Logo de la CAM. La Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) es ''lo peor de lo peor''. El Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, tuvo ayer un ataque de sinceridad, quizás excesivo, al calificar a la CAM, tras la aportación del Fondo de Reestructuración de Ordenación Bancaria (FROB) de 2.800 millones de euros, convirtiendo a la otrora poderosa caja alicantina en un banco nacionalizado que no vale ''ni un euro''.
En su multitudinaria comparecencia, MAFO fue más allá, al mostrarse ''escandalizado'' por las indemnizaciones millonarias asignadas a los ex directivos de la entidad, además de que será muy difícil que el dinero del FROB pueda ser recuperado.
En ese arrebato hiperrealista, el Gobernador quiso ilustrar a los medios de comunicación y a la sociedad española con unas poco afortunadas metáforas sobre cadáveres. Preguntado por si las irregularidades detectadas en la CAM
pueden ser significativas de lo que ocurre en otras cajas, MAFO señaló que no se puede determinar "la
salud de los vivos" basándose en lo que les ocurrió a "los muertos".
"Por algo estará muerto", dijo.
La CAM está muerta. Más claro, agua. Pero, ¿quién mató a la entidad financiera alicantina, una de las más importantes en los tiempos del ladrillazo? Sus directivos tienen una parte de responsabilidad y deberían responder penalmente ante la justicia. Los políticos también son culpables, puesto que PP y PSPV coparon los puestos del Consejo de Administración, además de ser utilizadas, como todas las cajas de ahorro, como bancos particulares de tal o cual gobierno local o autonómico. Y, por último, el propio Banco de España, que ahora se rasga las vestiduras. Si no ha sido capaz de detectar las barbaridades que se han perpetrado, ¿para qué sirve esta entidad? ¿Para definir a toro pasado la lamentable situación en que se ha quedado la caja de ahorros?
Los ciudadanos, los inversores y ahorradores, lo que quieren saber es si los culpables de esta ruina serán juzgados y pagarán penalmente por ello o si, una vez más, se saldrán de rositas y serán los contribuyentes los que terminen pagando los platos rotos de tanto despropósito.
A medida que se van conociendo datos que se habían ocultado a la opinión pública, se comprende por qué ni los socialistas ni los populares valencianos apostaron, cuando comenzó el proceso de fusiones de cajas de ahorro, por la unión entre la CAM y Bancaja. Simple y llanamente porque sabían que la suma de dos muertos no hacían un vivo. La Historia juzgará todos estos despropósitos.
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