Son muchas las ocasiones en las que, al pensar en mantenimiento, este solo se relaciona con imprevistos o averías a las que hay que poner solución inmediata. Sin embargo, una parte fundamental del mantenimiento es prevenir esos fallos o contratiempos. En el caso concreto del mantenimiento de instalaciones deportivas, hacerlo correctamente permitirá prolongar la vida útil de la instalación, así como su rendimiento.
El mantenimiento de instalaciones deportivas consiste en planificar y ejecutar un conjunto de operaciones que garanticen la vida útil de los elementos que forman dicha construcción deportiva: pavimentos, equipos, estructuras, etc. Posibilita cumplir con las normativas vigentes, garantizar un rendimiento continuo de la maquinaria y las salas evitando el cierre de las mismas, aporta seguridad a los usuarios… Como se puede deducir, la relevancia del trabajo de mantenimiento está más que justificada y, por ello, es necesario dejar estas tareas en manos de profesionales.
Existen tres clases de Mantenimiento:
1) Preventivo; Mantenimiento sistemático realizado en intervalos de tiempo establecidos. El más importante porque disminuye fallos y tiempos muertos, permite planificar por adelantado todas las tareas a realizar, optimiza el tiempo de los trabajadores, supone un ahorro económico al evitar sustituciones o reparaciones, aumenta la vida de los equipos y de las instalaciones.
2) Predictivo; Se basa en la información y el conocimiento sobre el estado de dichas instalaciones. Se hace predicción sobre la duración aproximada de los componentes de cada equipo e instalación.
3) Correctivo; Es el mantenimiento más básico, pues consiste en localizar la avería y pasar a repararla sin más.
Para este tipo de mantenimiento se requiere un departamento de mantenimiento bien dimensionado, con los operarios profesionales necesarios y disponibles para realizar la reparación en el menor tiempo posible. El personal de mantenimiento debe poseer los conocimientos necesarios para cumplir con las actividades asignadas, desde las más sencillas a las más complejas.
Como máxima, se habla de una “regla de oro” que debe cumplir el mantenimiento. Las actividades planificadas y realizadas solo están justificadas si los equipos mejoran en su desempeño, se reducen los fallos, se optimizan los costos de operación, disminuyen los riesgos y se mejora el comportamiento a nivel ambiental.
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