Un ?selfie? en el mirador del Garbí. ALBERTO LÓPEZ PALACIOS Selfies, fotografías artísticas, imágenes personales e impersonales, en picado o contrapicado, fotografías de pareja o en solitario... Todas ellas tienen en común, cada vez con más frecuencia, la cumbre del Garbí como escenario.
Esta montaña de casi 600 metros ubicada en la parte oriental de la Sierra Calderona alberga un mirador en su cima, perteneciente al término municipal de Estivella, que multitud de personas de procedencias diversas eligen como fondo de sus fotografías.
Entre ellas, no pocos influencers (usuarios de redes sociales como Instagram con miles de seguidores y mucha repercusión en el mundo de Internet), que toman la decisión de ascender al Garbí y hacer una incursión por la naturaleza para llevarse como recuerdo y protagonizar una imagen en este paraje valenciano tan atractivo.
Uno de estos influencers es Jonan Wiergo, cuya cuenta en Instagram es seguida por más de medio millón de usuarios. Su fotografía sentado al borde del precipicio en el mirador rodeado por un aura violeta mientras sujeta con tranquilidad una taza de bebida caliente atrajo en mayo los ‘corazones’ de 45.000 personas.
Marta Carriedo, al igual que Wiergo, ronda los 500.000 fans. La popular instagramer publicó una foto en lo alto del Garbí junto a su bolso de Louis Vuitton en 2017, con la que interactuaron 14.700 usuarios.
Otros personajes públicos que triunfan en las redes, como Clara Raimundo, Blanca Caffa o Claire Sauveur, también pueden presumir de haber compartido una imagen suya en lo alto de la montaña y haber conseguido con ello miles de likes en la red.
De esta forma, cada uno de estos retratos parece alimentar todavía más la llama del interés hacia este enclave de la comarca del Camp de Morvedre.
Pero quizá una de las fotografías más populares que se vinculan al Garbí es la que protagonizó hace un año Tamara Gorro, extronista de Mujeres y hombres y viceversa, colaboradora en diversos programas de televisión y esposa del futbolista Ezequiel Garay. En ella, Gorro posa completamente desnuda ante el abismo, con el mar Mediterráneo y la llanura litoral atisbándose en la distancia, bajo el título “Mujer en libertad”. La imagen logró acercarse a los 200.000 likes.
rincón fotogénico
La montaña es un plató natural para personas conocidas pero también anónimas que se disfruta más en la llamada hora dorada (cuando el sol roza el horizonte poco antes del crepúsculo y emite unas tonalidades suaves y cálidas, idóneas para capturar el momento) y en los días claros, cuando es posible vislumbrar incluso la Sierra de Irta, el Cabo de Oropesa o las islas Columbretes.
Según comentan desde el Parque Natural de la Sierra Calderona, El Garbí es “una montaña emblemática, que puede verse desde toda la sierra y el Camp de Morvedre, un pico alto pero accesible al que se estima que pueden acudir centenares de personas cada día”.
Lo cierto es que uno de los alicientes a la hora de visitar este lugar es la relativa facilidad para ascender al punto más alto, algo que permite que hasta los menos experimentados en senderismo puedan disfrutar de las impresionantes vistas.
Pero El Garbí esconde muchas más sorpresas. Si observamos con atención y hacemos un ejercicio de imaginación, tal vez seamos capaces de advertir la presencia del simio Rafiki presentando a Simba al reino que algún día le pertenecerá. Y es que son muchos los que comparan la cima del Garbí con la inconfundible roca de la película El Rey León. Un motivo más para que esta montaña les resulte mágica a los visitantes foráneos y también a los vecinos de la zona.
Parece un ritual casi obligatorio rematar la subida al mirador con una fotografía, como si esta acción formara parte del propio recorrido tanto como los pasos del camino; la guinda del pastel.
El esfuerzo realizado, sea cual sea, parece verse recompensado en el momento en que se inmortaliza la llegada con el móvil o la cámara. Ya no importan entonces el sudor o el cansancio. La fotografía se convierte así en una redención, en el preciado tesoro que justifica la aventura y el riesgo corrido.
Un riesgo que, muchas veces, se prefiere ignorar, a pesar de que su sombra planea como un pájaro alrededor del pico.
El descarnado precipicio del mirador del Garbí impone respeto, aunque la valentía prevalece sobre la prudencia cuando de tomar épicas fotos se trata. No hay vértigo ni miedo que pueda interponerse entre el objetivo de la cámara y el paisaje.
El Garbí posa inmutable para la Sierra Calderona y para el mundo. Es un modelo acostumbrado a las cámaras, a la soledad pero también a la compañía, que, lejos de la artificialidad, ofrece una cautivadora y espontánea belleza. Y no le hacen falta filtros.
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