Alumnos de Jaume I de Mislata en el huerto ecológico. EPDA Trabajar un huerto propio, libre de químicos
y que permita cosechar productos sanos y sabrosos es una iniciativa cada vez
más extendida en las ciudades. La apuesta por el cultivo ecológico como una
alternativa respetuosa con el Medio Ambiente, pero también como reivindicación
de una agricultura local de calidad tiene innumerables ventajas y una de ellas
es, sin duda, la formativa.
En Mislata, el colegio Jaume I ha sido el
primero en crear un huerto ecológico en sus instalaciones y la experiencia ha sido
todo un éxito, a juzgar por la buena acogida que ha suscitado entre el alumnado
y por la implicación de sus padres y madres. La idea, como explica Lucía
Lanuza, directora del centro, "surgió durante el curso pasado a raíz de
una propuesta abierta de los padres y el profesorado, que en el claustro
escolar valoramos positivamente porque los huertos escolares son una fuente de
valores y una herramienta para
sensibilizar a los más pequeños con la educación medioambiental".
Como no disponían de un terreno dentro del
colegio, los padres y madres de los alumnos optaron por construir un huerto
vertical con materiales reciclados, a base de palets de madera. La iniciativa
lanzada por el Jaume I tiene una función pedagógica clara, enseñar a los más
pequeños nociones básicas de educación ambiental y sostenibilidad, además en
una ciudad que no hace demasiado tiempo era una villa de la huerta valenciana y
donde la agricultura era su principal modo de vida.
En el colegio se han repartido las tareas
entre todos. Lo primero, las jornadas de riego, que son los lunes, miércoles y
viernes a las nueve y cuarto de la mañana. Son los propios alumnos quienes se
encargan de regar sus proyectos de verduras y hortalizas con botellas de
plástico recicladas y con dosificador, para no desperdiciar agua. Los padres,
por su parte, tienen reservada la tarea de preparar el compost, una actividad
que consiste en aprovechar los residuos vegetales para fabricar abono orgánico.
El huerto está dividido en dos, uno para los
niños y niñas de Infantil y otro para los escolares de Primaria. Todos los
trabajos del campo, desde la plantación hasta el riego, la recolección y otros
cuidados los hacen los propios alumnos, supervisados por sus docentes. Para
organizarse, han montado en los pasillos del colegio unos horarios con el
reparto de las tareas, así como con la temporalización de cada cultivo,
indicando los meses de plantación y cosecha. Entre las verduras, frutas y
hortalizas que ya crecen en el Jaume I hay lechugas, acelgas, espinacas, cebollas,
coles o fresas, además de plantas aromáticas, que no sólo huelen bien sino que
además ahuyentan a los insectos.
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