Eugenia Castaño. Es
triste y duele cuando hay actos de terrorismo en cualquier lugar del
mundo, es lamentable que en pleno siglo XXI aún predomine el
fanatismo y el sectarismo, que es alimentado a diario no sólo por
grupos de extremistas, porque también se hace de una manera solapada
por los que tienen en su cabeza ideas arcaicas de algún modo de
intransigencia y dan una cara de occidentales modernos pero en el
fondo llevan esas ideas y actitudes que alimentan a diario con sus
lecturas y otros mecanismos que les alimentan su espíritu
segregador; a los ojos de sí mismos y de sus familias o amigos más
cercanos los dan a conocer actuando de manera cruel y mientras van
proclamando derechos humanos de personas que no les son cercanas, son
déspotas con sus familiares, vecinos o compatriotas.
Ese
fariseísmo es una verdadera lástima, no se puede ser buen ciudadano
o reclamar a boca llena los derechos de otros, cuando se deja
abandonadas a sus familiares, mujeres, ancianos o hijos, cuando se
vende su país, o cuando sus compatriotas mueren de hambre en las
calles y teniendo el poder para controlarlo no se hace nada.
Claro
que es triste que aumente el número de fanáticos y lo que es peor
de mercenarios porque a estos ni siquiera los mueve un ideal,
entonces cabe preguntarse, cuál es la doctrina, con cuáles
argumentos y materiales de estudio se están educando nuestros
ciudadanos en cualquier parte del planeta. ¿Acaso da más pena un
acto de violencia en un lugar que en otro, acaso si se sufre no es
igual para cualquier grupo humano donde son atacados seres
indefensos.?
Todo el
mundo llora cuando a grandes kilómetros de distancia ocurre un acto
bárbaro y llevan razón, pero si un vecino o vecina corre un alto
riesgo en algún sentido, nadie hace nada para remediarlo, quizá le
voltean la cara o se hacen los desentendidos.
Ya hay
bastantes ejemplos históricos de barbaries ocasionadas por el
fanatismo, por el odio, quizá es hora de preguntarse, cuál es la
razón para que ese odio se extienda y no sane.
Todo
el respeto para las víctimas inocentes por causas ajenas a su
voluntad, todo el dolor y la pregunta a los seres que creen tener el
derecho de segarles su libertad, su dignidad o su vida. ¿Qué pasa?
Quizá
alguna respuesta sea, no permitir conductas indebidas a ningún
sectario por indefenso o gracioso que parezca, porque con el tiempo
es una bola de nieve que crece y cuando es inmanejable arrastra lo
que hay a su paso.
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