Conferencia de Esteban González Pons. EPDAEl eurodiputado Estebán González Pons iniciaba la conferencia dirigiéndose a la institución donde ha tenido lugar:
"Es
para mí un motivo de orgullo el poder dirigirme hoy a esta noble
institución de la Real Maestranza de Caballería de Valencia.
Y
lo es por tres razones:
La
primera de ellas es porque el asunto que nos ocupa no es otro que el
futuro de Europa, que, como bien saben todos ustedes, es desde hace
un tiempo mi ocupación y mí también preocupación.
La
segunda de ellas, es porque quien ha tenido a bien invitarme es esta
Real Corporación, que atesora nada menos que 321 años de historia
al servicio de la Corona, España y de Valencia.
Y
la tercera de ellas es porque estando hoy aquí, puedo hace gala de
mi valencianía, que
es mi manera de ser y ejercer de español. En Bruselas y allí donde
quiera que sea necesario.
Por
tanto, gracias por su invitación. Que hayan pensado en mí es una
distinción que me honra y a la que espero corresponder debidamente.
* * *
Como
ya todos ustedes saben, el título que propuse para esta conferencia
es “La Reconfiguración de Europa tras el
Brexit”.
Y
es que, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, un club del
que viene formando parte desde 1973, supondrá sin lugar a dudas un
punto de inflexión en el proceso de construcción europea.
El
Brexit va provocar una reconfiguración de los intereses nacionales,
de alianzas estratégicas y de la distribución del poder en las
instituciones de la Unión.
Un
cambio sin precedentes como nunca antes habíamos visto y, sobre
todo, nunca habíamos previsto.
Porque
a Europa siempre se entraba, nunca se salía. Y esto ahora, también
ha cambiado.
Pero
por encima de cualquier otra consideración, el Brexit es un error de
dimensiones históricas, del cual somos todos un poco responsables y
cuyas consecuencias vamos a pagar tanto británicos como europeos.
Obviamente,
es un hecho innegable que la sociedad británica fue intoxicada con
numerosas campañas de desinformación, propaganda y noticias falsas,
las famosas fake news.
Como
aquella falaz promesa de campaña de devolver 350 millones de libras
a la semana (unos 400 millones de euros) al Sistema nacional de Salud
cuando saliesen del Brexit.
Hoy
se sabe que aquello era mentira, pero poco importa ya, porque los
británicos lo creyeron y votaron en consecuencia.
Pero
hay una segunda parte de la historia. Y es que los europeístas, no
hicimos lo suficientemente para evitar el Brexit. De alguna manera,
nuestro silencio ante las mentiras, fue nuestra condena.
Por
lo tanto: Si tuviera que quedarme con una lección, es la siguiente:
Cuando
Europa es atacada y nuestros principios y valores son cuestionados,
no podemos permanecer callados.
Europa calló ante
Hitler y Mussolini, y no evitamos la II Guerra Mundial.
Europa calló ante
Stalin, y no evitamos la Guerra Fría.
Europa calló ante las
mentiras de los euroescépticos, y no evitamos el Brexit.
El
silencio es un lujo que no nos podemos permitir.
* * *
Pero
una vez dicho esto, no podemos olvidar que, Brexit aparte, Europa se
enfrenta cada día a problemas de toda clase y condición. Cada cual
más grave, cada cual más complejo, cada cual con peor solución.
Por
mencionar solo unos cuantos:
La crisis de
emigrantes y de refugiados.
Que, aunque ahora ocupe menos telediarios, sigue ahí, especialmente
en los países del Sur y del Este como Italia, Grecia o Hungría.
Las secuelas de la
crisis económica y social,
que todavía se sienten en muchos países de Europa, también aquí,
en España y que, no debemos olvidarlo, arruinó a millones de
familias.
La amenaza constante
del terrorismo y
la sensación de inseguridad y miedo que se ha apoderado de muchos
ciudadanos.
Los efectos
colaterales de la globalización
y la transformación de los modelos de trabajo, que ha dejado a
mucha gente sin capacidad de reincorporarse al mercado laboral.
El cambio climático
que, créanme, lejos de ser una invención, es un problema mucho más
serio del que pensamos.
El nuevo escenario
mundial cada vez más incierto, también
más inseguro, y
en el que los europeos estamos cada vez más solos.
Ante
todos estos problemas, ni los Estados miembros ni la Unión Europea
hemos estado a la altura de lo que se esperaba de nosotros.
La
sociedad nos demandaba una explicación y nosotros no supimos
dársela. No logramos encontrar una respuesta adecuada a sus
preguntas. Y esta falta de respuesta tuvo dos graves consecuencias:
La primera: La
desafección de una parte muy importante de la sociedad para con las
instituciones públicas y los partidos políticos.
