En la imagen un colegio de la localidad de Alfafar con varias advertencias de no entrar debido a su estado.Archivo/ EFE/Ana Escobar
Las inundaciones provocadas por la dana de octubre de 2024 tuvieron un efecto demoledor en el sistema educativo de la Comunitat Valenciana, no solo en las infraestructuras de más de 124 centros públicos sino también en el rendimiento del alumnado: ocho de cada diez familias perciben un empeoramiento y el 44 % de los estudiantes afectados tienen dificultad para concentrarse.
Según el informe de la ONG Educo 'El impacto de la dana en el derecho a la educación en la Comunidad Valenciana', basado en 300 entrevistas a padres, madres y alumnado de 16 centros escolares, el 77 % de las familias cree que sus hijos e hijas han perdido al menos un mes lectivo por la catástrofe.
El 79 % considera que el rendimiento se vio afectado en algún grado, sobre todo en secundaria y mientras el 44 % apunta a pérdida de contenidos importantes, el 30 % señala mayor dificultad para concentrarse, el 24 % menor atención o apoyo educativo y un 20 % aporta desmotivación.
Entre un 12 % y un 15 % de alumnado entrevistado señala que ha tenido bajada de calificaciones y cuatro de cada diez reportan retrasos a nivel académico.
En dos de los tres institutos consultados por Educo, los resultados de las pruebas de acceso a la universidad fueron los peores de su historia: en uno con un 25 % de alumnado no apto y en otro con un porcentaje de no aprobados que pasó de será 0 al 12 %.
El equipo docente coincide en que la pérdida de semanas clave, cambios de espacios, dificultades de concentración y desmotivación, influyeron en estos resultados.
Un 11 % de centros educativos de Valencia se vieron afectados por la catástrofe y más de 48.000 alumnos y alumnas vieron alterada su escolarización de manera parcial o total.
Los centros que acogieron alumnado (se reubicaron 24.000 estudiantes) tuvieron ratios de hasta 40 jóvenes por aula.
No obstante, el informe señala que no se observa un aumento generalizado del absentismo ni del abandono, pero sí ciertos patrones específicos como el absentismo episódico vinculado a la lluvia.
"El temor a nuevos episodios de inundación consolidó conductas de no asistencia los días de mal tiempo, especialmente en contextos de mayor vulnerabilidad", señala el estudio que también aborda la situación emocional de docentes y alumnado.
Un 30 % de los niños y niñas encuestados reconoce que aún se pone nerviosos cuando hay tormenta y la mitad dice que sigue emocionalmente afectado y las bajas por estrés y ansiedad aumentaron entre el profesorado.
¿Centros educativos preparados ante otra dana?
El 57 % de las familias y el 50 % del alumnado piensa que los centros no están preparados si hubiera un nuevo desastre y un año después de la emergencia la comunidad educativa mantiene una percepción generalizada de desprotección.
Solo un 4 % de las familias considera que su centro está hoy mejor preparado, mientras que un 57 % cree que no lo está y un 39 % lo desconoce. En el caso del alumnado, el 9 % cree que su colegio está mejor preparado, un 50 % que cree que no y un 41 % no sabe.
Las carencias más señaladas por las familias son la ausencia de un protocolo claro y conocido por toda la comunidad educativa (56 %), la falta de equipamiento adecuado (55 %,), la inexistencia de simulacros o actividades preparatorias (49 %, y la escasa formación del personal para actuar ante emergencias (42 %).
De los 16 centros educativos que han participado en la encuesta solo uno tiene un protocolo anti-inundaciones por iniciativa propia.
Propuestas para prevenir y actuar
Educo propone la creación de un Plan Integral de Escuelas Seguras que incluya todas las fases de la emergencia, que asegure infraestructuras resilientes y establezca protocolos de respuesta claros.
También que incluir como sector específico a la educación en el Plan de Emergencia Climática, realizar una evaluación técnica integral del riesgo de inundación en todos los centros educativos de la Comunitat Valenciana y asegurar que todos los centros cuenten con un Plan de Autoprotección.
Designar un inspector o inspectora con dedicación exclusiva por centro gravemente afectado y protocolos de recuperación curricular ante horas lectivas perdidas en contextos de emergencia, son otras medidas. Al igual que la figura obligatoria del coordinador de bienestar y protección.
El estudio señala que en la mayoría de los centros consultados, esta figura estaba completamente ausente.
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