José Antonio Sorzano
Tengo que reconocer que si
hubo algún español que, en su día, mostro un ferviente entusiasmo por la
integración primero en la Unión Europea y después en la Eurozona, este fue
servidor de ustedes.
Pero después de una década
de Euro, mi decepción ha sido total, si nos atenemos a las consecuencias
económicamente desastrosas que estamos pagando tanto en España, como yo me
atrevería a decir que en todos los países del Sur: Francia, España, Portugal y
Grecia.
Aquella Europa de los
ciudadanos; de los derechos sociales; de la igualdad de oportunidades, etc. En
definitiva, aquella Europa del Bienestar, hemos visto que simplemente fue un
espejismo o quimera inalcanzable para los mas crédulos. Aquella Europa idílica,
se nos ha convertido en un nido de mercados y mercaderes; agencias de calificación;
y de bancos y banqueros. En fin, un nido con lo mejorcito de cada casa. Y por
encima, mandando en todo este selecto club, tenemos a Alemania y su nueva
Führer, la Sra. Merkel y su Euro.
Obnubilados por esa burbuja
inmobiliaria que creíamos iba a durar toda la vida, intentamos desacertadamente
igualar y competir económicamente con los países del Norte, cuando la pura
realidad es que seguíamos siendo un país del Sur. Con una economía tradicionalmente
basada en los servicios, el turismo, la agricultura y la pesca. Y últimamente
con alguna que otra alegría en energías alternativas y poco más.
Pero la culpa de todo este
desastre no solo ha sido nuestro. Recordemos, cuando la bonanza inmobiliaria
parecía que no iba a tener fin y los mercados financieros hacían sus grandes
negocios al amparo del ladrillo, que los bancos alemanes fueron los primeros en
fomentar la tal situación facilitando al sistema financiero español,
especialmente a las cajas de ahorro, 150.000 millones de euros, para incitar
el consumo de los “nuevos ricos” españoles. Entre otras razones, para que con
ese dinero compráramos pisos infravalorados y, sobre todo, consumiéramos productos
alemanes. Nunca jamás se han visto por nuestras carreteras la gran cantidad de
coches germanos como hasta ahora.
Hace bien poco, no era nada
extraño ver a encofradores o piseros de la construcción ir a trabajar a la
obra con su Audi, BMW, Mercedes etc. O ver las casas de todo español que se
preciara equipadas con los más avanzados electrodomésticos alemanes de primeras
marcas.
Pero si de total justicia
es que paguemos lo que debemos, lo que no veo tan claro es que tengamos que
pagarle ahora a los bancos alemanes exclusivamente con euros, a costa del
crecimiento y sacrificio de los ciudadanos españoles. Si Alemania realizo su
gran negocio con España principalmente como consecuencia del auge del
ladrillo, lo justo y lógico sería que ahora le devolviéramos nuestra deuda, con
parte de esos casi tres millones de inmuebles vacios en los que indirectamente
invirtieron los bancos germanos en los tiempos de las vacas gordas, para hacer
su gran negocio.
Creo al igual que muchos
economistas de los serios, que ha llegado el momento, conjuntamente con los
otros países del Sur, de plantar cara a Alemania y decirle que o afloja su
particular pistón de recortes en la economía de la Eurozona o se quedará sola
con su Banco Central Europeo, sus mercados y su Euro.
Al margen de Alemania, los
tres países que mejor están afrontando la crisis en Europa, incluso ofreciendo
empleo a los ciudadanos españoles, están fuera de la Eurozona: Suecia,
Dinamarca e Inglaterra, son el claro ejemplo que nos demuestra que el país que
es dueño de su propia moneda, es soberano para controlar y desarrollar su propia
economía y prosperidad.
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