Emma SopeñaLa
ignorancia puede conducir a la aberración. Hace muchos años
teníamos poca información acerca de lo que pasaba en la trastienda
de la venta de animales, especialmente en la comercialización de
perros y gatos considerados “de raza”. Hoy ya no hay
justificación. Sabemos que la cría de perros para la venta suele
ser una actividad cruel que provoca maltrato e incluso la muerte de
muchísimos de ellos. No son excepciones las perras inmovilizadas
para ser cubiertas por el macho entre otras aberraciones, recluidas
en jaulas, forzadas de manera continuada desde el primer celo
encadenando embarazos. Sus cachorros son separados muy pronto para
ser transportados y vendidos enfermando durante el camino.
La
“fabricación” de animales para la venta es un infierno:
condiciones insalubres, largos viajes de sufrimiento. ¿Para qué?
Para poseer una determinada “raza”, por la estética y no tanto
por el deseo de tener en casa a un ser que va a aportar fidelidad y
compañía. Detrás de las cifras de venta de perros y gatos está la
concepción de que se trata de mercancía para el lucro de quien
lleva el negocio. Los comercios se valen de la compra impulsiva al
ver un animalito que salta detrás de un cristal. Pero no se
soluciona nada comprando un animal creyendo que se le libra de la
jaula de la tienda: otro vendrá rápidamente a reemplazarlo y
cuantos más se vendan más se “fabricarán”, la ley de oferta y
demanda. Sabemos además que el capricho de muchas personas puede
conducir al abandono cuando se constata que criar cuesta tiempo y
esfuerzo.
La
adopción, en cambio, es una segunda oportunidad para una vida
víctima de abandono y o
maltrato.
La
diferencia entre comprar y adoptar estriba en que la venta de
animales no persigue más que el afán de lucro mientras que el de
las protectoras y refugios es poner fin al abandono animal. En los
comercios de animales solo se preocupan de vender, de lucrarse de la
producción de seres vivos de manera industrial. En los refugios se
preocupan por que la persona o familia que lo acoge vaya a tratarlo
con respeto y proporcionarle una vida digna. ¿Qué hace un refugio o
protectora con los animales abandonados? Cuidarlos, recuperar su
salud y darles no solo cobijo sino atenciones.
El
abandono es una lacra y la venta es un negocio cruel e inmoral,
muchas veces una mafia que podemos mitigar con la adopción.
En
un refugio se pueden encontrar perros y gatos de todo tipo, grandes o
pequeños, y si el animal requiere atenciones especiales no nos van a
engañar. Los animales de los refugios están acostumbrados a estar
con personas y otros animales por lo que no son huraños. Y si se
está dispuesto a darle una segunda oportunidad a un animal mayor
comprobaremos que nos lo agradecerá con su lealtad todo el tiempo
que le quede de vida. Seguramente el animal que adoptemos tiene una
triste historia que podremos borrar con nuestro afecto.
Es
lamentable que se “fabriquen” perros y gatos en las “fábricas
de crianza”, hacinados en cubículos mugrientos, cuando tantos
miles se encuentran esperando un hogar. Mientras se vende un animal
muchos otros mueren sin ninguna oportunidad.
Un
perro, un gato no son un objeto.
Cada
vez que se compra un animal se promueve el negocio infame de la cría
para la venta. Por eso ya no hay excusa: ADOPTAR es darnos la alegría
de compartir nuestra vida con un ser que nunca nos defraudará.
Y
si no se puede adoptar se puede ayudar apadrinando a un animal o
haciendo una donación para que las condiciones en las que viven los
que siguen esperando un hogar sean mejores.
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