La segunda: El regreso
de los movimientos nacional-populistas, extremistas y radicales que
habían estado en cuarentena democrática desde la Segunda Guerra
Mundial.
Movimientos
que amenazan no solo la continuidad del proceso de construcción
europea, sino la unidad y la integridad territorial de los
Estados-Nación como España, Italia, Bélgica y también Francia y
Alemania.
Créanme,
75 años después de acabada la Segunda Guerra Mundial, el
nacional-populismo vuelve a ser, por terrible que parezca, la mayor
amenaza para la paz, la libertad y la democracia en Europa
Y si no los detenemos a
tiempo, convencerán a millones de ciudadanos para tener, por
primera vez en la historia, un Parlamento Europeo controlado por
antieuropeos.
Este
es, por desgracia, el mundo al que nos enfrentamos. Un mundo en el
que ya casi nada es lo que parece.
Nuestros
antiguos aliados, como Reino Unido y los Estados Unidos se están
distanciando de Europa. Y nuestros viejos rivales como Rusia nos
están amenazando de nuevo.
Soy
consciente de que el escenario que les he dibujado es cualquier cosa
menos alentador. Pero todavía hay espacio para el optimismo.
Europea
puede y debe reaccionar. Tenemos 7 grandes desafíos por delante,
para los cuales tenemos que estar preparados.
Dar una respuesta
política a los daños colaterales de la globalización.
Una
respuesta a la a la propagación del empleo precario y la mano de
obra barata, la falta de protección social y la competencia desleal.
Reformar la
arquitectura de la zona euro.
Necesitamos
crear mejores condiciones para estimular la inversión, el
crecimiento y la creación de puestos de trabajo. Necesitamos mejores
instrumentos para luchar contra el paro la y desigualdad social.
Hacer realidad el
pilar social de la UE
Tenemos
que aspirar a un nuevo modelo social, en el que se garanticen
plenamente la igualdad de oportunidades en el mercado laboral y el
derecho a un salario justo y digno. Un modelo que garantice un
sistema de bienestar y protección social inclusivo y que funcione
correctamente.
Abordar la
transformación digital del Continente
El
mundo del mañana será muy distinto al que conocemos hoy. Internet y
las comunicaciones digitales transformarán por completo nuestro modo
de vida. Desde la educación hasta la sanidad.
Reforzar la política
exterior y de seguridad común.
El
vínculo atlántico con Estados Unidos se ha debilitado. En China
funciona un exitoso comunismo de mercado. Y Rusia quiere volver a ser
la Unión Soviética. Debemos estar preparados.
Reforzar la democracia europea.
Cada
día más y más ciudadanos sienten que las instituciones
comunitarias están lejos de la gente normal. Esta desafección
creciente solo puede contenerse con más más democracia europea, no
con menos.
Prepararnos para las
crisis que están por venir.
Crisis
provocadas por guerras comerciales, crisis demográficas (en 2060,
ninguno de nuestros Estados miembros representará ni siquiera el 1%
de la población mundial), crisis climática, crisis energética.
Todo
esto sucederá antes o después. Y Europa y los Estados tenemos que
estar listos.
*
* *
Distinguidas
Damas y Caballeros,
61
años después de la firma de los Tratados de Roma, los europeos
hemos aprendido a convivir bajo unas mismas leyes, unos mismos
derechos, unas mismas obligaciones e incluso bajo una misma moneda.
Hemos
aprendido a llamarnos socios en lugar de enemigos, a escucharnos en
vez de acusarnos. A construir puentes en lugar de levantar fronteras.
Sin
embargo, hoy, como hace cien años, tenemos que enfrentar la amenaza
del nacional-populismo, que todo lo destruye y todo lo envenena.
Hoy,
como hace cien años, hay políticos insensatos capaces de poner en
riesgo la estabilidad y la prosperidad de los ciudadanos en base a
mentiras y falsas utopías.
Hoy,
como hace cien años, volvemos a oír hablar sobre la Europa de las
fronteras, las segregaciones culturales y raciales y las divisiones
lingüísticas.
Vivimos
un momento en que la verdad y la mentira se confunden. La historia es
olvidada. Nuestros principios y valores ya no se pueden dar por
sentados. La Unión Europea ya no es irreversible. La democracia ya
no es invencible
Es
por eso que hoy, como hace 61 años, debemos recordar que nuestra
prosperidad y bienestar dependen de la paz y la estabilidad de
Europa.
Y
que si Europa desaparece, la democracia y la libertad desaparecerán
con ella.
Nosotros,
los demócratas ya entrados en años, tenemos el deber de proteger el
proyecto europeo de aquellos que intentan destruirlo.
Tenemos
el deber de legar a las generaciones futuras una Europa mejor en un
mundo mejor.
Esa
Europa es por la que yo trabajo, y por la que creo que merece la pena
luchar.
Muchas
gracias".
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