Valencia destaca como la capital autonómica y Torrent lo hace, entre otros parámetros, como la segunda ciudad más populosa de la provincia a la que igualmente da nombre su metrópoli. Existe una proporción de 10 habitantes a 1 uno a favor de la primera respecto a la segunda. Esta circunstancia se traduce en una diferencia de concejales bastante menos exagerada. Valencia tiene 33 y la capital de l’ Horta Sud, 25.
Pese a esa correlación, guardan unas importantes similitudes políticas. La primera, que viene de hace dos años, la constituye el hecho inusual en la política valenciana (Alcublas y Llíria también tuvieron a la misma persona -Manuel Civera- al frente de la vara de mando en la pasada década) de que en el historial de alcaldesas de ambas aparezca un nombre idéntico, María José Català. Un enorme hito en su currículum máxime tratándose de dos grandes urbes.
El segundo paralelismo se observa en su composición política. En ambas gobierna, por un concejal de diferencia respecto a la oposición, un equipo compuesto por concejales de PP y Vox, con el sillón presidencial en manos de la primera formación. En el caso de Valencia, debido a que ganó las elecciones de mayo de 2023; en el de Torrent, porque, pese a quedar segundo, con la suma de los voxistas supera a la entente PSPV-Compromís.
Y el tercer parecido llega por la crisis política suscitada, en los dos casos, por una decisión del candidato a la alcaldía de Vox. Y tanto en lo que respecta a Juanma Badenas en Valencia como a Guillermo Alonso del Real en Torrent, con críticas aceradas a la dirección nacional de su partido.
Primero, en marzo, llegó el cisma en Valencia, con el pase de Badenas y su compañera Cecilia Herrero al grupo de no adscritos. No tembló el pulso a la alcaldesa, María José Catalá, para acceder de inmediato a la petición de Vox de dejarlos sin delegaciones. Después, y dado el peligro evidente de resquebrajar el gobierno que suponía el voto descontrolado de dos concejales que dejaba en minoría a la coalición PP-Vox, alcanzaron un acuerdo discreto. Les han reintegrado el mando de dos delegaciones menores y las nóminas de ediles con potestades en un aparente pacto de convivencia.
En Torrent la crisis acaba de emerger. Al igual que Badenas y Herrero, Guillermo Alonso del Real Barrera también ha anunciado su marcha del partido pero su intención de mantener el escaño y de hacerlo incluso desde el equipo de gobierno, sin renunciar a su área de gestión, una cuestión –la de firmar delegaciones- que compete exclusivamente a la alcaldesa, Amparo Folgado.
Falta por ver si esta actuará de manera tan directa como Catalá y dejará sin potestades al edil no adscrito o si aguantará para no renunciar a su voto. A diferencia de Valencia, en Torrent existe una cercanía relativa entre Alonso del Real y los concejales del PSPV; no ocurre el distanciamiento palpable de la oposición valenciana con Badenas.
Vox, por su lado, también contemporiza. No ha sido tan contundente en la ciudad de l’ Horta Sud. Ha recordado que las actas las obtiene el partido pese a que la regulación de los consistorios establece que son personales. En cualquier caso, está claro, aunque a veces a algunos se les obnubile el juicio, que quien logra ser concejal en una gran población lo hace porque va en la candidatura de un partido político con tirón electoral. Como Alonso del Real en Vox.
¿Habrá un acuerdo soterrado final entre la dirección nacional del partido y el edil díscolo o verso libre en Torrent, como ocurrió en Valencia, y así sumaremos un nuevo parecido razonable? En breve lo sabremos.
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