El Institut Valencià d"Art Modern (IVAM) ha presentado hoy la exposición "Contracultura: Resistencia. EFE El IVAM acoge hasta el próximo 17 de mayo una ambiciosa exposición que rescata de la calle y el olvido algunas de las propuestas artísticas valencianas más arriesgadas de los 70 y 80, aquellas que se enfrentaron a la cultura ortodoxa y a algunos hitos sociopolíticos para ofrecer "sueños" ante "tiempos oscuros".
Con pintadas en las paredes de la sala que acoge la exposición junto al tocador de un transformista, "Contracultura: Resistencia, utopía y provocación en València" propone un recorrido por propuestas contraculturales valencianas de esas décadas -pictóricas, literarias y audiovisuales, sobre todo- y plantea cómo desde la alta cultura y desde la cultura del pueblo se propusieron alternativas a todas las ortodoxias de la época.
El director del IVAM, José Miguel Cortés, ha explicado que la exposición es "necesaria" porque estas propuestas muestran que "veníamos de tiempos muy oscuros y hubo mucha gente que se atrevió a enseñarnos a soñar".
De esta manera, el IVAM "pretende dar el reconocimiento necesario" a esos creadores porque la actualidad "sería mucho más oscura sin sus influencias", y el museo quiere ser un enclave de "libertad artística", ha resaltado Cortés.
El comisario de la exposición, Alberto Mira, ha destacado que con ella se pretende "reivindicar la contracultura" y "abrazar lo que sucedió en vez de rechazarlo", porque la contracultura "rehace las ficciones que una sociedad se cuenta a sí misma" y "busca alternativas a las mitologías oficiales que tratan de consolidar ciertos 'nosotros'".
En la exposición, dividida en varias secciones, se pone de manifiesto "cómo el arte se empeñó en superar los límites de las presiones políticas y cómo algunos artistas se expresaron contra las convenciones que se imponían durante el final del franquismo", ha dicho el comisario.
Según Mora, la exposición sigue dos líneas artísticas: una estética, en la que pretende hacer reflexionar al espectador sobre "qué es el arte y cómo estas manifestaciones contribuyen al arte"; y otra historicista, donde se invita al espectador a "dialogar con el momento histórico" desde 1968 a casi la década de los 90.
El primer espacio muestra las imágenes de los años 70, en los que la contracultura "se fortalece a partir de redes de colaboración que producen cine, arte gráfico, literatura..." con muestras de trabajos de Rafa Gassent y Lluís Fernández.
Además, se dedica una sección a las Fallas, donde, desde mediados de los 70, surgieron iniciativas que "reflejaban un modelo festivo diferente", como es el caso del 'Especial Fallas' de la revista Ajoblanco (1976), que se convirtió en un "foro privilegiado" para miradas contraculturales que intentaban recuperar "aspectos de la fiesta que desde la cultura oficial se dejaron de lado".
En cuanto al cómic, "trató de rebelarse contra el dictado de ser una lectura infantil" a través de obras como 'Lupe Veloz' (1969), una intrépida heroína que abre la mirada a un mundo moderno y pop en tensión con las presiones del tardofranquismo.
El feminismo trabaja a través de la estética para "cuestionar los estereotipos que limitan y deforman imágenes de la mujer", como es el caso de la serie 'Misses' de Ángela García Codoñer, que constituye una reflexión irónica sobre las imágenes que tratan de fijar la idea de la mujer.
Por su parte, Anastasia Rampova preside la mirada subcultural de los años 80 y 90 con una obra que abarca "diversos cambios no canónicos", que combinan collage, cómic, diseño, canción y "performance" cabaretera.
València fue lugar de convergencia de la cultura punk, que proponía "música antisistema" con grupos como Seguridad Social o Interterror, pero también de los locales de transformismo, en los que se comenzaba a desarrollar la teoría Queer y el mensaje de "somos lo que queremos ser".
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