Hoy quizás,
la nueva ciudadanía y las élites de este país es menos devota, con un nivel
cultural más elevado, también pueden ser más inteligente, aun que en este caso,
esa inteligencia es fracasada”, ya que, se equivocan de camino, pierden el
rumbo y se dejan ir a la deriva. Pues,
como se puede apreciar, estamos en la misma encrucijada que hace 85 años,
aquellos ciudadanos y sus élites así como, las nuestras tienen la misma
capacidad de entendimiento (ninguna),
ni dentro de cada bloque, ni
entre bloques.
Una vez más el
ciudadano de a pie ha pasado a ser inexistente (se cierran las urnas y ya no existe), no existe para las élites de ningún partido. Y sin embargo, hoy más que nunca es necesario
rescatar a las personas (con esta crisis
tan profunda que está padeciendo la ciudadanía) y, dejarse de postureos, de tacticismos, es
necesario ponerse a trabajar para llevar a cabo políticas públicas tales como:
“Una inaplazable reforma institucional, regeneración
democrática, una nueva legislación laboral, una reforma fiscal, un nuevo modelo
de financiación, hacer sostenible el sistema de pensiones, educación, erradicar
la desigualdad, devolver aquellos derechos y libertades cercenados, políticas
encaminadas a eliminar la violencia contra las mujeres, una atención con
derechos y libertades para los refugiados…”
Estoy convencido
que entorno a estas políticas hay lugar de encuentro, de acuerdo, de pacto, de
gobierno, pero, para llegar a esto, es necesario pensar primero en las personas (cosa que no ocurre), de lo contrario seguirá aconteciendo lo que está ocurriendo.
Con esta
situación política tan halagüeña, existe una alta probabilidad de que se
produzcan nuevas elecciones en enero de 2017, que serán las terceras en 13
meses.
No obstante, no
ocurrirá nada, pues todo el mundo se echa las manos a la cabeza por repetir
elecciones, lo malo no es repetirlas, lo perverso es que se pueden repetir los
mismo resultados diputado arriba o abajo en cada uno de los partidos políticos,
y nos hallaremos en la misma encrucijada, y nos preguntaremos ¿y ahora
qué? Pues la única salida a este
problema político es el camino hacia “la
política del consenso” y no a la valenciana, sino a la europea, pues la
propia UE, Bélgica o Suiza practican el modelo consensual para establecer o
constituir gobiernos, que no es más que la división del poder en amplias coaliciones
multipartidistas.
Y mientras, sigue el circo mediático que nos lleva al descrédito
y a la desafección política. Hay quien
de más.
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