El juez ha de dirimir la autenticidad de las obras. /EFEEl hijo adoptivo del escultor madrileño Gerardo Rueda, José Luis Rueda, ha asegurado este miércoles en el juicio que se sigue contra él y otros acusados en Valencia por malversación y prevaricación que fue "extremadamente generoso" con el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), al tiempo que ha defendido la legalidad de obras que fueron fundidas tras la muerte de su padre.José Luis Rueda está procesado, junto a la exdirectora de este museo Consuelo Císcar y al ex responsable de finanzas Juan Carlos Lledó por la adquisición, por más de tres millones de euros, de obras de arte de Gerardo Rueda cuya originalidad se cuestiona, puesto que fueron fundidas tras la muerte del artista.En su declaración, el hijo del artista ha defendido la originalidad de las piezas, ha insistido en que, como heredero legal de la obra, tiene derecho a disponer de hasta 12 copias y ha insistido en que de las cerca de 800 esculturas que componen las colecciones del Reina Sofia o el IVAM, solo unas pocas decenas fueron elaboradas estando los autores en vida, el resto son póstumas."Si mi padre encarga un día las obras a la fundición, dice cómo las quiere y da indicaciones, y al día siguiente se muere... ¿Esas obras ya no son suyas?", se ha preguntado el acusado.A preguntas de la Fiscalía, Rueda ha negado que ofreciese al IVAM una pieza (el Gran Relieve, una de las más significativas y voluminosas) que ya había sido comprada por el Reina Sofía, y ha afirmado que su padre "dejó fundidas cinco piezas, aunque sólo tres montadas, ya que pesan 4.000 kilos y requieren de varios operarios para su ensamblaje".Asimismo, ha señalado que es habitual que las fundiciones se ofrezcan para fundir varias piezas por el mismo coste, y que "todos los museos del mundo tienen esculturas fundidas después de la muerte de sus autores"."El IVAM tiene 14 piezas de Julio González sin firmar ni numerar. Han destrozado el nombre de Gerardo Rueda, y las esculturas que antes se vendían a millón y medio ahora valen cero. Es una venganza de Joan Llinares -exadministrador del IVAM- y Vicent Todolí -ex director artístico-", ha lamentado Rueda.Asimismo, ha aludido a informes que obran en la causa realizados por expertos de arte en los que se tasa, a efectos patrimoniales, la obra de su padre vendida y donada al IVAM en 7,8 millones de euros."Si compraron obra por 2,5 millones, más los gastos de fundición unos tres millones, el IVAM todavía me debe cinco millones", ha lamentado Rueda en su declaración.La fiscal le ha preguntado de forma insistente sobre cómo propuso la compra al IVAM y con quién desarrolló la negociación, a lo que el hijo del escultor madrileño ha respondido que el vínculo inicial de su padre se produjo durante la dirección de Carmen Alborch (1988-1993) y que él -en 2004 y 2006- dirigió cartas a Consuelo Císcar para proponerle adquisiciones y donaciones.Sin embargo, no ha aclarado con quién negoció los detalles de aquellas operaciones ni quién debía correr con los gastos de fundición de las obras (que asumió el IVAM, al contrario que otras operaciones anteriores).Para José Luis Rueda, hijo adoptivo del pintor y escultor madrileño Gerardo Rueda, la Fiscalía pide una condena de cinco años por su supuesta participación en los hechos en calidad de cooperador.Además, la Fiscalía reclama a los tres acusados, de forma solidaria y conjunta, una indemnización de 3.456.876 euros para el Instituto Valenciano de Arte Moderno.La fiscal detalla en su escrito que "entre los años 2004 a 2011, los acusados Consuelo Císcar y José Luis Rueda Jiménez urdieron un plan al margen de la Presidencia y del Consejo Rector del Instituto, consistente en desviar parte de los fondos públicos que recibía el museo para la adquisición de obras de arte".Así, se negoció la compra de obras como si fueran originales del artista Gerardo Rueda Salaberry, fallecido el 25 de mayo de 1996, "cuando en realidad se trataban de reproducciones póstumas con un valor muy inferior al establecido por el vendedor y abonado por el IVAM"."La decisión de adquirir estas obras fue tomada por la directora del museo, única responsable de la institución que mantuvo contactos con el vendedor. Todo ello con el ánimo de beneficiar ilícitamente al acusado José Luis Rueda Jiménez, ya que en el momento de la firma de los contratos únicamente los acusados conocían que las obras no habían sido ejecutadas por el artista en vida y que debían ser fundidas bajo la dirección de su heredero", se añade.En este proceso, Císcar "ocultó la naturaleza de las obras a la comisión asesora de adquisiciones, así como al Consejo Rector, al que debía dar cuenta de dicha operación".
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